martes, 18 de febrero de 2025

Diferencia entre lo materno y lo femenino

Existe una tendencia, que podríamos calificar de religiosa, a confundir o incluso equiparar lo materno con lo femenino, llegando al extremo de considerar la maternidad como la máxima realización de la feminidad.

El psicoanálisis, sin embargo, introduce una serie de distinciones y controversias entre estos dos términos. Desde Freud, esta diferencia se vuelve problemática. Un ejemplo claro de ello es el caso Dora, donde Freud inicialmente malinterpreta el horizonte de su paciente: no era el señor K quien captaba su deseo, sino su esposa. Dora se encontraba confrontada con el enigma de lo femenino, que aquella mujer representaba y a la vez respondía. Freud, en su epílogo al caso, reconoce esta dificultad retrospectivamente, lo que evidencia la tensión entre lo materno y lo femenino, aunque sin una delimitación clara en ese momento.

Será Lacan quien radicalice esta diferencia, llevándola a una distancia exponencial. Dos conceptos fundamentales permiten esclarecer esta distinción: el deseo y el goce.

En cuanto al deseo, lo materno se encuentra estructuralmente vinculado a la metáfora paterna y, por lo tanto, a una referencia fálica. En este sentido, el niño ocupa la posición de falo para el deseo materno. En contraste, el deseo en lo femenino no puede reducirse completamente a la lógica fálica, tal como lo desarrolla Lacan en Aún.

A nivel del goce, esta distinción se vuelve aún más evidente. Mientras que en lo materno el goce del cuerpo del niño como falo está prohibido, la lógica del goce femenino se caracteriza por su indecidibilidad. Esto último se articula con la noción de no-todo, lo que implica que el goce femenino no puede ser completamente capturado dentro del orden fálico y responde a una lógica distinta, que escapa a cualquier totalización.

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