En el psicoanálisis, lo traumático se aborda a partir de la incidencia de lo económico en el sujeto hablante. Freud plantea la pregunta fundamental: ¿cómo retorna lo traumático? Hablar de trauma implica ya un intento de tramitación, que Diana Rabinovich vincula, en el contexto del Seminario 10 de Lacan, al significante de la falta en el Otro. Este significante escribe un componente económico despojado de cualidad y representación.
En "El hombre Moisés y la religión monoteísta", Freud afirma: “Los traumas son vivencias en el cuerpo propio o bien percepciones sensoriales, las más de las veces de lo visto y oído…”. Aquí se destacan dos elementos clave:
- El cuerpo como superficie donde irrumpe lo traumático.
- La asociación del trauma con restos pulsionales, específicamente vinculados a lo escópico y lo invocante.
Estos desarrollos determinan dos líneas sobre el estatuto del inconsciente:
- Todo lo reprimido es inconsciente, situando el inconsciente en el plano de la existencia.
- No todo lo inconsciente es reprimido, abriendo el sesgo hacia la ex-sistencia, donde el inconsciente conecta con lo real.
Freud establece un vínculo entre el inconsciente y el componente económico de lo traumático, mostrando que el inconsciente no se limita a lo representacional. A través del concepto de lo arcaico, Freud introduce un saber originario olvidado por el adulto. Para Lacan, este saber se inscribe como una huella o marca, donde el olvido es el efecto de un retorno al fundamento.
La pregunta de Freud se dirige hacia lo transmisible: ¿cómo se transmite aquello que carece de representación y no entra en el saber? En última instancia, este interrogante subyace al problema central de la formación del analista. Es decir, ¿cómo puede formarse alguien para operar en un campo definido por lo irrepresentable, por el trauma y sus efectos en el sujeto?
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