• ¿Cuáles son las causas de la agresividad en el vínculo amoroso?
• ¿Por qué decimos que la agresividad ocupa el lugar de la angustia?
• ¿Cómo intervenir en parejas y familias en donde la agresividad está presente en el vínculo?
• ¿Cuál es la posición del analista en las consultas de pareja y familia?
Como ciudadanos, estamos determinados por diferentes discursos. Escuchamos casos de femicidio, significante que aparece cotidianamente, junto a la violencia de género. La pregunta es qué hace un psicoanalista con esto. Más precisamente, ¿Qué posición tiene un psicoanalista en esta clínica? Cuando estamos en función de psicoanalista, no podemos adherir, en el momento de la escucha a cuestiones de ideología ni de la moral.
Un psicoanalista sostiene una ética, pese a que como sujetos tomemos partido. Por ejemplo, muchos podemos adherir al feminismo y compartir ese ideal. Cuando estamos en el plano de los ideales, lo que se produce es un efecto de segregación o de tensión agresiva. Esto es algo que el analista, desde su posición, debe evitar. Todo lo que implica la violencia de género, a nivel del cambio de la legislación, es algo que a nosotros no nos compete. Nosotros, cuando escuchamos, estamos en otro registro y esto no implica una falta de compromiso con la subjetividad de la época y los discursos que la sociedad produce. De lo que se trata es qué hace un psicoanalista con esto. De esta manera, no podemos decir que el señor que pegó es malo y que la víctima es buena, lo que sería una cuestión de moral.
Pongamos otro ejemplo fuera de la violencia de género, para que quede claro cuál es la posición del analista. A veces uno atiende a un paciente y dice "Qué buena gente...", lo cual es a nivel del narcisismo, del amor y nosotros tenemos que estar en otro registro, que nos permite hacer algo con eso que se presenta en la clínica.
La agresividad es algo que está por fuera de lo simbólico, sino que está dentro del terreno de lo imaginario. Tampoco está dentro de las formaciones del inconsciente como sería el caso de los síntomas, el fallido o el lapsus, para lo cual hemos sido formados universitariamente. Hay algo diferente que se presenta en la clínica y un analista ubicado desde su deseo puede intervenir y hacer algo. El analista escucha, pero en este caso no se trata del desciframiento del inconsciente y hay algo que allí tenemos que hacer.
En principio, debemos alojar el tipo de clínica que viene, dando lugar a algo que es distinto al decir, que viene a una consulta. En general, lo que aparecen son relatos del estilo "Venimos porque nos llevamos mal, nos peleamos...". Aparecen una serie de acontecimientos relatados desde el yo. El yo siempre habla con una cierta certeza y la escucha del analista, a diferencia de otros profesionales, apunta a lo que falta y a lo que no funciona. Veamos esta posición con un caso que todos conocemos: Freud y Dora. Dora va a Freud y se queja de que su padre la está usando para que su madre no se dé cuenta de su romance con la sra K y cuenta una serie de desgracias. Freud, en un momento, le pregunta cómo fue que ella llegó a estar ahí. Ahí Dora empieza a hablar de ella y empieza a hacer el relato. Esto es lo que Lacan ubica como la primera inversión dialéctica. Es decir, cómo hacer que alguien pase del relato a hablar de sí. Esto es lo que el analista va a intentar producir como operatoria.
Frente a una experiencia, hay cosas que no se llegan a subjetivar. ¿Cómo hacemos para que los pacientes se impliquen en lo que les pasa y empiecen a hablar de si? Es difícil, este oficio es complejo que requiere de cintura. Solo contamos con nuestra propia experiencia de análisis, además de la supervisión y el saber teórico. La experiencia de análisis es lo único que tenemos para escuchar.
Freud habla de la atención flotante, escuchar todo parejamente con la misma intensidad. No obstante, si alguien viene y dice "Si me deja me mato", no se puede escuchar lo mismo. Estamos en una clínica particular que nos presenta un desafío. Aún así, en las personas que vienen tomadas por la agresividad o por la violencia (que no son lo mismo a nivel psicopatológico) hay algo que no tenemos que olvidar: suponer allí un sujeto. Esto quiere decir que en la persona que tenemos en frente hay una determinación inconsciente en eso que le acontece y él desconoce. Además, hay una subjetividad de la época de lo que acontece socialmente. Esto no quiere decir que haya que justificarlo. Alguien que viene y dice que "porque me pegaron de chiquito, entonces yo que he sido maltratado por la vida, cuando me pongo nervioso pego" no es motivo para que nosotros nos quedemos con eso. Esto sería una teoría imaginaria que pone una causa y un sujeto irresponsable, que no responde. De lo que se trata es que haya inscripción de lo que uno es y cómo estamos hechos. Cuando un sujeto agredió, nosotros debemos intentar que él averigüe de qué está hecho, pero no en sentido deque encuentre un hecho que justifique la causa por la que él pegó. Eso es una teoría imaginaria causal, donde la subjetividad no está puesta en juego en hacerse responsable por lo que uno es.
