A partir del planteo de Freud la nosografía psicoanalítica se ordena en función de una tripartición: neurosis, perversión y psicosis. Más allá de algunas cuestiones que se han discutido a lo largo de estos años respecto de en qué medida esa nosografía podría o no ser ampliada o modificada, me parece que estas tres, estructuras me animaría a decir, constituyen o configuran unos pilares fundamentales del abordaje analítico del sufrimiento humano.
Es sabido que Freud, respecto de la sexualidad infantil, señala su característica de ser perversa y polimorfa. Con ello entonces se puede sostener que para el psicoanálisis la perversión reviste un carácter estructural que está enlazado al modo en que el deseo opera en el sujeto y a la particularidad de la satisfacción pulsional.
A diferencia de esto, la perversión junto con la neurosis y la psicosis conforman tres estructuras que son respuesta a la castración, la del Otro. Desde ello podemos, también, delimitar el campo de la psicopatología, la nosografía psicoanalítica, la que entonces no se asocia a la idea de la morbidez.
Tomada así, la perversión, es un armazón ficcional que afirma un modo de respuesta a ese impasse o enigma que el deseo del Otro inserta en el sujeto. Es también, a su vez, un intento de hacer consistir una respuesta frente a la anomalía del goce en el hablante, constituyendo así una respuesta frente a la imposibilidad de la relación sexual.
Pensada de este modo, la perversión es solidaria de esa relación de deseo que Lacan caracteriza a partir de la delimitación de una escena (a falta de un objeto complementario), escena en la cual el sujeto toma lugar, o sea que queda concernido. Por esto último es digno de mencionar el hecho de que hable de la voluntad de goce como modalidad del deseo en la perversión, lo cual puede en principio considerarse una sutil ironía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario