martes, 3 de marzo de 2020

Secretos familiares: consecuencias clínicas

Los secretos familiares acompañan nuestra vida, pese a que los secretos dejan de serlo cuando de ellos se habla. Ellos también se muestran en los
acting out, pasajes al acto, adicciones y en todo aquello que puede aparecer en el cuerpo, como el el fenómeno psicosomático.

El secreto es algo guardado, oculto a los ojos de todo el mundo. Los secretos se develan y se revelan. Los psicoanalistas, durante mucho tiempo, dejamos de lado la clínica de pareja y familia en manos de la psicoterapia. Era una herejía pensar que un analista puro y duro pudiera estar al frente de una pareja o de una familia. Luego de un tiempo de trabajo a partir de las demandas que empezaron en los últimos años, podemos fundamentar de qué se trataba eta clínica y dar cuenta de su especificidad para poder ubicar coordenadas en la dirección a la cura y cuál es la posición del analista, en diferencia a los otros tipos de terapia que se ocupaban de la familia.

En la pareja encontramos un entrecruzamiento de deseos y goces, que pueden ser salutíferos o mortíferos. Una pareja puede avanzar en relación al deseo o no. El amor y el deseo es lo que constituye el alma de la pareja, pero esto tiene subidas y bajadas y no siempre es posible mantener esa tensión en el seno de una pareja. 

Hay un primer tiempo del enamoramiento, del flechazo, donde las diferencias entre un miembro de la pareja y el otro desaparecen. Se intenta jugar al Uno de la fusión, es decir, encontrar la media naranja. Es un tiempo ilusorio, necesario y primario en la construcción de cualquier pareja. Luego de un cierto tiempo caen los velos y el otro aparece con toda su alteridad: aparecen las diferencias, que pueden causar alejamiento, discusiones y peleas.



Los síntomas fueron cambiando con el transcurso de la época. Hace más de 15 años, las parejas consultaban por dificultades en la sexualidad: impotencia y eyaculación precoz en los hombres: frigidez en las mujeres. En estos últimos tiempos aparecen otros síntomas y ya Lacan se había dado cuenta que los analistas teníamos que seguir la espira de la época y los significantes epocales para poder leer el nuevo ropaje de los síntomas y las inhibiciones. 

En este tiempo actual, lo que impera en las demandas de las entrevistas de pareja y familia es la llamada violencia, la agresividad, la imposibilidad de poder soportar la diferencia con el otro y también una especie de necesidad gozosa de violar la intimidad del otro. Es decir, aparecen todos los elementos tecnológicos para espiar, controlar o perseguir al partenaire. 

Debemos recordar que en la construcción de una pareja se deposita en el otro algo del propio objeto causa de deseo o de goce. Es decir, el otro no es tan diferente a nosotros en algunos puntos. Por eso no se debe hablar demasiado mal de la pareja, porque estamos hablando de nosotros mismos. Entonces, en cada elección amorosa, el sujeto se va a proponer como aquel que fue deseado o no por el Otro primordial y también va a buscar en el otro cómo complementar ese ideal en relación a qué clase de objeto se fue para el Otro. 

Hay una pregunta fundante en la subjetividad, que es la pregunta que el niño le dirige al Otro: ¿Qué quieres de mí? Ese Otro primordial va a donar voz y mirada para investir libidinalmente al niño y hacer de él su falo simbólico, es decir, que no quede atrapado solo como falo imaginario. Un niño va a ir a ocupar el lugar de la falta en la madre y el lugar en la economía deseante de ella. No todos los niños pueden ocupar ese lugar: muchas veces el Otro primordial no puede alojar al niño por venir en el lugar de su falta. Es decir, no hace lugar a poder investirlo libidinalmente como eso que le hizo falta. En ese sentido, tenemos 2 posibilidades. 

• Cuando el niño es alojado amorosamente, va a poder construir ante la pregunta “¿Qué quiere el Otro de mí?” una respuesta fantasmática. Es decir, va a poder elegir un objeto de la la pulsión para ubicarse y poder decir “soy la mirada de mamá”, “soy la caquita de papá”, etc. 


Si ese Otro no dio lugar a esa habilitación posible, el niño tendrá que responder con su cuerpo, con mostraciones o adicciones a la pregunta de qué quiere el Otro. 

La pulsión va a poder hacer un tour vía fantasma si fue bien alojado y si pudo recortar qué le hacía falta en las demandas de la madre. Cuando ese recorte no fue posible, vamos a tener los casos de los pacientes más ligados a las impulsiones o los casos de neurosis narcisistas

En este tiempo, donde lo que emerge en la consulta está más ligado al pasaje al acto, a las sustancias que se consumen, a los cuerpos que se ofrecen ser tratados como meros objetos, podríamos pensar que hay dificultades a ese alojamiento. Por otro lado se habla que hay una decadencia de la función del nombre del padre. El padre, como agente operador de lo simbólico, es aquel que corta el goce de la madre con los hijos diciéndole “no reintegrarás tu producto” y también es aquel que hace de su mujer objeto causa de deseo. Si antes las consultas venían más ligadas a las dificultades del encuentro sexual y ahora vienen ligadas a otros temas, no solo notamos la declinación de esa función simbólica de separar al niño del goce de la madre, sino también a una falta de deseo sexual. El imperativo actual es la performance de los cuerpos: el éxito laboral, la acumulación del dinero o del prestigio, relacionadas con las exigencias del mercado. 