Planteemos algunos puntos de la psicopatología amorosa.
Cuando dos personas vienen y relatan un hecho de agresión, ellos no saben por qué ocurrió. Ellos no pueden dar cuenta de por qué eso aconteció, hay una determinación inconsciente que ellos desconocen, que hizo que se produjera el hecho de agresión.
La agresión en el ser humano no es instintiva, como en el caso de los animales que se defienden o atacan. La agresión se da entre dos personas que hablan, es decir, hay algo de la enunciación de la palabra que implica agresión y sin que se pueda dar cuenta de por qué sucedió. Por otra parte, si alguien se queja de su pareja por lo mismo, uno no puede preguntar por qué no se separó.
Unas de las mejores formas de abordar estos casos es marcarles que esto no es una cuestión actual, sino que les viene pasando desde hace algún tiempo. ¿Cuál fue la escena por la cual consultaron? Ahí el analista está haciendo un recorte. Ahí hay algo de qué fue lo que produjo la consulta. Si logramos que las personas hablen de sí mismos, vamos a poder entender mejor la dinámica de qué los llevó hacia la tensión agresiva (imaginaria, especular) y a la agresión (el hecho).
La agresión se ubica en la línea del narcisismo, del registro imaginario y es por la palabra que eso se desactiva. La imagen tiende a tener un sentido fijo "Él nunca se encarga de los chicos". Es la palabra la que modifica a la imagen.
Dediquemos algunas palabras al tema del narcisismo. Primera cuestión, un cuerpo fragmentado, comandado por pulsiones que no están organizadas y que tienen que ver con las zonas erógenas. Segunda cuestión, el acto psíquico de la constitución del yo y la proyección de superficie física corporal. ¿De qué se trata esto? Ese cuerpo que antes estaba fragmentado, cuando el niño se ve al espejo se ve como unidad y eso le causa alivio. El yo se arma por identificación a una imagen que está afuera. Para tener un yo, hay que alienarse con algo que viene desde afuera. Otra identificación que se produce es con el semejante: es con ese otro pequeño que tenemos el problema de la agresión. Con el semejante, aparecen dos cosas: el otro semejante aparece como una unidad doblada, que hace que yo pierda mi unidad. la unidad narcisista perdida va por regresión al cuerpo fragmentado. El segundo paso es querer fragmentar el cuerpo del otro.
Cuando un hombre le pega a una mujer o una mujer le pega al marido porque él tiene una relación con el alcohol y queda afuera, algo de esa unidad perdida hace que esta persona vaya desde su sensación de cuerpo fragmentado, lo pase para el otro lado y quiera romper esa unidad que tiene el otro. Cuando alguien agrede al semejante es que le sucede algo con la sensación de unidad narcisista, la cual está perdiente, dando lugar a un cuerpo fragmentado. Lo habita un cuerpo fragmentado, pero esto no justifica que la gente se agreda: esta es solamente la dinámica de la persona que está produciendo el hecho agresivo.
El amor se aleja de la castración. Cuando amamos, si hay algo que nos damos cuenta es que es imposible el encuentro. Hay momentos, si, pero subjetivamente armar una pareja es del orden de lo imposible. Cuando uno puede puede atravesar ese umbral, recién ahí se puede empezar a hablar de amor. Hay algo del orden de la falta, de lo que no se puede, del límite de uno y del otro en el amor que no admite complemento.
Caso clínico 1.
Una pareja llega a la segunda consulta a los gritos a la institución. La analista tiene que ser ayudada por personal que allí trabajaba. Dicen que un policía tuvo que intervenir porque se estaban peleando también en el subte. La analista le pide a él que se quede en la sala de espera y le pide a la paciente que ingrese al consultorio. Ella está tomada por la agresión y en lugar de sentarse en la silla, se sienta en el piso. La analista se sienta junto a ella en el piso, la mira y le dice "No estás sola". Primera cuestión, la saca de la rivalidad especular con el otro. Desactivó la realidad especular de la paciente. El narcisismo es un laberinto de espejos muy complejo, por lo que el amor también lo es. La analista la mira a los ojos para reconstituir algo de la imagen propia que estaba perdida, la unidad narcisista que estaba perdida por la experiencia de cuerpo fragmentado que aparece en el momento de la agresión, donde uno responde más desde lo imaginario.
Caso clínico 2: La cuestión del todo, dos no hacen uno.
