sábado, 22 de febrero de 2025

Las cartas cortesanas del Tarot: un viaje a través del árbol de la vida.

En el uso ordinario de adivinación que se le da al Tarot, las cartas cortesanas (rey, reina, caballo y sota) representan personas con diversas características. No obstante, todo el tarot está hecho en base para un trabajo no solo adivinatorio, para ver que fuerzas espirituales (sephiroticas) estan actuando, sino para trabajar en el árbol, tanto en los senderos como en los mundos y es una forma de alcanzar el Despertar del Adepto.

Si queremos ubicar las cartas cortesanas en el Árbol de la vida, notamos que:


Tenemos al rey (de los 4 palos) en Chokmah, a la reina en Binah, al príncipe en Tipharet y a la princesa en Malkuth. La princesa está "dormida" y el príncipe (Tiphareth, la esfera de la conciencia elevada, el despertar del alma en el estado de adepto) la rescata de su sueño eterno.

Esto, evidentemente, nos pone en el cuento de "La bella durmiente". Repasémoslo, mientras lo relacionamos con la Cábala.

Érase una vez un reino donde nació una princesa a quien llamaron Aurora. Su llegada al mundo fue recibida con júbilo, y las hadas le concedieron dones maravillosos: belleza, gracia y dulzura. Sin embargo, una de las hadas, que representaba la fuerza oculta del destino (Daat, la sephirá oculta), lanzó una profecía ineludible: al cumplir los 16 años, la princesa se pincharía con el huso de una rueca y caería en un profundo sueño del que solo el amor verdadero podría despertarla.

Este cuento clásico, más allá de su encanto infantil, puede interpretarse a la luz de la Cábala, la tradición mística judía que revela la estructura del alma y del universo a través del Árbol de la Vida.

La Caída y el Sueño: Maljut y la Desconexión Espiritual

Aurora, al pincharse con el huso, cae en un sueño profundo, un estado de inconsciencia similar al exilio del alma en el mundo material. En la Cábala, Maljut es la sefirá más baja del Árbol de la Vida, asociada con la realidad física y la separación de la divinidad. Este mundo de Maljut es el plano donde el ser humano olvida su esencia y vive sumergido en la ilusión, igual que Aurora atrapada en su letargo.

El Encantamiento: Biná y la Ley del Destino

El hechizo que sella su destino puede relacionarse con Biná, la sefirá de la comprensión y la estructura. En la Cábala, Biná es la matriz de las leyes cósmicas, el principio de causa y efecto que determina el curso de los acontecimientos. La maldición de la princesa simboliza la rigidez de un destino que parece ineludible, como la idea cabalística de que el alma debe pasar por un proceso de corrección (Tikun) para alcanzar su redención.

El Príncipe: Tiferet y la Redención del Alma. El príncipe que atraviesa los peligros y enfrenta la oscuridad simboliza Tiferet, la sefirá del equilibrio y la misericordia, el punto donde el amor y la compasión iluminan la senda del despertar.  El hada mala se transforma en un dragón negro, en la versión de Disney, es el corvo dragón de los qliphot de Daat. En la Cábala, el alma necesita ser despertada por la luz divina, tal como Aurora solo puede salir de su sueño con el beso del amor verdadero. El beso representa la unión del alma con su fuente, la reintegración de la chispa divina en el flujo de la vida.

El Despertar: Kéter y la Iluminación. Cuando la princesa abre los ojos, todo el reino despierta con ella. Esto se asemeja a la elevación del alma hacia Kéter, la sefirá más alta del Árbol de la Vida, donde la conciencia individual se funde con la totalidad del ser. La Bella Durmiente, al despertar, deja atrás la ignorancia y la ilusión, alcanzando un estado de plenitud y conexión con su verdadero propósito.

La historia de Aurora, vista a través de la Cábala, deja de ser un simple cuento de hadas para convertirse en una metáfora del viaje del alma. Desde la caída en la materia hasta el despertar espiritual, su historia es reflejo del sendero cabalístico: un camino de aprendizaje, transformación y redención.

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