Notas de la conferencia dictada por Raul Yafar, Martes 12 de octubre de 2021 "Depresión y renegacion" - Centro Dos. Sumamos las notas de la conferencia "La anulación del sujeto" del 2022, centro Dos. En esta conferencia del 2016, el autor delimitó el discurso depresivo. Para ese entonces, no estaba seguro del mecanismo estructurante implicado.
Existen cuadros en el borde de la neurosis, en el sentido que no siguen los patrones clásicos que fuimos aprendiendo. No están por fuera del contexto de la neurosis, podríamos decir que se encuentran en "la antesala de la neurosis", como es el caso de las depresiones.
De las depresiones, existe la referencia a Duelo y melancolía, un díptico muy cerrado en sì mismo. La depresión, sin embargo, puede ser considerada un tercer cuadro (Lo sostiene en su libro). La depresión es muy diferente a la melancolía. Insisto en que vale elevar a la depresión al nivel de un discurso, en el sentido de los discursos de Lacan, más allá de las manifestaciones conductuales.
Existen otros cuadros "paraneuróticos", que no entran dentro del terreno de las neurosis clásicas -histeria, neurosis obsesiva, fobia-, sino que la suplementan. Se trata de los fenómenos de anulación subjetiva, mecanismos donde queda abolido el efecto sujeto. Para ello me dirigí al concepto freudiano de renegación ó desmentida. En Freud hay de 20 a 30 referencias a este concepto. Lo interesante de este concepto es que responde a una multiplicidad de mecanismos. Quien notó esto fue Claude Rabant, por ejemplo en "Inventar lo real", donde a él le llama la atenciónla relación entre la renegación y la desubjetivación o anulación subjetiva.
A esto, hay que sumarle los conceptos de locura no psicótica, como las teorizaciones de Hegel en Fenomenología del espíritu, que no son psicóticas. Además, el concpto de carácter, que en Freud aparece desarrollado. Podemos pensar que en las depresiones hay un funcionamiento fantasmático coagulado, cerrado.
Empecemos diferenciando cuadros relacionados a los dolores, las tristezas y fenómenos de variación del estado del ánimo. Hay mucha variedad clínica que se medica con antidepresivos. Si a eso le sumamos los duelos, tenemos un campo vasto. La melancolía es un campo, pues hay melancolizaciones neuróticas y también las hay psicóticas. Las depresiones tienen que ver con la tristeza, la congoja, que incluyen cuadros como:
- El duelo.
- Melancolía.
- Duelos patológicos.
- Bipolaridad.
La depresión como cuadro. No se trata de la conducta depresiva, porque en sí mismo eso no dice nada. La manifestación de la conducta no resulta suficiente, acá pensamos a la depresión como mecanismo, estructura ó un discurso. Alguien puede ser un irónico y presentar un discurso depresivo. Incluso puede ser alguien que frecuentemente hace chistes y tener un discurso depresivo.
Aunque Freud nunca habló de esto, en Freud hay unas interesantes referencias en La transitoriedad (1915), mismo año que Duelo y melancolía. que se refieren a lo queremos situar. Duelo y melancolía es un texto metapsicológico, junto a Pulsiones y sus destinos, La represión, entre otros.
La transitoriedad, en su comienzo, habla de algo interesante para situar la represión. Freud está caminando por una campiña florida en verano, junto a dos amigos. Uno de ellos es un poeta amigo de Freud y del otro está el amigo taciturno, que no dice una palabra. En el poeta se escucha el discurso depresivo. Pese a que Freud no lo indica, Freud debe haber dicho algo tipo "Qué linda esta mañana", porque según Freud dice:
El poeta admiraba la hermosura de la naturaleza que nos circundaba, pero sin regocijarse con ella. Lo preocupaba la idea de que toda esa belleza estaba destinada a desaparecer, que en el invierno moriría, como toda belleza humana y todo lo hermoso y lo noble que los hombres crearon o podrían crear. Todo eso que de lo contrario habría amado y admirado le parecía carente de valor por la transitoriedad a que estaba condenado.
Es decir, el poeta reconoce la belleza (sensorialmente), PERO no la puede disfrutar (acontecimiento del cuerpo). Se niega a aceptar circular su vida pulsional ante esa belleza que lo podría hacer gozar. Esto mismo es lo que le pasa al depresivo. Entre la admiración y el disfrute posible del poeta, se interpone una valoración negativa: las flores se van a marchitar. El poeta se niega a toda una intrincación pulsional (mirar u oler las flores, por ejemplo) porque algún día se van a marchitar. El terreno de lo que se pierde y de la falta, para este poeta, es algo negativo.
