miércoles, 1 de abril de 2020

Lacan con Saussure: el inconsciente estructurado como un lenguaje.


Fuente: Clase del 23/8/12 de Daniel Zimmerman, cátedra "Psicoanálisis II" en la UMSA.

Vamos a poner a prueba lo que dice Lacan tomando a Freud, de que el inconsciente funciona como una escritura en imágenes y si puede estar ligado o no a los estudios sobre el lenguaje, que venían desarrollándose contemporáneamente.

Para eso sugerimos ir a Ferdinand de Saussure y su teoría del signo.
PRINCIPIOS GENERALES: CAPÍTULO I: NATURALEZA DEL SIGNO LINGÜISTICO§ 1. SIGNO, SIGNIFICADO, SIGNIFICANTEPara ciertas personas, la lengua, reducida a su principio esencial, es una nomenclatura, esto es, una lista de términos que corresponden a otras tantas cosas. Por ejemplo:
Esta concepción es criticable por muchos conceptos. Supone ideas completamente hechas preexistentes a las palabras (ver sobre esto pág. 166; no nos dice si el nombre es de naturaleza vocal o psíquica, pues arbor puede considerarse en uno u otro aspecto; por último, hace suponer que el vínculo que une un nombre a una cosa es una operación muy simple, lo cual está bien lejos de ser verdad.
La forma en la que se nombran las cosas, uno podría tomarlas como algo muy natural, pero dice, no es tan sencillo como parece.
Sin embargo, esta perspectiva simplista puede acercarnos a la verdad al mostrarnos que la unidad lingüística es una cosa doble, hecha con la unión de dos términos.
O sea que está definiendo al signo como la unidad lingüística.
Hemos visto en la pág. 40, a propósito del circuito del habla, que los términos implicados en el signo lingüístico son ambos psíquicos y están unidos en nuestro cerebro por un vínculo de asociación. Insistimos en este punto.Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica.La imagen acústica no es el sonido material, cosa puramente física, sino su huella psíquica, la representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos; esa imagen es sensorial, y si llegamos a llamarla «material» es solamente en este sentido y por oposición al otro término de la asociación, el concepto, generalmente más abstracto.El carácter psíquico de nuestras imágenes acústicas aparece claramente cuando observamos nuestra lengua materna. Sin mover los labios ni la lengua, podemos hablarnos a nosotros mismos o recitarnos mentalmente un poema.
Imagen acústica no es “cómo suena”, porque si yo pienso en un caballo ahora, estoy uniendo, aunque no lo pronuncie, la imagen acústica del caballo con el concepto de caballo.
Y porque las palabras de la lengua materna son para nosotros imágenes acústicas, hay que evitar el hablar de los «fonemas» de que están compuestas. Este término, que implica una idea de acción vocal, no puede convenir más que a las palabras habladas, a la realización de la imagen interior en el discurso. Hablando de sonidos y de sílabas de una palabra, evitaremos el equívoco, con tal que nos acordemos de que se trata de la imagen acústica.El signo lingüístico es, pues, una entidad psíquica de dos caras, que puede representarse por la siguiente figura:
Estos dos elementos están íntimamente unidos y se reclaman recíprocamente. Ya sea que busquemos el sentido de la palabra latina arbor o la palabra con que el latín designa el concepto de 'árbol', es evidente que las vinculaciones consagradas por la lengua son las únicas que nos aparecen conformes con la realidad, y descartamos cualquier otra que se pudiera imaginar.Esta definición plantea una importante cuestión de terminología. Llamamos signo a la combinación del concepto y de la imagen acústica: pero en el uso corriente este término designa generalmente la imagen acústica sola, por ejemplo una palabra (arbor, etc.). Se olvida que si llamamos signo a arbor no es más que gracias a que conlleva el concepto 'árbol', de tal manera que la idea de la parte sensorial implica la del conjunto.La ambigüedad desap parecería si designáramos las tres nociones aquí presentes por medio de nombres que se relacionen recíprocamente al mismo tiempo que se opongan. Y proponemos conservar la palabra signo para designar el conjunto, y reemplazar  concepto e imagen acústica respectivamente con significado y significante; estos dos últimos términos tienen la ventaja de señalar la oposición que los separa, sea entre ellos dos, sea del total de que forman parte. En cuanto al término signo, si nos contentamos con él es porque, no sugiriéndonos la lengua usual cualquier otro, no sabemos con qué reemplazarlo.El signo lingüístico así definido posee dos caracteres primordiales. Al enunciarlos vamos a proponer los principios mismos de todo estudio de este orden.
