En el seminario “De un Otro al otro” Lacan vuelve a pensar las diferencias, en Freud, entre la neurosis y la perversión.
Puede situar que hay un movimiento en Freud, que es patente y que va de lo traumático a la fijación libidinal en el fantasma. Por ello, cuando encuentra rasgos perversos en la neurosis, concluye el recorrido haciendo solidarios estos rasgos de lo perverso polimorfo de la sexualidad infantil y, por consiguiente, de lo parcial de la pulsión.
Entonces, para pensar la diferencia entre la perversión y la neurosis, el fantasma deviene un nudo.
La pregunta sería: ¿cómo pensar el campo de las perversiones de un modo no descriptivo? En el planteó freudiano la perversión se propone como el reverso de las neurosis, lo que ya implica un abordaje topológico. Del lado de la lectura de Lacan se trata de lo que sobrevive cuando un corte separa, entonces se dirige a la función del objeto a.
Para trascender eso descriptivo empieza por descartar servirse del deseo perverso como defensivo o de la neurosis como pantalla de la perversión. Ambas no serían sino simplificaciones, las que prefiere abandonar para ir en busca de lo que llama tierra firme.
La cual encuentra cuando vuelve a pensar la estructura del grafo, el cual sufre una nueva vuelta de tuerca para situar allí de qué se trata en la relación del perverso con su partenaire. Y llama la atención el foco de su crítica: cierto desprecio del valor de lo imaginario que es característico de la posición del perverso.
Si la castración es un arreglo entre goce y semblante el perverso ataca el semblante porque apunta a aquello a lo que el sujeto se reduce, más allá de sus vestiduras.
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