El depresivo es un argumentador, está a nivel de lo conceptual. Es decir, no es alguien que camine solo y hace de su discurso depresivo casi una ideología. Como si fuera un filósofo, conceptualiza la situación y argumenta. Por lo tanto, más allá de las conductas que asociamos a la depresión, nos interesa esta argumentación y este discurso.
Todo el texto de Lo perecedero gira alrededor de esta discusión ética, pues hay una ética en la depresión y Freud responde a eso en el contexto de 1915 y la Primera Guerra Mundial.
¿Vale la pena amar, disfrutar del amor, si ese vínculo puede marchitarse? ¿Vale la pena, pese a que no sea eterno? Este poeta diría que no. El depresivo se niega a entrar al circuito del amor y del dolor. No hay amor sin dolores posibles, tarde o temprano el amor puede terminar y extinguirse. El depresivo no quiere amor ni dolor, solo aceptaría algo eterno, algo inteligible y no corruptible como el mundo de las ideas de Platón. El discurso del depresivo, en este punto, se convierte en ideología, porque lo defiende conceptualizando y argumentando. Es el caso del poeta que debate con Freud.
Pensemos el objeto en el depresivo: más que idealizado, está "idolizado". Por ejemplo, en el caso de las flores. No es que estén idealizadas, sino idolizadas. En estos casos, el ideal está profundamente alterado. Se trata de un narcisismo que solo acepta la eternidad, sino se niega el disfrute. Entonces escuchamos cosas como "No vale la pena amar, porque el amor termina", "Si no es el príncipe azul, no me enamoro". Se queda fuera del juego del deseo y, por lo tanto, fuera de la castración y la pulsión. está en la antesala del intercambio de objetos.
El depresivo cree en un falo que jamás cae, un ídolo, un objeto eterno, "platónico". Esto, conceptualmente, es una forma de goce que si bien no está en el objeto (ej. las flores), está en este objeto inexistente. Por otro lado, el depresivo intenta destruir prematuramente el objeto, pues el pintor ya se imagina la flor marchita antes de que se marchite.
Indicaciones clínicas
El depresivo hará con su analista lo mismo que hace con los objetos del mundo. El depresivo les hará esta pseudo-pregunta: ¿Y para qué...?. En cambio, el melancólico se aparece a la consulta con autorreproches, creyendo que merece la muerte, no el amor.
- No se trata de un duelo, ni del dolor frente una pérdida.
- Tampoco es una melancolía, que tienen una alteración profunda del yo. En la melancolía no hay lazo social, mientras que el depresivo hace discurso. En ese sentido, el depresivo está dentro del discurso puede ir a análisis a buscar a un Otro con el cual discutir, refutar, hace ideología.
- Finalmente, no es un duelo patológico, es decir, aquellos que no han cumplido con los pasos esperables del duelo. Es como si el muerto solo hubiera desaparecido y en cualquier momento fuera a aparecer.
- Tampoco es bipolaridad, es decir, estas manías medicadas que aplanan al sujeto. En estos casos, la manía es lo central y las fases depresivas el resultado de la medicación y las intervenciones para el brote.
La posición del depresivo que estamos viendo es la antesala de la neurosis. Mira todo desde afuera.
No hay que creer que el depresivo entró en análisis porque hace 5 años está en la consulta. El gran trabajo a hacer es que entre en análisis, que su discurso varíe y entre en la concatenación del deseo. Para el depresivo, ni vale la pena traer un sueño.
En la dirección de la cura, no se trata de alentar ni confrontar este discurso. El depresivo es un filósofo con afilados argumentos. Más bien hay que ir a revelar este objeto eterno que él ha inventado, por ejemplo, la flor eterna, el príncipe azul, etc. En nombre de este objeto existente, el depresivo destruye al mundo.
Por otro lado, son pacientes que no quieren saber nada de lo femenino, es decir, con el manejo de la falta y el no-todo. El falo está en estado de exaltación.
La anulación subjetiva
Verleugnung fue traducida como renegación, o más tarde, desmentida. En la obra de Freud, el concepto está utilizado de diversos modos. A veces lo aparenta con la psicosis, con la perversión; otras veces, con la neurosis. El punto en común de los usos que Freud les dio es que en todos los casos se anula la subjetividad, lo que Lacan llama efecto sujeto se empieza a volatilizar.
