En el seminario 3, para introducir al tema de la locura, lacan hace una mención a dos teorías del amor de la Edad Media, haciendo incapié en el recubrimiento imaginario de la relación del sujeto con el Otro del esquema L, que falta en la psicosis y que da cuenta de diversos asuntos de la clínica.
Concretamente, dice Lacan, en el seminario 3:
La relación extática con el Otro es una cuestión que no nace ayer, pero por haber sido dejada en la sombra durante algunos siglos, merece que nosotros, los analistas, que la en frentamos todo el tiempo, la retomemos.
En la Edad Media se hacía la diferencia entre lo que llamaban la teoría física y la teoría extática del amor. Se planteaba así la cuestión de la relación del sujeto con el Otro absoluto. Digamos, que para comprender las psicosis debemos hacer que se recubran en nuestro esquemita la relación amorosa con el Otro como radicalmente Otro, con la situación en espejo, de todo lo que es del orden de lo imaginario (...).
¿Qué diferencia a alguien que es psicótico de alguien que no lo es? La diferencia se debe a que es posible para el psicótico una relación amorosa que lo suprime como sujeto, en tan to admite una heterogeneidad radical del Otro. Pero ese amor es también un amor muerto.
Puede parecerles que recurrir a una teoría medieval del amor para introducir la cuestión de la psicosis es un rodeo curioso y singular. Es imposible, empero, concebir si no la naturaleza de la locura.
De esta manera, abriremos a la información de estos 4 párrafos, haciendo un recorrido por estas teorías, para ver qué consecuencias clínicas se desprenden.
Empecemos con la filosofía...
1) El amor físico (philia)
Aristóteles abordó la philia (φιλία), que suele traducirse como "amistad" o "afecto", en su obra "Ética a Nicómaco". Para él, la philia es uno de los pilares fundamentales de la vida buena y virtuosa, y tiene un lugar destacado en su pensamiento ético y político. La amistad, según Aristóteles, es esencial para la vida humana y está íntimamente relacionada con la virtud y la felicidad (eudaimonía).
Aristóteles distingue tres tipos de amistad, basadas en las motivaciones que llevan a las personas a relacionarse entre sí:
Amistad por utilidad: Este tipo de amistad se basa en la conveniencia mutua. Las personas se relacionan porque obtienen algún beneficio o utilidad del otro. Es una amistad temporal, ya que cesa cuando el beneficio deja de existir.
Amistad por placer: Surge cuando las personas se agrupan por el placer que obtienen de la compañía del otro. Al igual que la amistad por utilidad, esta también es pasajera, porque el placer puede desaparecer o cambiar.
Amistad por el bien o amistad perfecta: Este es el tipo más elevado de amistad, según Aristóteles. Se basa en la mutua admiración y aprecio por las virtudes del otro. En esta amistad, ambos amigos desean el bien del otro por sí mismo, no por interés o placer. Es duradera, porque está fundamentada en el carácter y la virtud, que son más estables.
Para Aristóteles, la amistad perfecta es rara y solo se da entre personas virtuosas. Además, la philia desempeña un papel crucial en la vida política y social, ya que une a las personas y contribuye al bien común.
Por su parte, Santo Tomás de Aquino, en su obra teológica, aborda el amor desde varias perspectivas, incluyendo el amor físico o "physis", pero lo integra dentro de su concepción más amplia de la naturaleza humana y el orden divino. Su tratamiento del amor se encuentra principalmente en la "Suma Teológica", donde desarrolla su visión de la naturaleza, el amor, la moral y la razón.
En relación con el amor físico o el amor basado en la naturaleza (physis), Santo Tomás se apoya en la filosofía aristotélica, pero lo enriquece con su perspectiva cristiana. Él entiende la naturaleza humana como una combinación de cuerpo y alma, donde el amor físico o el deseo sexual tiene un lugar natural, pero debe ser entendido dentro de un contexto moral y teleológico (orientado hacia un fin último). Estos son algunos puntos clave sobre cómo Santo Tomás ve el amor físico basado en la naturaleza:
El amor natural y el bien común: Santo Tomás acepta que el amor físico o el deseo sexual es parte de la naturaleza humana y, como tal, tiene una finalidad en el bien común. Este tipo de amor está ordenado hacia la procreación y la unión de los esposos, lo que contribuye a la perpetuación de la especie y a la estabilidad de la sociedad. Para él, el deseo sexual no es malo en sí mismo, pero debe ser moderado por la razón y la virtud.
El orden natural y el amor racional: Aunque reconoce que el amor físico es parte de la naturaleza, Santo Tomás subraya que el ser humano, a diferencia de los animales, posee razón y voluntad. Por lo tanto, el amor físico debe estar subordinado al amor racional y guiado por la virtud de la castidad y la caridad. El amor físico, en el matrimonio, es legítimo y natural cuando está dirigido al bien de la pareja y la familia.
Teleología del amor: Para Santo Tomás, todo amor, incluido el amor físico, está ordenado hacia un fin último que es Dios. Incluso el amor natural, físico o sexual, debe ser visto como parte del plan divino. El amor físico, cuando se vive de acuerdo con la ley natural y la moral cristiana, puede ser un reflejo del amor divino y una participación en el orden creado por Dios.
El pecado y la desviación del amor físico: Si bien el amor físico es natural, también puede desviarse de su propósito cuando se busca el placer de manera desordenada o egoísta. Santo Tomás condena actos sexuales que van en contra del orden natural (como el adulterio, la lujuria, o el uso de la sexualidad fuera del matrimonio), ya que tales actos desvirtúan la finalidad natural y moral del amor.
En resumen, Santo Tomás ve el amor físico como una parte natural del ser humano, pero que debe ser vivido de acuerdo con la razón y la virtud para cumplir su función dentro del plan divino. El amor físico, guiado por el amor racional y ordenado hacia el bien, es moralmente bueno, pero cuando se desvía del orden natural, puede llevar al pecado.
2) El amor extático.
La teoría extática del amor fue propuesta por Dionisio Areopagita, también conocido como Pseudo-Dionisio, un teólogo y místico cristiano del siglo V o VI. Aunque se le atribuyen varias obras a este autor anónimo, es famoso por su enfoque en la experiencia mística del amor divino. La teoría extática del amor se enmarca en su visión del amor como una fuerza que saca al amante de sí mismo, en un movimiento de autotrascendencia y unión con el objeto amado, que en el contexto cristiano es Dios.
Significado de la teoría extática del amor:
Éxtasis como salida de uno mismo: El término "éxtasis" proviene del griego "ekstasis", que significa literalmente "estar fuera de uno mismo". Según esta teoría, el amor verdadero implica un movimiento en el que el amante se desborda y sale fuera de sí mismo para ir hacia el ser amado. Es un amor que implica una entrega total, donde el sujeto se olvida de sí mismo y de sus propios intereses, y se orienta completamente hacia el otro.
Amor como unión con lo divino: Para Dionisio, el amor extático es principalmente el amor a Dios. El alma, a través del amor, se eleva hacia lo divino y busca la unión con Dios, que es la fuente suprema del amor. Este movimiento extático lleva al alma más allá de los límites de la razón y de la propia individualidad, alcanzando una comunión mística con el ser divino.
Movimiento ascendente hacia Dios: En la teoría de Dionisio, el amor es una fuerza que no solo atrae a los seres humanos hacia Dios, sino también a toda la creación. Para él, todo el cosmos está impregnado por el amor divino, que mueve a todos los seres hacia su Creador en un proceso de ascenso espiritual. El éxtasis, por tanto, es un aspecto fundamental de la vida espiritual, ya que implica que el alma se desprende de lo material y lo terrenal para unirse a lo eterno.
Amor en la jerarquía de los seres: Dionisio también estructura su visión del universo en una jerarquía donde los ángeles, los humanos y el resto de la creación están unidos por el amor. Cada nivel de la jerarquía es llamado a trascenderse a sí mismo a través del amor para acercarse más a Dios. El éxtasis es un principio activo en este proceso de jerarquización y retorno a Dios.
De esta manera, la teoría extática del amor de Dionisio Areopagita describe el amor como una fuerza que lleva al ser humano fuera de sí mismo, hacia una unión más profunda y completa con el ser amado, que en el contexto cristiano es Dios. Esta idea de "salir de uno mismo" para alcanzar la comunión con lo divino es central en su mística.
