domingo, 23 de febrero de 2025

El mito como respuesta a lo imposible de significar

En el uso cotidiano, la palabra mito suele asociarse a términos como “ficción”, “fábula”, “ilusión” o incluso “mentira”. Sin embargo, estas acepciones se alejan de su significado original y profundo. En su esencia, el mito no presenta su contenido como ficticio, sino como un relato de hechos reales, aunque enmarcados en un tiempo originario.

Este tiempo primordial es el escenario donde actúan seres sagrados: dioses, semidioses y héroes. Sus acciones no solo fundamentan la existencia del mundo tal como lo conocemos, sino que también explican su configuración actual. Así, el mito se convierte en la narrativa que da cuenta del origen de las cosas, relatando cómo, gracias a estos seres sobrenaturales, algo real llegó a existir: una isla, una planta, una institución o incluso un comportamiento humano. El mito, por tanto, describe la creación y el inicio de lo que “es”.

Estas historias han sido transmitidas de generación en generación, aceptadas por los griegos como verdades compartidas, sin cuestionar su autenticidad. Incluso las diferentes versiones de un mismo mito, a menudo contradictorias, no anulan su validez.

En la obra de Freud, especialmente entre "Tótem y tabú" y "Moisés y la religión monoteísta", se elabora un mito de origen que busca explicar el surgimiento de aquello que funda, delimitando y posibilitando el acceso a la existencia. Sin embargo, la dimensión del mito en el psicoanálisis no puede limitarse a esta función fundante.

Lacan, en su seminario dedicado a "La relación de objeto", extiende la consideración del mito hacia el campo fantasmático del sujeto. En sintonía con Freud, introduce el concepto de mito individual del neurótico, que no es una construcción contingente, sino una función clave en la constitución del campo de la verdad en el sujeto. La pregunta esencial que plantea es: ¿qué papel cumple el mito en la neurosis?

El mito, en este contexto, es una construcción ficcional, un entramado significante que funciona como una fábula. Esta fábula, como imaginación, combina lo simbólico y lo imaginario, articulando los semblantes que estructuran la experiencia subjetiva. Desde el decorado simbólico hasta las vestiduras de los personajes, el mito sostiene una leyenda que aporta una respuesta. Frecuentemente, esta respuesta adopta la forma de una genealogía, una narrativa de un pasado heroico (no siempre positivo) en el cual el sujeto desempeña un papel central.

Así entendido, el mito forma parte del sistema de creencias del sujeto. Su función es elaborar una respuesta allí donde el significante fracasa en responder. En este punto, los dos aspectos del mito convergen: por un lado, como una construcción que organiza y explica; por otro, como una respuesta a lo imposible de significantizar, operando en el borde donde la palabra encuentra su límite.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario