miércoles, 5 de marzo de 2025

La Cosa Freudiana y el deseo como eje del retorno a Freud

Lacan vincula tempranamente el concepto de “La Cosa freudiana” con su propuesta de un “retorno a Freud”, es decir, con la relectura de los fundamentos de la praxis analítica. En el seminario 6, al abordar el fantasma fundamental, Lacan sitúa esta “Cosa” como el deseo mismo, destacando así el núcleo subversivo del pensamiento freudiano.

Desde esta perspectiva, el retorno a Freud implica recuperar la función del deseo, que había sido desplazada en favor de la demanda, y evitar la confusión entre castración y frustración. Pero, ¿por qué esta “Cosa” sería el deseo mismo? Porque en Freud el deseo desestabiliza al sujeto al confrontarlo con lo real. Aunque Freud no utiliza estos términos, en su obra se pueden rastrear conexiones entre el más allá del principio de placer y la existencia de un borde, cuyo articulador es la pulsión.

El deseo angustia al sujeto porque lo confronta con su propia falta, lo que obliga a replantear el estatuto del objeto. Así, el deseo se convierte en una búsqueda incesante de algo imposible de alcanzar. Si se interpretara desde una lógica hedonista, quedaría ligado a la noción de un Bien, y su efecto perturbador sería un accidente. Sin embargo, Freud lo concibe fuera de ese esquema: el deseo no es un accidente sino una consecuencia estructural de la falta de un complemento.

De ahí su relación con cierta intemperancia: el término alemán “Lust” abarca no solo deseo e inclinación, sino también goce, voluptuosidad e incluso codicia. Esta polisemia ilustra cómo el deseo, en su raíz, está entrelazado con la dimensión insensata del inconsciente.

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