San Bernardo de Claraval, uno de los grandes místicos y teólogos del siglo XII, también reflexionó profundamente sobre el amor extático en el contexto de la relación entre el ser humano y Dios. En su obra más famosa sobre el amor, "De diligendo Deo" ("Sobre el amor a Dios"), San Bernardo ofrece una visión del amor que se centra en la relación entre la criatura y su Creador, describiendo el camino de ascenso espiritual a través de etapas de amor que culminan en una experiencia extática de unión con Dios.
San Bernardo concibe el amor extático como la fase más alta y sublime del amor divino, un amor que trasciende el ego y la individualidad. Aquí están los aspectos más relevantes de su pensamiento sobre este tema:
Las cuatro etapas del amor: En "De diligendo Deo", San Bernardo describe un proceso ascendente de amor que el alma experimenta en su camino hacia Dios. Estas cuatro etapas son:
- Amor a uno mismo por uno mismo: La etapa más baja, en la que el ser humano está centrado en sus propios intereses y necesidades.
- Amor a Dios por uno mismo: En esta etapa, el ser humano ama a Dios porque reconoce que Dios es quien lo beneficia y lo sustenta.
- Amor a Dios por Dios mismo: Este es un amor más puro, en el que la persona comienza a amar a Dios no por lo que Dios le ofrece, sino porque Dios es digno de ser amado en sí mismo.
- Amor a uno mismo por Dios: Es la etapa más alta del amor, donde la persona ya no se preocupa por sí misma de manera egoísta, sino que se ve a sí misma como parte del amor divino. Este es el amor extático, en el cual el alma se une profundamente a Dios y experimenta una comunión total con Él.
Éxtasis como unión con Dios: Para San Bernardo, el amor extático implica una unión íntima y mística con Dios en la que el alma "sale de sí misma". En este estado, el alma ya no busca su propio bien ni satisfacción, sino que está completamente absorbida por el amor divino. Este éxtasis es una experiencia de transformación en la que el alma se funde con la voluntad de Dios, llegando a un estado de paz y beatitud.
El amor extático como desprendimiento del yo: San Bernardo enfatiza que el amor extático requiere un desprendimiento total del yo. Este amor implica dejar de lado el interés propio, los deseos egoístas y las preocupaciones mundanas, para ser plenamente tomado por Dios. El éxtasis, según Bernardo, no es simplemente una emoción intensa, sino una experiencia en la que el alma se olvida de sí misma y se une completamente a Dios.
El éxtasis y la humildad: San Bernardo subraya la necesidad de la humildad para alcanzar el amor extático. El alma no puede unirse a Dios a través del orgullo o el egoísmo; solo puede hacerlo a través de la humildad y el reconocimiento de la propia dependencia de Dios. El éxtasis es el punto culminante de un proceso de purificación y desapego del yo.
El amor extático y la transformación espiritual: Según San Bernardo, el amor extático no es solo una experiencia emocional o mística, sino un estado de transformación espiritual. En este estado, el alma no solo siente el amor de Dios, sino que se convierte en un reflejo del amor divino. La persona que ha alcanzado este tipo de amor es capaz de amar a los demás con el mismo amor con el que ama a Dios, ya que está completamente transformada por ese amor.
Las enseñanzas de San Bernardo sobre el amor extático influenciaron profundamente a los místicos cristianos posteriores, como San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila, quienes también escribieron sobre la unión mística con Dios a través del amor. Su enfoque sobre el amor extático resuena con la tradición agustiniana del amor como movimiento hacia Dios y con la visión neoplatónica del amor como fuerza que impulsa el ascenso espiritual.
De esta manera, para San Bernardo de Claraval, el amor extático es la culminación del proceso espiritual en el que el alma se desprende de su egoísmo y se une completamente a Dios en un estado de comunión y éxtasis. Este amor transforma al alma, haciéndola capaz de amar con la misma intensidad y pureza que Dios.
Resumiendo...
