En el ámbito clínico, es cada vez más habitual que los profesionales que trabajan con niños y niñas se enfrenten, ya sea de manera explícita o disfrazada, a manifestaciones perturbadoras derivadas de Traumas Reales vividos durante la infancia. Estas experiencias impactan con tal intensidad en el psiquismo infantil que superan su capacidad para procesarlas y elaborarlas.
Los traumas en edades tempranas suelen originarse en situaciones de negligencia, maltrato psicológico y/o físico, abuso sexual y otras experiencias dañinas que afectan las relaciones familiares o el entorno vincular.
La Realidad Actual: Datos Alarmantes
En la actualidad, se observa que:
- El 54,4% de los niños y niñas son víctimas de castigo físico.
- El 62,5% sufre agresión verbal.
- El 62,9% padece otras formas de violencia.
Indicadores Clínicos de un Trauma Temprano
Los signos más frecuentes en los niños y niñas afectados por traumas incluyen:
- Actitud de cautela y miedo en el contacto con adultos.
- Conductas regresivas, como enuresis o encopresis.
- Cambios drásticos en el comportamiento, como aislamiento o retraimiento.
- Episodios de depresión.
- Conductas autodestructivas.
- Problemas escolares, ya sea a nivel cognitivo o en la relación con pares.
Elaborar lo Traumático: Un Derecho Fundamental
Todo niño o niña que ha vivido un trauma tiene el derecho inalienable a procesarlo y comprenderlo. Cuando estas experiencias no se elaboran adecuadamente:
- Se convierten en cicatrices emocionales que afectan la constitución psíquica y emocional.
- En la adolescencia y adultez, pueden dar lugar a manifestaciones clínicas como acting out, pasajes al acto, enfermedades psicosomáticas, depresiones y melancolía.
Intervenciones Clínicas
El trabajo clínico con niños y niñas requiere acciones específicas:
- Involucrar a los adultos responsables en el proceso terapéutico. En muchos casos, es esencial trabajar de manera interdisciplinaria.
- Reactivar el juego detenido, que funciona como una herramienta terapéutica para transformar la pasividad en actividad. A través del juego, emergen miedos, agresividad, ambivalencias y aspectos de la sexualidad que el analista debe interpretar.
- Garantizar el derecho a la palabra, permitiendo que el niño o niña exprese su experiencia.
- Acompañar el proceso de elaboración del trauma, proporcionando un entorno seguro y constante.
La Importancia de la Ternura
Durante el tratamiento, es esencial que el analista reintroduzca la ternura que fue negada al niño o niña. La falta de ternura en la experiencia traumática refleja un fracaso fundamental en el entorno cuidador.
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