La Verleugnung siempre se relaciona con la castración y el universo de la falta, en el sentido de los modos que el sujeto encuentra diversos modos de evitarla. Freud y otros autores señalan contenidos de tono negativo (aunque no siempre preciso), siempre se trata de desdecir, negar, retractar, desaprobar, desautorizar, repudiar, negar, renegar... Todas estas formas de anulación del sujeto tienen este tono negativo, impreciso, inespecífico, variado y siempre aluden a hacer algo con la falta, para anularla.
Por momentos la Verleugnung se presenta de forma negadora, rehustativa, expulsiva y renunciativa. La negación y la renuncia se refieren más al objeto, que no es aceptado o incorporado. La expulsión y el rehusamiento tienen más que ver con actos del sujeto.
Freud vuelve una y otra vez al concepto de Verleugnung, pero la aplicación que Freud le da varían de sentido. Por cuestiones metapsicológicas, ya no se puede hablar de represión para la neurosis y renegación para las perversiones, cosa que se popularizó con las estructuras clínicas del primer Lacan. En el seminario 4, aparece la fobia relacionada con el fetiche y se establecen estructuras. Podemos decir que la Verleugnung es un mecanismo cotidiano que cualquier estructura puede utilizar, incluso en la psicosis.
Algunos sentidos para pensar la Verleugnung son:
- La creencia.
- Lo insoportable, el dolor.
- Las particiones del sujeto.
- La mentira, la desmentida.
- El borramiento de las huellas.
- Adjuración.
- Los mecanismos del sacrificio y el chivo expiatorio.
- Los canallas.
Son mecanismos que vemos todos los días, en la vida cotidiana o en los consultorios. Todos tienen un matiz de "Si, pero no", como expuso Maud Mannoni. Veámoslos con más detalle.
1) Asunción del sujeto.
Comenzamos con la falta en ser del sujeto asumida, para después ver las formas de anulación de esa falta. El sujeto, inicialmente, se enfrenta a algo que no le agrada, que lo turba, le molesta o le produce una herida narcisista. La subjetividad es un hueco que se abre para el yo, por eso Lacan pone la S barrada. En el primer mecanismo, el sujeto asume que esto ocurrió, se angustia y lo acepta. Esta aceptación puede ser parcial, por ejemplo el que asume pero prefiere no hablar de eso. Esto que describimos tiene la estructura de un duelo. En esta primera forma, no hay anulación del sujeto.
2) El descreimiento como causa
Supongamos que aquello que al sujeto no le gusta es egodistónico, en el sentido que se entera, pero no lo acepta. Las razones pueden entrar en conflicto con el ideal del yo. Si por ejemplo uno se entera que una persona a la que consideraba buena hace una maldad, uno diría "No puedo creerlo". Hay una creencia ligada al ideal del yo previa que genera un descreimiento. La persona anula el efecto subjetivo, la barradura que lo afecta. La creencia se impone sobre el sujeto y lo obliga a no creer. El yo finalmente se afirma, diciendo "esto es falso", convenciéndose a sí mismo. La respuesta es una afirmación mediante una creencia previa apoyada en el ideal del yo. Es un acto de fe, se retrocede ante una verdad, amparándose en una creencia. Aquí hay un esbozo de anulación del sujeto, en tanto barrado.
3) El descreimiento como consecuencia. Lo insoportable del dolor.
En este caso no hay una creencia previa, de manera que tiene que forjar o crear alguna. Esto no es perverso, lo vemos en las religiones. Por ejemplo, el sujeto puede enfrentarse a la muerte de un ser querido. Puede inventar, entonces, la creencia en el "más allá". Es un mecanismo más colectivo.
En este tercer momento, la creencia previa no alcanza y se tiene que inventar algo. Se juega la dimensión de lo intolerable o insoportable. Volviendo a Lo perecedero de Freud, de lo que se trata es de un enfrentamiento a la finitud. Esto exige crear una creencia, ante lo insoportable. El discurso sería "No lo soporto, tengo que crear una respuesta a esto".
4) El proceso específico de las perversiones.
Es el que aparece desarrollado en El fetichismo ó La escisión del yo en el proceso de defensa. Freud plantea que la creación del fetiche es un triunfo sobre la castración, aunque en realidad es un fracaso. La percepción de la castración es tan intensa, que por un fracaso en su tolerancia se apela a este mecanismo.