Pareja que se conoció en el ámbito de fiestas electrónicas, consumo de sustancias. Ella tiene un hijo y deja de consumir, pero él sigue tomando alcohol. Ellos consultan asustados, porque se pelean y cada vez se pelean más. En este caso, no vienen a pelearse, sino a hablar de que se están peleando. Una cosa es hablar de que se pelean y otra cosa es directamente pelearse, como el caso anterior. Acá vemos un pasaje del registro puramente imaginario a un registro más simbólico.
Ellos comienzan a pelearse en sesión; él tiene la idea de llamar a la analista y propone ir por separado para no pelear. La analista los cita juntos nuevamente, lo cual es una intervención interesante, porque toma lo que hacen en la transferencia. Les dice "Si pudieron venir acá para no pelearse, ¿Por qué uno no se va cuando empiezan a pelearse?" Acá lo que se desactiva es la dualidad especular que el otro representa y cómo impacta en el cuerpo.
Si dos no hacemos uno, la tensión agresiva lo que resuelve es algo del orden de la angustia. ¿Qué soy yo para él, qué lugar ocupo? Es un punto de corte, donde ya no se pretende ser uno con el otro. Ya hay algo de la castración que toca la subjetividad. En neurótico se reduce a la demanda del Otro y finalmente debe darse cuenta que hay algo de la impotencia, donde nunca se va a poder satisfacer al otro. En la tensión agresiva, con la pérdida de unidad narcisista, hay algo de la angustia de castración y del límite al que está expuesto. Hay algo allí que hay que inscribir.
Diferencia entre agresividad y violencia.
• En la agresión, lo que se trata es de despedazar la unidad narcisista lograda del otro.• La violencia, no se conforma con la imagen, sino que se dirige al ser. Se trata de borrar al otro de lo simbólico y toda huella de su existencia. En lo violento está el superyó, la culpa. Como ejemplo, tenemos el de Medea, la mujer de Jasón, que abandona a su propia familia para que él fuera un héroe. Cuando Jasón iba a casarse con la hija del rey, ella se enfurece y sabe que lo que a él lo sostiene es ser padre. Le va a quitar el estatuto de padre y mata a los hijos. Cuando él viene a pedir el cuerpo de sus hijos para darle sepultura, le dice que no le corresponde. Es decir, ella mata no lo mata a él, sino lo que simbólicamente lo definía, la paternidad.
Dentro de lo imaginario, hay un crimen pasional que no necesariamente es violento. Toda agresividad no es violencia, aunque puede serlo. Toda violencia, sin embargo, tiene a la agresividad en juego. Son dos situaciones diferentes que se dan en el lazo, por lo tanto también en la intervención es distinta.
Los hechos violentos están desde la antigüedad están sancionados como algo que está permitido. Por ejemplo, los romanos lanzaban a los leones a alguien que quedaba por fuera de la ley. Alguien que cometía un delito grave, se lo mataba. Eso que era instituído públicamente como sanción en la polis, hoy está diferente y aparece como culpa y el superyó.
En el libro El Porvenir Es Largo de Louis Althusser, se relata como su esposa le pide a él en una escena amorosa que la mate. Él le estaba haciendo masajes, la ahorca y la mata. Luego escribe un libro de cuál es la historia de él y cuál es la historia de ella. Es muy impresionante, porque al final del libro él pide que uno emita un juicio sobre si él es culpable o no. Él no fue sancionado penalmente, sino que lo llevaron a internarse a una institución psiquiátrica. Ahí él hace el libro, donde pide una sanción legal.
Mientras Medea está muy segura de lo que hizo, hay un pedido de sanción de Althusser. La culpa hace que haya una necesidad de quedar sancionado, de que haya una pena. Hay necesidad subjetiva de una pena, en lugar de quedar internado en un neuropsiquiátrico, lo cual sería algo medible en relación al hecho. Hay una serie de cuestiones en el libro de Althusser donde se va enlazando l cuestión del amor y cómo llega a este final, donde está lo pultimo de lo imaginario que llega al crimen.
El crimen, que ya lo podemos situar desde Caín y Abel, también lo ubicamos en el Edipo, donde quiere matar al padre para acostarse con la madre. Todos estamos habitados por esta cuestión violenta del crimen, donde todos necesitamos ser sancionados y reculados por una ley. Hay algo del orden de lo comedido, de lo incestuoso, que necesita ser sancionado. Cuando no se tiene la distancia adecuada de lo incestuoso, hay una transgresión. El sentimiento inconsciente de culpa, puede hacer que uno cometa delitos para que una culpa que anda suelta quede anudada a un hecho, tratando de obtener un alivio subjetivo.
¿Cómo juega lo real en la violencia y en la agresión? La cuestión que nos habita como incesto de matar al hermano, al padre, etc., implica un exceso de goce que debe ser acotado, cosa que es dalgo delicado de hacer.
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