En el marco de la praxis analítica, y en particular dentro del campo establecido por Freud, se lleva a cabo una reformulación profunda del estatuto, la estructura y la función del síntoma. Este proceso de interrogación sobre “el orden de verdad” en la cura se centra en la importancia del síntoma, no solo como indicio de un malestar, sino como una pieza fundamental en la construcción del análisis.
En la cura analítica, el analista utiliza el síntoma como herramienta de trabajo. Es decir, el síntoma no es solo un elemento a eliminar, sino un material que puede ser desentrañado para llegar a la verdad que encierra. El analista invita al analizante a hablar del síntoma, y de esta manera, el síntoma comienza a "hablar". Esta dinámica está orientada a extraer los significantes reprimidos, aquellos que están relacionados con el deseo del sujeto, y que han quedado cifrados en el síntoma.
Desde esta perspectiva, el síntoma no debe entenderse como un signo de un proceso patológico que debe ser eliminado, sino como un elemento que refleja la misma estructura del sujeto. En otras palabras, el síntoma tiene la misma estructura que la estructura misma del sujeto, y por tanto, forma parte de la lógica subyacente a su existencia. Siguiendo la enseñanza del Seminario 3, el síntoma se concibe como algo más que una manifestación de lo que no funciona. Es, en realidad, una respuesta a lo que tropieza, a lo que se convierte en un obstáculo para el sujeto.
Más allá de su dimensión clínica, el síntoma juega un papel crucial como punto de apoyo del sujeto. Es aquello que le permite "hacer pie" en su existencia, lo que posibilita que el sujeto, como ser hablante, pueda mantenerse en pie en su estructura psíquica. De este modo, el síntoma, desde una perspectiva topológica, es lo que mantiene unidos los tres registros fundamentales del sujeto: lo imaginario, lo simbólico y lo real.
En este sentido, el síntoma se convierte en una respuesta a la anomalía inherente al goce del ser hablante. No es una forma de curación directa, pero sí es una vía a través de la cual se puede abrir la posibilidad de un saber hacer, de un saber hacer "ahí", en ese lugar en el que el síntoma se manifiesta. El síntoma, lejos de ser simplemente un obstáculo a superar, es considerado un elemento crucial que permite la posibilidad de cambio y de entendimiento dentro del proceso analítico.
Por lo tanto, el síntoma en psicoanálisis no debe ser visto como un mal que debe ser erradicado, sino como una pieza fundamental para la comprensión del sujeto y su deseo. A través de él, el analista y el analizante pueden acceder a los significantes reprimidos y avanzar en el proceso de constitución subjetiva.
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