Lacan ha señalado que el éxito de la droga está en que permite romper el matrimonio del cuerpo con el “pequeño hace pipi” (1). El “pequeño hace pipi”, aquí, es una alusión al falo y al goce que se obtiene de él. Allí donde el falo hace irrupción, la droga permite romper el casamiento del falo con el cuerpo, evitando la angustia y las operaciones simbólicas necesarias para instrumentalizar el falo.
Que se rompa el matrimonio implica por lo menos que ya ha habido una inscripción del falo (2) y que se rompe con algo del orden simbólico, representado aquí por el matrimonio. Claro está que el “romper” mismo nos habla de algo que no pasa por lo simbólico, dado que ya hay carriles preestablecidos simbólicamente para hacer con los matrimonios cuando concluyen. Con esto hay primero una inscripción simbólica del falo y luego una ruptura, que no pasa por el orden simbólico pero que lo afecta.
Es obvio también que no todas las drogas y que no siempre la función que cumple la droga en la economía psíquica de un sujeto pasa por la ruptura. Sabemos de muchos que han utilizado la droga con finalidades de simple embriaguez o drogas que simplemente alteran la sensibilidad sin que la ruptura con el Otro se produzca. Por ejemplo es lo que sucede con la marihuana (aunque no siempre), siendo en muchas ocasiones utilizada para facilitar los lazos sociales. En algunas ocasiones el alcohol es utilizado con igual finalidad. Y necesariamente ese uso no se confunde con la toxicomanía o la manía por el tóxico.
Hace años Miller ha hecho una interesante distinción entre drogas que promueven la alienación y drogas que promueven la separación, siendo la heroína la que más se acomoda a las drogas de separación (3).
Y es justamente una ilustración de esta distinción la que presenta William Burroughs en una entrevista que le realizaran en 1974. El entrevistador, Victor Bockis (4), pregunta a Burroughs si la droga más vendible no sería aquella que mejorase las relaciones sexuales. Burroughs, quien ha sido consumidor de diversas drogas, responde negativamente. Señala que:
“la droga que siempre se vende más en cualquier mercado, y que acabará sustituyendo a cualquier droga que posibilite más la relación sexual, es la droga que hace innecesaria la relación sexual, es decir, la heroína”.
Entonces presenta a la heroína como una droga que permite romper con el cuerpo del Otro sexuado, e incluso que hace innecesaria la relación sexual. Es decir que se deja de lado el problema sexual, de la castración y de la no existencia de la relación sexual; con el uso de la heroína un sujeto encontraría superflua la existencia del problema sexual mismo.
Jacques-Alain Miller (5) ya había señalado en 1989 que la toxicomanía es menos “una solución al problema sexual que la huida ante el hecho de plantearse ese problema”.
De lo que se trata en la toxicomanía es, entonces, de una evasión al problema de la castración y de la no relación sexual.
Claudio Spivak
Notas
(1) Lacan, J. (1975) "Jornada de los cárteles de la Escuela Freudiana de París". Inédito.
(2) Laurent, E. (1994) “Tres observaciones sobre la toxicomanía”, en Instituto del Campo Freudiano Sujeto, Goce y Modernidad II. Atuel, Buenos Aires
(3) Miller, Jacques-Alain (1998) “El síntoma y el cometa”. En Miller, J-A y otros El síntoma charlatán. Editorial Paidos. Buenos Aires, 1998.
(4) Bockris, Victor, Con William Burroughs; Conversaciones privadas con un genio moderno. Ed. Alba, Barcelona, 1998.
(5) Miller, J-A. (1989) Para una investigación sobre el goce auto-erótico, en Fundación del Campo Freudiano Sujeto, Goce y Modernidad I. Atuel. Buenos Aires. 1991.
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