martes, 18 de febrero de 2025

La comunicación en el psicoanálisis según Lacan: una estructura marcada por la alteridad

Lacan considera la comunicación como una dimensión central en su abordaje de lo simbólico, pero la replantea de manera radical respecto a los conceptos tradicionales. Rechaza la noción de un código común, típica de la teoría de la comunicación, donde se presume que un intercambio de información claro y directo entre emisor y receptor es posible gracias a un marco compartido de significados.

En lugar de esto, Lacan propone una estructura comunicativa basada en la alteridad radical que existe entre el sujeto y el Otro. En su planteamiento, no hay un código común que sustente la comunicación; lo que opera en su lugar es la preexistencia del lenguaje como campo y estructura, algo que antecede a la entrada del sujeto en él.

Esta falta de un código común pone en cuestión la posibilidad de una comunicación entendida como un circuito de información sin equívocos. Desde esta perspectiva, el mensaje no proviene tanto de quien lo emite, sino que depende de la sanción significante del Otro. El sujeto mismo, según Lacan, es ese mensaje, pues lo que adquiere valor comunicativo es lo que el Otro otorga mediante su interpretación.

Un ejemplo ilustrativo es el llanto de un niño: no se convierte en una demanda hasta que el Otro lo escande y lo dota de significado. Esto implica que toda palabra, más allá de su emisión, incluye inevitablemente al oyente y busca una respuesta en él.

Así, la comunicación en psicoanálisis se fundamenta en la disimetría y la disparidad. Este planteamiento es esencial para comprender fenómenos como la transferencia y para pensar las posiciones respectivas del analista y el analizante. En esta dinámica, el lenguaje y la alteridad radical son los pilares de una comunicación que, lejos de ser un intercambio directo, se caracteriza por la mediación constante del Otro y por la naturaleza equívoca inherente al lenguaje mismo.

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