Repasemos: Un signo es la combinación de un concepto y una imagen acústica o de un significado y significante. Es una entidad psíquica compuesta por 2 caras, que liga a un concepto con una imagen acústica, o un significado con un significante. ¿Qué relación hay entre esas 2 caras? Es una relación recíproca. Por eso Saussure los pone uno encima del otro, cerrados con un óvalo y esas flechas. Es un dibujo de lo que está sosteniendo. Es una unidad de 2 caras (una el significado y otra el significante) que para Saussure tiene 2 características: están unidos íntimamente (óvalo) y se reclaman recíprocamente (flechas). Ej: el semáforo es un signo. En el código de las normas de tránsito el color rojo quiere decir “alto”. Pero para el código marino una bandera es otra cosa, significa “prohibido bañarse”. Uno está haciendo todo el tiempo lo que dice Saussure: une concepto con imagen acústica, que se unen para funcionar como signo. Ahora Saussure va a decir que el signo tiene un par de características principales.
PRIMER PRINCIPIO: LO ARBITRARIO DEL SIGNO. El lazo que une el significante al significado es arbitrario; o bien, puesto que entendemos por signo el total resultante de la asociación de un significante con un significado, podemos decir más simplemente: el signo lingüistico es arbitrario.Así, la idea de sur no está ligada por relación alguna interior con la secuencia de sonidos s-u-r que le sirve de significante; podría estar representada tan perfectamente por cualquier otra secuencia de sonidos. Sirvan de prueba las diferencias entre las lenguas y la existencia misma de lenguas diferentes: el significado 'buey' tiene por significante  bwéi  a un lado de la frontera franco-española y böf (boeuf) al otro, y al otro lado de la frontera francogermana es oks (Ochs).El principio de lo arbitrario del signo no está contradicho por nadie; pero suele ser más fácil descubrir una verdad que asignarle el puesto que le toca.
Según Saussure, no hay mejor o peor razón para que a un concepto se le adjudique una determinada imagen acústica. La relación entre el concepto y su imagen acústica es arbitrario.
El principio arriba enunciado domina toda la lingüística de la lengua; sus consecuencias son innumerables. Es verdad que no todas aparecen a la primera ojeada con igual evidencia; hay que darles muchas vueltas para descubrir esas consecuencias y, con ellas, la importancia primordial del principio.Una observación de paso: cuando la semiología esté organizada se tendrá que averiguar si los modos de expresión que se basan en signos enteramente naturales —como la pantomima— le pertenecen de derecho. Suponiendo que la semiología los acoja, su principal objetivo no por eso dejará de ser el conjunto de sistemas fundados en lo arbitrario del signo. En efecto, todo medio de expresión recibido de una sociedad se apoya en principio en un hábito colectivo o, lo que viene a ser lo mismo, en la convención.
Eso es lo que les decía de la convención: el código. Veamos también que el lenguaje de signos también procede de la misma manera y a su vez cada lengua elige su propio lenguaje de signos. Pero si no conozco la convención no funciona.
Los signos de cortesía, por ejemplo, dotados con frecuencia de cierta expresividad natural (piénsese en los chinos que saludan a su emperador prosternándose nueve veces hasta el suelo), no están menos fijados por una regla; esa regla es la que obliga a emplearlos, no su valor intrínseco. Se puede, pues, decir que los signos enteramente arbitrarios son los que mejor realizan el ideal del procedimiento semiológico; por eso la lengua, el más complejo y el más extendido de los sistemas de expresión, es también el más característico de todos; en este sentido la lingüística puede erigirse en el modelo general de toda semiología, aunque la lengua no sea más que un sistema particular.
Se puede, pues, decir que los signos enteramente arbitrarios son los que mejor realizan el ideal del procedimiento semiológico; por eso la lengua, el más complejo y el más extendido de los sistemas de expresión, es también el más característico de todos; en este sentido la lingüística puede erigirse en el modelo general de toda semiología, aunque la lengua no sea más que un sistema particular
Saussure sostiene esto, que el símbolo sería un caso donde esta arbitrariedad es relativa. Habría un ridimento, un vínculo natural entre una y otra cara del signo. Y pone el ejemplo:
Se puede, pues, decir que los signos enteramente arbitrarios son los que mejor realizan el ideal del procedimiento semiológico; por eso la lengua, el más complejo y el más extendido de los sistemas de expresión, es también el más característico de todos; en este sentido la lingüística puede erigirse en el modelo general de toda semiología, aunque la lengua no sea más que un sistema particular.
La palabra arbitrario necesita también una observación. No debe dar idea de que el significante depende de la libre elección del hablante (ya veremos luego que no está en manos del individuo el cambiar nada en un signo una vez establecido por un grupo lingüístico); queremos decir que es inmotivado, es decir, arbitrario con relación al significado, con el cual no guarda en la realidad ningún lazo natural.