Philippe Julien nos hace un cuadro entre las diferencias de ambos tipo de amor:
A los psicoanalistas nos interesa que:
- En el amor físico (Physis) encontramos el amor de amistad (Philia). El amor es atracción por el bien, aunque el bien no puede ser mas que "mi bien", bien interior, espiritual y de la psique. De esta manera, lo que uno ve en el otro en cuanto amado es su yo ideal. En el esquema L, se representa en el eje imaginario a ----- a'
- En el amor extático, el amor de Eros, nada tiene que ver con el propio bien. Es un amor "fuera de sí mismo" (éxtasis). En el esquema L, es la relación S-----A
La cuestión acá es no reducir una teoría a la otra, sino de mantener ambas dualidades, en la medida que uno no es sin el otro. De esta manera, el amor es posible si se puede mantener esta distinción sin separación.
En la neurosis, la relación S-A està interrumpida y detenida por el muro de la relación imaginaria a-a':
En la psicosis, la relación imaginaria según el amor de amistad existe, pero está excluida la otra relación. De esta manera, dice Lacan:
Digamos, que para comprender las psicosis debemos hacer que se recubran en nuestro esquemita la relación amorosa con el Otro como radicalmente Otro, con la situación en espejo, de todo lo que es del orden de lo imaginario (...)
Es decir, lo que vamos a encontrar en la psicosis es el plegamiento del esquema Z, como vimos en esta entrada y que Philippe Julien grafica así:
a --------- a'
A --------- S
Si tomamos el ejemplo de Schreber, vemos que el logra mantener una relación con su mujer incluso después de que comenzaran los delirios.
La eclosión de la psicosis ocurre cuando falla este recubrimiento imaginario. ¡Dato clínico para el manejo de la transferencia con estos pacientes! Es por esto que se dice que el lugar del analista con estos pacientes es el de la philia, el del amigo. Cuando la relación de la amistad en espejo no basta, se abre el abismo del Otro absoluto. De esta manera, Lacan dice:
¿Qué diferencia a alguien que es psicótico de alguien que no lo es? La diferencia se debe a que es posible para el psicótico una relación amorosa que lo suprime como sujeto, en tan to admite una heterogeneidad radical del Otro. Pero ese amor es también un amor muerto.
El amor extático en la psicosis es insoportable, es un amor loco, que "lo saca de sí" y lo conduce a la muerte. En la psicosis aparece el amor físico o el amor imaginario, pero nunca ambos. Lo imaginario, en la pre-psicosis hace de sostén como referencia, hasta que un día pasa algo y eso falla.
Esta verdadera desposesión primitiva del significante, será lo que el sujeto tendrá que cargar, y aquello cuya compensación deberá asumir, largamente, en su vida, a través de una serie de identificaciones puramente conformistas a personajes que le darán la impresión de qué hay que hacer para ser hombre.
Así es como la situación puede sostenerse largo tiempo; como los psicóticos viven compensados, tienen aparentemen te comportamientos ordinarios considerados como normalmente viriles, y, de golpe, Dios sabe por qué, se descompensan. ¿Qué vuelve súbitamente insuficiente las muletas imaginarias que permitían al sujeto compensar la ausencia del significante?
En el caso Schreber, esta falla aparece cuando él no puede responder a qué es ser un hombre o una mujer. Se queda sin modelos para poder responder y entonces aparece la verwesung (descompensanción).
Ahora bien, el desencadenamiento de la psicosis ocurre cuando a esta "falla" se le suma otro acontecimiento: el llamado procedente de una autoridad paterna dirigida al sujeto, a un significante de base. En la psicosis, el Nombre del padre está forcluído, de manera que el sujeto no puede recibirlo y no puede responder. No desarrollaremos el tema en esta entrada, pero se deja constancia la diferencia entre uno y otro concepto.
Finalmente, punto interesante es hacer la diferencia entre la posición del místico (como los que vimos) y la posición del psicótico en lo que refiere al amor extático. Lacan, sobre este punto, dice en el seminario 3:
(...) el delirio comienza a partir del momento en que la iniciativa viene de un Otro, con O mayúscula (...)
En cambio, en el místico, la unión con Dios se da por iniciativa del primero, que se va desposeyendo de las cuestiones mundanas en pos de lograr esa unión.
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