El mercado, el discurso capitalista y sus significantes, exige al sujeto que se olvide de su propia singularidad, que haga masa y que se olvide de su cifra deseante. El deseo es singular a cada uno y en la medida que los analistas tomamos el uno por uno, no hacemos masa. Con lo cual, va a haber siempre algo que irrumpa disruptivamente con eso que el mercado propone. 

Nosotros apostamos a que la palabra sea el agente de corte entre el goce incestuoso del sujeto, que lo deja del lado de la cifra familiar, para que cada uno haga una diferencia con la historia que le tocó en suerte y que encuentre un goce más ligado a vivir la vida, a la creación y al lazo con los otros.

En estos tiempos, también asistimos a la posibilidad de que que la tecnología sea utilizada para que el sujeto quede en un estado de extrema soledad o de narcisismo, sin poder vincularse con los otros. La relación con los otros no es una tarea sencilla y la máxima cristiana “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” no se puede poner en práctica. En este punto, el partenaire puede ser un compañero de ruta o un surmoitié, que es un neologismo de Lacan condensando superyó y mitad. Cuando en una pareja hay una fijación, por ejemplo a los lugares de sometedor y sometido, podemos pensar en que uno de los dos está ubicado como el superyó. Recuerden que el superyó ordena gozar y dice “Así como el padre debes ser, así como el padre no debes ser”. esta paradoja es absolutamente incumplible, pero es parte de aquello con lo cual el sujeto fue constituido: el yo, el superyó y el ideal del yo. 

Cuando prima el ideal del yo, el sujeto puede aspirar al acto creativo. En tanto prima el superyó, sin embargo, el sujeto queda abatido en una fijación gozosa sin tener mucho margen de maniobra para poder encauzar su propio deseo.

¿Qué hace un analista con la pareja? En principio, el analista es convocado a un lugar de tercero. La terceridad es de estructura, porque el falo es la terceridad que circula en cualquiera. Este lugar de tercero implica que no sea de cómplice ni entre en la dinámica entre los miembros de la pareja. La pareja pone al analista no solamente como un sujeto supuesto saber, sino como una suerte de juez para ver quien tiene la razón. Si pensamos en la clínica, no pensamos en quién tiene la razón, sino que lo que vamos a leer es como esa pareja se estructuró y cuál es el pacto fantasmático que los anudó y cuál es el pacto que se rompió cuando vienen a la consulta. 

Toda pareja, a lo largo de su vida, va armando un pacto con cláusulas conscientes e inconscientes, que va a develar cómo le fue transmitido el goce, el amor y el deseo a cada uno, por parte de sus progenitores y a la saga familiar. Freud hablaba de las series complementarias: la historia de la familia, los significantes que se jugaban en el medio ambiente y la biología. Lo transgeneracional es algo que vamos a tener en cuenta en cada pareja en las preguntas que vamos a ir formulando en las entrevistas de cómo se conocieron, qué les gustó a cada uno del otro, qué les disgustó, qué los fue enamorando.

Hacemos la entrada de lo que los fue enamorando porque allí podemos leer los significantes que se fueron enhebrando y abrochando en la historia de cada uno y qué representa para cada quien. Los significantes que enamoran son propios de cada historia y tienen algún punto de encuentro. El analista va a develar ese pacto para poder relanzar la vida deseante de esa pareja y para que no caigan en la anomia, la depresión o la melancolización. 

Todos sabemos que es más fácil echarle la culpa al otro que asumir la propia responsabilidad. Lo que vamos a hacer es desculpabilizar a la pareja para poder responsabilizarla. Responsabilidad tiene que ver con la posibilidad de que cada uno se haga cargo de lo que le corresponde en el sostén del amor y del deseo. La culpa generalmente es incestuosa y encierra al sujeto bajo el goce superyoico. La culpa no nos sirve a los analistas, porque deja al sujeto sin recursos de poder reconocer qué le acontece, de qué está aquejado.

Por otro lado, la angustia es la bisagra entre el deseo y el goce y lo que nosotros vamos a intentar es que emerjan los puntos de angustia en cada pareja. Los puntos que angustian a uno o a otro, o los puntos de angustia en común. 