Atención, tenemos que pensar “arbitrario” no como que se puede usar arbitrariamente, sino que hay una relación inmotivada entre un elemento y el otro. No hay nada en su concepto que motive, dice Saussure, su denominación tal o cual. A su vez nos recuerda que como usuarios no podemos hacer un uso arbitrario de un significante y ponérselo a otro significado. Yo diría que en el lenguaje común, eso funciona así. Cuando vean psicosis, van a ver que en las esquizofrenias, aparece esto de inventar nuevas palabras. Se toman la libertad de ligar o asignar un significante a un concepto o significado que no le corresponde. O atribuirle a ese significante otro significado.
Señalemos, para terminar, dos objeciones que se podrían hacer a este primer principio:1° Se podría uno apoyar en las onomatopeyas para decir que la elección del significante no siempre es arbitraria. Pero las onomatopeyas nunca son elementos orgánicos de un sistema lingüístico. Su número es, por lo demás, mucho menor de lo que se cree. Palabras francesas como fouet  'látigo' o glas  'doblar de campanas' pueden impresionar a ciertos oídos por una sonoridad sugestiva; pero para ver que no tienen tal carácter desde su origen, basta recordar sus formas latinas (fouet deriva de fāgus 'haya', glas es classicum); la cualidad de sus sonidos actuales, o, mejor, la que se les atribuye, es un resultado fortuito de la evolución fonética.
Podríamos preguntarnos por que se le dice ring al sonido del teléfono. ¿Hay alguna relación entre el sonido del timbre y el nombre? ¿Hay algo natural o se cumple que es arbitrario?
En cuanto a las onomatopeyas auténticas (las del tipo glu-glu, tic-tac, etc.), no solamente son escasas, sino que su elección ya es arbitraria en cierta medida, porque no son más que la imitación aproximada y ya medio convencional de ciertos ruidos (cfr. francés  ouaoua y  alemán wauwau, español guau guau) . Además, una vez introducidas en la lengua, quedan más o menos engranadas en la evolución fonética, morfológica, etc., que sufren las otras palabras (cfr. pigeon, del latín vulgar pīpiō, derivado de una onomatopeya): prueba evidente de que ha perdido algo de su carácter primero para adquirir el del signo lingüístico en general, que es inmotivado.
La otra cuestión que se plantea para demostrar que no son naturales, son las exclamaciones.
2° Las exclamaciones, muy vecinas de las onomatopeyas, dan lugar a observaciones análogas y no son más peligrosas para nuestra tesis. Se tiene la tentación de ver en ellas expresiones espontáneas de la realidad, dictadas como por la naturaleza. Pero para la mayor parte de ellas se puede negar que haya un vínculo necesario entre el significado y el significante. Basta con comparar dos lenguas en este terreno para ver cuánto varían estas expresiones de idioma a idioma (por ejemplo, al francés aïe!, esp. ¡ay!, corresponde el alemán au!). Y ya se sabe que muchas exclamaciones comenzaron por ser palabras con sentido determinado (cfr. fr. diable!, mordieu! = mort Dieu, etcétera).En resumen, las onomatopeyas y las exclamaciones son de importancia secundaria, y su origen simbólico es en parte dudoso.
Vimos la arbitrariedad del signo, vimos la arbitrariedad del concepto con la imagen acústica, de que no es una relación natural. 
§ 3. SEGUNDO PRINCIPIO: CARÁCTER LINEAL DEL SIGNIFICANTEEl significante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve en el tiempo únicamente y tiene los caracteres que toma del tiempo: a) representa una extensión, y b) esa extensión es mensurable en una sola dimensión; es una línea.Este principio es evidente, pero parece que siempre se ha desdeñado el enunciarlo, sin duda porque se le ha encontrado demasiado simple; sin embargo, es fundamental y sus consecuencias son incalculables: su importancia es igual a la de la primera ley. Todo el mecanismo de la lengua depende de ese hecho (ver pág. 147). Por oposición a los significantes visuales (señales marítimas, por ejemplo), que pueden ofrecer complicaciones simultáneas en varias dimensiones, los significantes acústicos no disponen más que de la línea del tiempo; sus elementos se presentan uno tras otro; forman una cadena. Este carácter se destaca inmediatamente cuando los representamos por medio de la escritura, en donde la sucesión en el tiempo es sustituida por la línea espacial de los signos gráficos.En ciertos casos, no se nos aparece con evidencia. Si, por ejemplo, acentúo una sílaba, parecería que acumulo en un mismo punto elementos significativos diferentes. Pero es una ilusión; la sílaba y su acento no constituyen más que un acto fonatorio; no hay dualidad en el interior de este acto, sino tan sólo oposiciones diversas con lo que está a su lado.
Acá habla del carácter lineal del significante. Podríamos decir que el signo es la unidad que sostiene nuestra comunicación, en la medida que compartimos un código común, con ciertas normas. El diccionario podría ser la acumulación de la diversidad de ligazones entre conceptos e imágenes acústicas.

