sábado, 22 de febrero de 2025

¿Dónde situar al objeto a?

El objeto a, según Jacques Lacan, es el objeto causa del deseo. No se trata de un objeto del mundo, sino de algo no representable, identificado solo a través de fragmentos parciales del cuerpo: el seno (succión), las heces (excreción), la voz y la mirada. Su función es sostener la falta en ser que define al sujeto del deseo.

Constitución del Objeto a

Este objeto se genera en el espacio que la demanda abre más allá de la necesidad que la origina. Por ejemplo, ningún alimento puede satisfacer completamente la demanda del seno, pues este adquiere un valor más allá de la necesidad: se convierte en la condición absoluta de existencia del sujeto deseante. Al desprenderse de la imagen del cuerpo, el objeto a ocupa el lugar de una falta, reemplazando la ausencia de una causa para la castración. La castración, entendida como la simbolización de la falta de pene en la madre, no tiene una causa real, sino estructuralmente lógica.

Incidencias del Objeto a

El objeto a se encuentra en diversos momentos de la existencia del sujeto:

  • En el nacimiento, el niño es un resto de la cópula, un objeto que emerge entre lo biológico y lo simbólico.
  • En la constitución del fantasma, se convierte en el objeto que el sujeto cede como precio de su existencia, atándolo a una relación de reciprocidad disimétrica.
  • En la experiencia amorosa, encarna la falta maravillosa que el objeto amado oculta o revela.
  • En el acto sexual, opera como mediación ante la imposibilidad de la fusión total con el Otro.
  • En el afecto, se manifiesta en experiencias como el duelo (al perder a quien nos consideraba su objeto), la vergüenza (al ser expuestos a la mirada del otro), la angustia (como percepción del deseo inconsciente) y el suicidio (cuando se rompe la estructura del fantasma y el objeto a se desplaza fuera de la escena).
El Objeto a en la Enseñanza de Lacan

La evolución del concepto de objeto a en la obra de Lacan refleja su complejidad e inaprensibilidad. Inicialmente, designaba al objeto del yo, el "pequeño otro" imaginario. Posteriormente, en La ética del psicoanálisis (1960), Lacan lo asocia con das Ding freudiano: la Cosa, un real inaccesible, perdido con la entrada en el lenguaje.

El concepto se enriquece con la noción de objeto transicional de Winnicott, que ilustra cómo el objeto a se ubica en un espacio paradójico, ni interno ni externo al sujeto. En El deseo y su interpretación, Lacan lo define como objeto del deseo, y en Subversión del sujeto y dialéctica del deseo (1960), destaca su incompatibilidad con la representación: el objeto del deseo es un fantasma o un señuelo.

Con el tiempo, Lacan introduce la idea del objeto a como causa del deseo y de la división del sujeto. En La angustia (1962-63), desarrolla su topología, mostrando su función en diversas estructuras clínicas: enmascarado en la neurosis, objetivado en la perversión y alucinado en la psicosis.

En El revés del psicoanálisis (1969-70), el objeto a se asocia con el concepto marxista de plusvalía, convirtiéndose en el "plus-de-gozar" que estructura los discursos sociales. Finalmente, en RSI (1974), aparece como el punto de anclaje entre los registros real, simbólico e imaginario dentro del nudo borromeo.

El Objeto a y la Ciencia

Para Lacan, el objeto a no es un objeto de la ciencia. Mientras la ciencia busca eliminar la subjetividad reduciéndola al error, el psicoanálisis sostiene la imposibilidad de cerrar la brecha en el saber. La verdad, lejos de ser eliminada, retorna en lo real, manifestándose en los objetos producidos por la tecnología moderna, que no son más que nuevas formas de encubrir el objeto a.

El psicoanálisis no aspira a ser una ciencia del objeto a, sino que reconoce su función estructurante en el sujeto. Desde esta perspectiva, cada sujeto es responsable de su propia posición en el deseo, ya que el objeto a marca la falta fundamental que lo constituye.

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