El fenómeno psicosomático consiste en una lesión producida en un órgano o un tejido, a la que no se le encuentra una causa orgánica. Algunos ejemplos son_ asma, lupus, úlceras, alergias varias, psoriasis, y otras afecciones de la piel.
El paciente sufre dicha lesión a la manera de un cuerpo extraño que se le impone, es decir, no puede otorgarle ningún tipo de sentido. El fenómeno psicosomático se caracteriza, entonces, por no representarle al sujeto ningún tipo de significación, que no sea la afección que sufre en el órgano.
El fenómeno psicosomático es diferente al síntoma, que se distingue -entre otros elementos- por interrogar al sujeto y hacerlo hablar. A los pacientes que padecen un fenómeno psicosomático, no se le ocurren asociaciones. Por ese motivo, la interpretación clásica analítica no es la vía para abordarlo, pues no causa eficacia clínica.
¿Y por qué motivo el paciente no puede asociar con su padecimiento localizado en el órgano? Porque para esa problemática específica hay un déficit simbólico, en tanto que el fenómeno psicosomático representa para la vida de ese sujeto, lógicamente anterior al tiempo de la represión y, por ese motivo, no se constituyó como inconsciente. El fenómeno psicosomático no está en el campo de lo inconsciente.
Que el fenómeno psicosomático quede por fuera del inconsciente explica, en principio, el hecho de que impacte al órgano en forma directa, lesionándolo. No hay una trama inconsciente (simbólica) que detenga dicho impacto.
Todos los sujetos, cualquiera sea la estructura psíquica que lo constituya, puede tener una zona que no se someta al inconsciente y sus leyes: represión, vuelta de lo reprimido, asociaciones, desplazamientos, condensación.
Distinciones con el síntoma histérico
El despliegue de la labor del analista en la clínica del fenómeno psicosomático es compleja y tiene una modalidad específica.
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