La pregunta sería:  ¿Acaso los ejemplos que hemos tomado, tanto de los chistes o de los sueños, no hemos encontrado el sentido del sueño “autoerotismo”, “sátiro”, “hombre-hora” o no nos hemos sonreído con un chiste, sino justamente por algo de esta unidad tan estricta que plantea el signo en cuanto a la relación significante – significado, no se ha roto? Lo que puede leerse en Freud al hablar del mecanismo de trabajo del sueño, justamente ¿no tiene que ver con un trastocamiento de los elementos que componen ese signo? Y cuando habla de acertijo en imágenes, ¿no está diciendo de alguna manera, a su modo, de una cierta perturbación que se puede leer en estos términos?

 La conformación de una unidad de 2 caras, que se reclaman recíprocamente, que están estrechamente ligadas, ¿no es perturbada en la medida en que se busca la gracia del chiste, o del sueño cuando intenta expresar su sentido oculto?

Tomemos un chiste: “Ayer dormí con el pijama de cuadritos, y Cuadritos durmió desnudo”. Para Saussure arriba es el concepto de pijama. Si cuando dije “pijama de cuadritos” todos visualizamos un pijama a cuadritos, es porque unimos el concepto pijama as su imagen acústica (su significante a su significado). El chiste sigue y dice “Cuadritos durmió denudo”. 
¿Qué pasó en el medio para que nos produjera gracia? Cuando más adelante trabajemos la frase “el deseo del hombre, es el deseo de Otro”, ya quedan advertidos de cómo escuchar a ese “de”. 

¿Cuál es el colmo del bombero? El significante “bombero” lo ligamos a persona que corre a apagar los incendios. Nos mete de lleno ahí. “Tener un hijo chorro y una hija manguera”. Entonces podríamos hacer la misma operación. Si seguimos la línea del cuarte de bomberos, “manguera” y “chorro” tienen una connotación normal en un cuartel. Por supuesto, una “hija manguera” en el sentido que tira agua no existe. Al final, uno podría notar que el chiste nos presenta 2 signos: chorro y manguera. El chiste juega con que manguera y chorro son significantes que se ligan a conceptos que tienen que ver con los bomberos, pero como dijimos antes, a su vez chorro se usa para designar a un ladrón. Y en manguera aparece una pedigüeña. 

Para que los chistes den gracia, tienen que haber una operación previa. Producen gracia porque lo que se hizo fue romper con las leyes que plantea Saussure para los elementos que se juegan en el signo. Los liberó de su relación íntima y su ligazón de reclamo recíproco. Esta es la tesis fuerte, tenemos que llegar a que para lograr el efecto tenemos que desligar del reclamo recíproco al significante y al significado, para dejar al significante disponible y que se liguen con otros significantes, que después se van a empalmar con otros significados. Se está rompiendo la estructura, la relación del signo. El significante pasa a primer plano. Eso quiere decir que ahora lo escribiríamos así:
S
s
Todo mi esfuerzo didáctico fue pasar del otro signo a esto. Esto es lo que Lacan propone como el algoritmo del inconsciente. Lo propone como que así funciona el inconsciente y que eso puede leerse en Freud aunque no esté trabajado en estos términos.

¿Qué vemos acá? S mayúscula es el significante, s minúscula es el significado. También está la barra, que ya no es la barra de Saussure. Es la barra, dice Lacan, de la represión. Primero debemos reconocer que estos elementos están en juego en la construcción del chiste, los fallidos y los sueños. Y segundo, debemos advertir que en esto que nos propone Lacan al signo lingüístico le sacó la barra, le sacó las flechas, le sacó el óvalo y puso el denominador en el numerador. Es decir, que el inconsciente va a dar privilegio o primacía al significante.

Entonces, yo podría decir que esto me está diciendo que para el inconsciente rompe la estrecha relación y reciprocidad del significante y significado, que toma como privilegio el significante y que a su vez la barra ya no nos indica 2 caras sino que nos sitúa nada menos que en la represión. Deja libre el significante para que entre en juego con otros significantes.

El próximo paso está en Roman Jakobson: “Lingüística y poética. Este autor presenta distintos modos de mensaje y entre todos ellos, intenta conocer en qué se distingue el lenguaje poético del lenguaje común.

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