La interrogación sobre la relación entre existencia e inexistencia en las fórmulas de la sexuación pone en juego dos estatutos fundamentales del Uno: por un lado, algo que se afirma, y por otro, una imposibilidad de escritura. Esta dualidad nos lleva a concebir la inexistencia como una génesis lógica, donde se establece una disyunción que remite a la indeterminación de la verdad, marcada como "no-toda".
Lacan transita de una lógica basada en el principio de contradicción (el inconsciente freudiano) hacia una sostenida en la indecidibilidad. Este desplazamiento, orientado hacia lo real, es consustancial al concepto de sujeto del inconsciente, que Lacan describe en Subversión del sujeto y dialéctica del deseo como indeterminado tanto espacial como temporalmente.
El paso de la contradicción a lo indecidible establece una oposición entre la verdad y lo real, o más ampliamente, entre lo real y aquello que le sirve de pantalla. En el Seminario 21, Lacan señala que la contradicción es un "artificio de suplencia", y el desafío analítico consiste en deslindar lo real que subyace en la verdad. Este enfoque encuentra sus raíces en los Seminarios 9 y 15, donde Lacan analiza el principio de contradicción a partir de las referencias a Peirce y al cuadrángulo de oposición aristotélico.
La pregunta "¿qué es contar?" resulta crucial para definir al sujeto. El contar no es un acto evidente ni intuitivo, sino una operación que inscribe al sujeto en el Otro como falta. El sujeto se constituye como un -1, una sustracción que lo define como privación en el campo del Otro. Esta operación, que Lacan describe como privativa, encuentra su expresión topológica en la estructura del sujeto como un vacío.
En El acto analítico, Lacan interroga la predicación y el campo fálico para redefinir al sujeto y, en consecuencia, al acto analítico. Este último, caracterizado como "sin sujeto" y "no predicable", apunta a una dimensión que excede la contradicción y que se dirige al "no hay". Aquí se diferencia lo real de lo simbólico: mientras la contradicción organiza el funcionamiento del inconsciente freudiano, el "no hay" designa un impasse simbólico, un punto en el cual lo real escapa a cualquier captura significante.
Dos elementos sobresalen en este planteo lacaniano. Primero, la raya (inspirada en la escritura de Peirce) como artificio que da cuenta del sujeto, lo que Lacan formula diciendo que "el sujeto se representa por la raya". Segundo, la constitución del sujeto como lo que un significante representa para otro significante, lo que implica un vaciamiento de toda predicación. Este vaciamiento revela al sujeto no como una entidad sustancial, sino como un vacío que señala la imposibilidad de suturar la relación entre el significante y lo real.
Este recorrido, que abarca la relación entre existencia e inexistencia, el estatuto del Uno, y la operación del sujeto como falta en el Otro, define el terreno de la clínica psicoanalítica. Una clínica que, orientada a lo real, se distancia de toda lógica de la representación y pone en primer plano la indeterminación estructural del sujeto.
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