viernes, 27 de diciembre de 2024

Suicidio: Interrogantes sobre el Pasaje al Acto y la Angustia

Lacan aborda el suicidio desde un ángulo que interroga tanto su lógica como su estructura clínica, en especial en relación con el pasaje al acto. En su análisis, el suicidio se presenta como una caída de la escena en la que el sujeto pierde su lugar, cayendo como un resto. Esta idea introduce una serie de interrogantes sobre la relación entre el suicidio y el acto, así como sobre las implicancias de la angustia en estos momentos críticos.

El Pasaje al Acto y la Caída de la Escena

Lacan plantea que el pasaje al acto no necesariamente lleva siempre al suicidio, aunque la relación entre ambos es clara: el suicidio puede ser entendido como un pasaje al acto extremo, pero no todo pasaje al acto culmina en un suicidio. La caída de la escena representa el momento en el que el sujeto pierde su lugar y desaparece de la situación simbólica, despojado de su lugar en el Otro.

Esta caída genera interrogantes sobre el rol de la angustia en este proceso. La angustia se presenta como un fenómeno que interviene en el momento del pasaje al acto. Así, surge la pregunta: ¿la angustia es una condición para detener el pasaje al acto suicida? En este contexto, ¿puede la angustia restituir al sujeto un lugar en la escena, o por el contrario, la intensificación de la angustia puede llevar a una caída aún más profunda?

El Suicidio como Acto Fallido

Lacan también se refiere al suicidio en el contexto del acto. El suicidio podría ser considerado un "acto logrado" desde una perspectiva fenomenológica, pero inmediatamente surge una paradoja: ¿quién puede dar cuenta de un acto tan definitivo como el suicidio? Si el acto se realiza en un momento en que el sujeto ya ha perdido su lugar, entonces, ¿es realmente posible llamarlo un "acto" logrado?

Esta contradicción resalta la idea central de Lacan de que todo acto es, en última instancia, un acto fallido. Un acto nunca está completamente realizado, ya que siempre hay algo de lo real que lo desborda. En el caso del suicidio, el "acto logrado" se convierte en un acto fallido precisamente porque el sujeto que lo lleva a cabo ha perdido su lugar en la escena simbólica, quedando fuera de alcance de cualquier intento de significación.

La Angustia y el Suicidio

La pregunta fundamental que Lacan deja abierta es si la aparición de la angustia podría funcionar como una condición para evitar el suicidio. ¿Puede la angustia ser una señal que haga posible la restitución de un lugar para el sujeto en la escena simbólica? Si es así, ¿depende esta restitución de la magnitud de la angustia, o hay algo más que interviene en este proceso?

La angustia, en este contexto, aparece como una forma de confrontar lo real, un real que escapa a la simbolización y que marca la caída de la escena. La angustia puede ser vista como un modo de acercarse al real, pero también puede ser lo que impide al sujeto abandonar la escena, restableciendo, aunque sea brevemente, la posibilidad de un lugar en la estructura simbólica.

Conclusión

Lacan nos invita a pensar el suicidio no solo como un acto final, sino como un fallo del acto en el que lo real se impone, desbordando tanto la escena simbólica como la representación del sujeto. La angustia juega un papel clave en este proceso, pero su relación con el suicidio sigue siendo ambigua: puede ser un condicionante para evitar el acto o bien la puerta de entrada a lo real que hace posible el vacío del suicidio. La estructura del suicidio sigue siendo un terreno fértil para explorar las tensiones entre lo simbólico, lo imaginario y lo real, y Lacan nos deja con una serie de preguntas que siguen siendo pertinentes para la clínica contemporánea.

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