En el psicoanálisis, la repetición se define por su carácter inercial. Este concepto permite a Lacan establecer una distinción fundamental entre lo simbólico y lo real. El punto de inercia, como dimensión de lo real, se revela en los cruces del sistema significante, donde lo simbólico encuentra sus límites.
Lo Simbólico como Red y Marco de lo Real
Lo simbólico se presenta como una red o entramado sin centro, una estructura que define la realidad como sede del automatón: el lugar donde opera la insistencia simbólica o rememoración. Lacan asocia esta red con el fantasma, que funciona como un dispositivo que permite al sujeto "dormir", refugiándose en la estabilidad de lo simbólico.
Sin embargo, en los cruces de esta red aparece algo que no encaja: lo repitiente de la repetición. Este elemento inercial se opone al flujo ordenado de la rememoración y al esfuerzo terapéutico. Si el fantasma busca mantener el sueño, lo real opera como un llamado al despertar, estableciendo la orientación lacaniana en oposición a cualquier forma de idealismo.
El Despertar: Más Allá del Hedonismo
El despertar al que apunta lo real no es una decisión voluntaria ni hedonista. En cambio, revela el desencuentro esencial que define la relación entre el sujeto y su deseo. Este desencuentro, más radical que el concepto freudiano de fracaso, delimita el vínculo entre la causa del deseo y el litoral entre lo simbólico y lo real.
La Clínica del Despertar
Desde esta perspectiva, el psicoanálisis no es un camino para perpetuar la ilusión del sueño, sino una invitación a enfrentar la encrucijada donde el sujeto debe confrontar la dimensión inercial de la repetición. Este trabajo, que trasciende cualquier búsqueda de placer o satisfacción inmediata, permite al sujeto explorar el borde donde lo simbólico encuentra sus límites y lo real emerge como aquello que insiste.
En resumen, la repetición en psicoanálisis no solo articula la inercia de lo real dentro del entramado simbólico, sino que también subraya la posibilidad y el desafío del despertar: el momento en que el sujeto reconoce el desencuentro que funda su existencia.
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