El fetiche es individual, es una especie de religión privada. Por eso no tiene que ver con el tercer mecanismo. El sujeto lo inventa para defenderse de la castración y sólo le sirve a él: el brillo en la nariz, el zapatito, etc. No se trata de una creencia, ni del ideal del yo (colectivo) ni una obra de arte. Se parece más a la singularidad del objeto transicional.
5) No darse por enterado.
De nuevo, ante la experiencia de la castración, el sujeto puede no darse por enterado: le entra por un oído y le sale por la otra. No hay trabajo, sino un signo automático, un abolición de lo aceptado y no aceptado. La subjetividad queda anulada, el sujeto hace de cuenta que no escuchó.
El único rastro que queda de no darse por enterado. No es una censura, porque eso implicaría algún alojamiento. Es un no registro, solo queda la señal de una "estupidización", porque a quien todo le resbala, parece tonto. genera desesperación en el otro, que no sabe si es tonto o un vivo.
6) Las particiones del yo.
El yo tiende a la síntesis, agrupa. El psicoanálisis, en cambio, al análisis. Las escisiones del yo hay una simultaneidad que se aparenta con el mecanismo anterior de no darse por enterado. Acá encontramos el famoso artículo de Maud Mannoni "Ya lo sé, pero si embargo...". Es un sí pero no, aunque Mannoni lo trabaja por el lado de la neurosis.
Cuando uno va al teatro a ver una obra, pone en suspenso la realidad que conoce, la credibilidad. Uno no está pensando en que es un actor haciendo que lo matan, sino que se conecta con la historia, aún sabiendo que no es cierta. es el mecanismo esencial del arte, en tanto la obra puede tomarlo a uno y causarle indignación, gracia o tristeza. Por eso en el cine y en el teatro se apagan las luces: para suspender la realidad y sumergirse en la trama. Luego de la obra, uno recupera la realidad.
7) "Ya lo sé, porque quiero creer"
Este mecanismo tiene que ver con el fantasma, la propia realidad de cada uno. Por ejemplo, la pareja de uno puede serle infiel y aunque hay muchas huellas y todos lo saben, la persona quiere creerle.
8) "Ya lo sé, pero eso no rige para mí (o mi grupo)"
Se trata de asumir una ley universal, pero la partición rige en tanto hay una excepción. Este "si pero no", tiene que ver con este carácter excepcional. Este mecanismo puede ser colectivo, como por ejemplo las mafias y sus propios ejércitos.
9) "Ya lo sé, pero no me importa (porque hay algo que me importa más)".
Es lo que Lacan llama "el ataque al Otro". La melancolía tiene algo de esto, porque sabe que no es una basura, pero igual se tira por la ventana. En Antígona hay algo de esto, ella sabe que la ley de la ciudad va a castigarla si sepulta a su hermano, pero ella lo hace igual. El heroísmo también está ligado a esto.
10) La mentira... y la desmentida.
Con Lacan hay una complejidad respecto a la verdad y la mentira. Nos referimos acá a la mentira concreta, la que alguien le dice a otra persona. También está la desmentida, es un acto de enunciación "Yo no lo hice", es una declaración de desmentida. Una apelación dirigida al otro, pública y colectiva.
11) Borrar las huellas.
Es el caso del "crimen perfecto": se comete un crimen y se borran las huellas. En Moisés y la religión monoteísta, Freud habla de borrar las huellas de Moisés. En nuestro país, el caso de los desaparecidos. O borrar razas.
12) Adjuración.
Ocurre cuando alguien reniega sobre que algo que hizo o que amó y dice "Nunca lo quise", "Nunca lo hice". No es una arrepentimiento, sino fanatismo.
13) La venganza.
El sujeto espera el "plato frío" para vengarse un tiempo después, lo que conlleva una satisfacción. Por ejemplo en Hamlet al matar a Claudio.
14) El sacrificio.
Es el mecanismo del chivo expiatorio, que carga con las culpas. El mecanismo de los linchamientos. La comunidad se salva sacrificando a alguno. En el seminario 10 hay algunos párrafos sobre el sacrificio, diciendo que la comunidad convoca a los dioses para calmarlos y les entrega algo valioso a cambio.
15) Los canallas.
En canalla es un buen lector del deseo del otro (con minúscula), porque de él se aprovecha. Lacan habla en dos lugares del canalla, donde dice que hay que negarle el psicoanálisis. Es el caso del dealer, que comercia con la necesidad del adicto.
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