lunes, 22 de mayo de 2017

¿Qué es la locura para el psicoanálisis?

El psicoanálisis no contempla una definición unívoca del término locura, ya que es utilizado para nombrar fenómenos muy variados; es por eso que intentaremos sostener la pregunta respecto de las diversas acepciones del mismo. Ni en Freud ni en Lacan se encuentran posiciones definidas, si bien hay algunas pistas que procuraremos seguir. Por lo pronto, digamos que Lacan insistentemente se refiere a la locura en tanto fenómeno. 

Al igual que el castellano, tanto el francés como el alemán cuentan con un término específico, diferenciable del de psicosis, en francés: folie y en alemán: Verrücktheit. Ambos sugieren un estado transitorio más que una estructura y son utilizados también de un modo coloquial, como cuando decimos de alguien que "está loco'.

A modo de introducción veamos algunas de las alternativas que se nos han presentado a la hora de intentar circunscribir el término.

a. Locura equivalente a psicosis.
Con sólo recordar el título del conocido libro de Foucault "Historia de la locura en la época clásica", se coincidirá en que los términos locura y psicosis son tratados habitualmente como sinónimos. También en Lacan encontramos este empleo, como p.ej. cuando se refiere al loco Schreber.

b. Locura opuesto a psicosis.
Especialmente a partir de los desarrollos de Jean-Claude Maleval y Juan David Nasio se ha recuperado la preocupación por aislar las psicosis de las locuras, diferencia que ya estaba notoriamente presente en Freud, quien no vacilaba en incluir las manifestaciones más "locas", incluyendo delirios y alucinaciones, entre los síntomas de la histeria y de la "Amentia de Meynert"; recordemos también aquella "neurosis" que llamó "demoníaca".

De allí se infiere que no sólo en la psicosis puede haber alucinaciones y delirios, sin embargo, veremos que su estructura es diferente en neurosis y psicosis.

Éste será entonces un segundo modo de pensar la locura, en su diferencia respecto de la psicosis.

c. Locura y desencadenamiento.
De lo dicho se desprende que no necesariamente hay que ser psicótico para estar loco, pero también habría que considerar su contrapartida: no alcanza con que la estructura sea la de la psicosis para estar loco. Así como puede haber alucinaciones y delirios sin que se trate de una psicosis, no siempre hay alucinaciones y delirios en la psicosis.

Es necesario entonces diferenciar la psicosis desencadenada de la que no lo está, ya sea porque se ha estabilizado o porque nunca se desencadenó. De hecho, bien puede confundirse una prepsicosis con una neurosis y no todas las psicosis se desencadenan.

La pregunta acerca de por qué hay psicóticos que no alucinan ni deliran, en los que tampoco es fácil encontrar algún tratamiento especial del lenguaje, Lacan la respondió tempranamente diciendo que no alcanza con la forclusión del significante del Nombre del Padre para que una psicosis se desencadene, sino que hace falta además el encuentro con UN padre. Y ofrece una indicación clínica precisa: búsquese en el desencadenamiento de toda psicosis esa coyuntura dramática ... la encontrarán siempre ... , dejando establecido que la psicosis no evoluciona de un modo insidioso sino que se desencadena ante determinado acontecimiento que deja al sujeto sin capacidad para responder. Tal coyuntura dramática bien podría no presentarse durante el transcurso de toda una vida.

Ahora bien, esta pregunta que Lacan contestó en 1958, a nuestro modo de ver también subyace al seminario XXIII, casi 20 años más tarde, seguramente re formulada y en un contexto diferente, ya que allí Lacan ya no considera a la estructura fundada en el Significante del Nombre del Padre, a todo o nada; habiendo introducido LOS Nombres del Padre, el padre tendrá una función suplementaria y no de fundamento.

Es en este contexto que Lacan se pregunta si Joyce es/está loco. Aun cuando afirma que Joyce tiene una Verwerfung de hecho, parece que esto no alcanza para estar loco.

La pregunta podría ser: cómo es que Joyce, teniendo una Verwerfung de hecho del Significante del Nombre del Padre, no está loco; entendemos que Lacan responde con el sinthome como cuarto nudo que sostiene la estructura impidiendo que la locura se desencadene.

Si bien el nudo para ser borromeo requiere que los cruces se respeten (de tal modo que ninguno de los anillos penetre el agujero del otro ni quede suelto), podemos decir sin embargo -siguiendo el razonamiento de Lacan a partir del seminario XXl- que no necesariamente e! nudo tiene que ser borromeo para que no haya locura (aunque aparentemente sí para poder hablar de neurosis). Alcanza con que el error de nudo esté "corregido" por un cuarto nudo, para que la mentalidad se sostenga. "Entre locura y debilidad mental no tenemos sino la elección". O locura o debilidad mental.

Ni siquiera haría falta que se trate de 3 anillos; también en el nudo de trébol de la paranoia, si los cruces se respetan o bien están "reparados", se mantiene la consistencia de la debilidad mental. De lo contrario, el nudo se desanuda, resultando una sola cuerda sin anudar.
Esta misma conclusión se desprende del nudo de Joyce. Si hay error de nudo y es reparado por un cuarto anillo -al que llamará sinthome cuando la reparación es exitosa-, no hay locura. Así, aun suponiendo una "Verwerfung de hecho", resta saber si Joyce estaba loco. Al menos ésta es la pregunta con la que Lacan insiste en el Seminario XXIII: "¿Desde cuándo se puede decir que alguien es (está) loco?"

Tenemos entonces un tercer modo de pensar la locura, esta vez en relación al desencadenamiento de la estructura. Sería también una manera de decir que sinthome y locura se excluyen: o sinthome o locura, es decir que el sinthome garantizaría la debilidad mental, la de todos.

d. La locura como inherente al ser del hombre en general.
Es cierto que hay locos y locos; iremos viendo distintas clases de locura: no es lo mismo ser loco, estar loco, volverse loco, hacerse el loco. Lacan dice que el mundo bien instituido indica que cada uno tiene el derecho de ser loco, a condición de permanecer loco separadamente, y que la locura comienza al querer imponer su locura privada al conjunto de los sujetos.'

Lo que es indudable es que el tema de la locura nos concierne a todos. En 1946, en Acerca de la Causalidad Psíquica, Lacan dice que "el fenómeno de la locura no es separable de! problema de la significación para el ser en general, es decir, del lenguaje para el hombre" y que "al ser del hombre no sólo no se lo puede comprender sin la locura, sino que ni aun sería e! ser del hombre si no llevara en sí la locura como límite de su libertad."

Jean AlIouch afirma: "No hay no loco':' El fenómeno de la locura es inherente al ser del hombre en tanto afectado por el lenguaje.

e. Está loco el que se la cree.
En ese mismo Escrito de Lacan es donde podemos encontrar las más preciosas indicaciones acerca de la locura, y es donde nos propone esta interesante definición: ser loco es creérsela - el que se la cree está loco. Las coordenadas para aefinir la locura las va a tomar de Hegel, y son la infatuación, la ley del corazón y el alma bella. Trataremos de pensar entonces si la locura, definida en estos términos, guarda alguna relación con la melancolía.

Fuente: Heinrich Haydée, "Locura y melancolía", CAPÍTULO 1: El fenómeno de la locura

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