Uno de los pilares fundamentales del Retorno a Freud propuesto por Lacan es la interrogación sobre el campo y la naturaleza de la transferencia. En La dirección de la cura y los principios de su poder, Lacan examina los efectos de lo que llama “la persona” del analista en la cura, pero no porque considere que su presencia como individuo tenga un papel en el proceso, sino como una crítica a lo que denomina la impropiedad conceptual de la contratransferencia.
La contratransferencia, según Lacan, es una noción ajena al planteo freudiano, una interferencia que traiciona los principios fundamentales del psicoanálisis. Al introducir la subjetividad del analista en la cura, se abandona la lógica del inconsciente, la repetición y la transferencia en su sentido estructural, dando lugar a una imaginización del proceso analítico.
Lacan no solo señala este desvío teórico, sino que también busca desmantelar el teatro imaginario que sostiene la noción de contratransferencia. La considera una impostura, un mecanismo de suplantación que introduce los prejuicios del analista en la sesión. De esta manera, cuando la contratransferencia se convierte en el eje del análisis, se pierde el carácter subversivo del planteo freudiano.
Para Freud, el analista no dirige la cura ni actúa como un sujeto dentro de ella. Su papel es el de un objeto en la transferencia, una función que permite que el proceso analítico continúe sin ser perturbado por la subjetividad del analista. Así, lo que Lacan denuncia no es solo un error teórico, sino una desviación que compromete la esencia misma del psicoanálisis.
miércoles, 5 de marzo de 2025
La crítica de Lacan a la contratransferencia: un retorno a Freud
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