martes, 21 de enero de 2025

La pasión melancólica y las patologías de borde.

 Jackes Hassoun planteó que fenómenos clínicos como la anorexia, la bulimia y la toxicomanía son equivalentes sintomáticos de la melancolía (delirios alucinatorios melancólicos descritos por Freud). Haydée Heinrich agrega al acting out en esta serie. De esta manera, la melancolía tiene diversas maneras de manifestarse, en lo que también se conoce como patologías de borde.

En estas presentaciones, el objeto perdido no ha sido situado como tal y en lugar de hacer un duelo normal por el objeto perdido, al sujeto se le impone el mandato de reencontrarlo. El desencadenamiento puede ocurrir a partir de una pérdida que no se pudo tramitar, o también puede estar presente desde siempre.

En estos casos, no aparece la depresión resignada que encontramos en "Duelo y melancolía", sino el ansia de producir encuentros fuertes, pasionales, sin intervalo. En su desesperación, aparecen todo tipo de conductas locas: actings, situaciones de riesgo, cortes, consumos problemáticos, anorexia, bulimia... En fin, todo lo que conocemos en la patología de borde.

El sujeto, en la melancolía, se aferra a la ilusión de encontrar un objeto que lo salve vía el amor pasional: aquel amor ilimitado, fusional, absoluto, que lo sacaría de la tristeza, la injusticia y la soledad. Se trata de un intento de curación de la melancolía.

En el Manuscrito E, Freud habla de una "gran añoranza por el amor en su forma psíquica-una tensión psíquica de amor; cuando esta se acumula y permanece insatisfecha, se genera melancolía".

Para Hassoun, la pasión en la melancolía es insaciable, con una estructura binaria, devoradora, donde el objeto es llamado a sostener el narcisismo desfalleciente del apasionado. Por otro lado, es un objeto insatisfactorio, aunque siempre esté presente. De estas forma, veremos sujetos adictos a personas o adictos a sustancias": anorexia, bulimia, toxicomanía.

En el amor, en cambio, está en juego la falta y la alternancia de la presencia-ausencia (fort-da).

Puede suceder que el encuentro pasional halle estabilización ó un enganche enloquecedor en lo que Freud llamó una "elección narcisista de objeto", es decir, que encuentre a alguien tan apasionado como él. Si esto fracasa, puede haber un desencadenamiento.

¿Qué denuncia esta posición? Según Hassoun, en la melancolía la madre no pudo ceder el seno. Se trata del tiempo lógico donde el objeto oral no fue dado por perdido por la madre, de manera que el destete no logró inscribir una primera pérdida por la cual realizar el duelo.

El niño solo puede ceder lo que está perdido para el Otro y en esta operación se constituye el objeto. En el caso de la melancolía, el sujeto no recibió el significante "pérdida", que es un primer duelo necesario para afrontar las futuras pérdidas.

Por otro lado, si el objeto no está perdido, no se produce la posterior matriz del objeto causa del deseo. Por ende, el sujeto no puede identificarse con el objeto en tanto perdido (y con valor fálico), sino que queda retenido en una identificación de objeto en tanto resto, que es mortífera. 

En estas coordenadas, el melancólico se empeña en encontrar una prueba de amor que revierta su certeza de no poder ser amado por nadie. Se trata de una ilusión vivida como "su última chance", que fácilmente vira hacia la decepción cuando el otro no está tan disponible como el sujeto necesita.

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