El goce es lo que liga al sujeto a una relación de fijación con una demanda del Otro. Podemos hablar de que hay distintos tipos de goce, según la fijación pulsional. La fijación pulsional puede ser inconsciente, pero también hay fijaciones pulsionales del ello que no se tramitan por el inconsciente, es aquello que pasa directamente al cuerpo. Un goce parasitario, que deja al sujeto fijado a la demanda del Otro, puede transformarse en un goce que permita una salida deseante. De esta manera, hay goces parasitarios y saludables. Estos últimos tienen que ver con el deseo y el intercambio con el Otro. En la pareja hay, en principio, un pacto de intercambio de goces. Puede quedar fijado o coagulado, pero la función del analista es descoagular para que cada uno pueda pensar en el goce que lo habita y poder hacer algo con eso. 

Las entrevistas de pareja no son como la de las psicoterapias de otro estilo, largas en el tiempo. No duran mucho tiempo, sino que generalmente son la apertura a la posibilidad de la entrada a un análisis. Hay un punto de dificultad en hacerse cargo del propio deseo; de manera que es más fácil venir acompañado por el otro que armar un síntoma ligado a las formaciones del inconsciente. Hay menos pacientes que vienen representados por el inconsciente y hay más gente que está ligada a aquello que está por fuera del inconsciente, o que descreen de él. Hay un rechazo al inconsciente y el sujeto se cree dueño de si mismo, como que está más allá de lo que lo determina. Es una creencia epocal que el sujeto se hace ex-nihilo, se hace a sí mismo. También hay una creencia del “tu puedes”, donde todo es posible, no hay que renunciar a nada y que está prohibido prohibir. Al cambiar la época, la clínica también cambia.

En los tiempos de la familia romana, el pater romano era el dueño de la vida y el comercio de la familia. En la edad media, ese concepto fue cambiando y en la actualidad esa función cambió. 

La sociedad del cansacio, de Byung-Chul Han. La sociedad del cansancio hace que el otro, como semejante, se desdibuje. El otro, cuando aparece en la diferencia, aparece como la mancha del sujeto. La mancha es lo que el sujeto dispone para poder hacer diferencia con el sentido del Otro. Es lo que le permite al sujeto decir “soy tu hijo, pero soy diferente”, escapándose del aplastamiento del Otro. Es poder tomar a su cargo el rasgo unario y darle a la vida un sentido único e irrepetible. 

El analista intenta que cada uno pueda hacer algo distinto, porque sino es como si estuviéramos marcados inexorablemente por la historia personal. El objetivo es que el sujeto reescriture algo de ese lugar en que fue alojado para poder tener un acto decidido. Un acto decidido implica los tres tiempos: mirar, comprender y concluir. Estamos en un tiempo vertiginoso donde muchas veces se saltea el tiempo de comprender. El tiempo de comprender también implica el tiempo de mirar, mirarse y hacerse mirar. Actualmente se mira y se hace mirar, pero falla el tiempo de mirarse, que es pensarse preguntándose qué se produce en el otro, qué le ocasiono, que me aporta el otro, qué me gusta o que no. Si falta el tiempo de mirarse, que es un tiempo pulsional, hay algo donde la imagen no muestra el agujero.


Caso clínico.
Es una pareja que viene derivada por el analista de uno de los hijos de la pareja. Hace mucho tiempo que tienen una relación muy violenta, según dicen. Cuando se encuentran, se gritan, no pueden hablar y desconfían permanentemente uno del otro. Cada vez que pueden, entran en el celular, en el Facebook del partenaire.

En las primeras entrevistas, la mujer llora permanentemente y dice que él es el culpable de todo. Cuando hago una maniobra para que ella puede empezar a decir y deje de llorar, lo que cuenta es que ella tiene muy mala relación con su hija de 20 años. Esa hija, cuando la paciente tuvo una operación para cambiarse los implantes mamarios, no fue a visitarla. Ella es muy linda y arreglada, con varias cirugías plásticas, porque para ella es necesario tener un cuerpo perfecto para ser amada y deseada. Cuando yo le pregunto por qué esa insistencia de tener el cuerpo perfecto, ella cuenta que hace 30 años fue Miss (su país) y que luego concursó por ser Miss Universo. Ella no tolera el paso del tiempo, que arruina el cuerpo. Todo esto, ella lo dice con una voz muy infantil, donde había una discordancia entre la presencia real física de ella y ese tono de voz que parecía el de una niña de 7 años.

Ella es de un país limítrofe a la Argentina. Tenía varios títulos de belleza y había sido azafata en una aerolínea. Se había casado a los 16 años y había mentido sobre su estado civil para poder ser elegida Miss, pues requería ser soltera para participar. Ella había ocultado esa información. Estuvo casada desde los 16 con un novio que tenía desde los 13 años. Al año y medio se enamora locamente de un piloto de la aerolínea donde ella había empezado a trabajar prematuramente y se separa para casarse con este señor. A los 3 años, ella se embarazó de su primer hijo y se enamora del señor con el cual fue a la consulta. Deja al segundo marido y se va a vivir con este señor, quien dice que es como el padre de ese hijo, porque se hizo cargo y que el padre biológico “se fue desapareciendo”, según dijo.

Esta pareja estuvo junta por 27 años. Tuvieron una hija en común, que tuvo muchos problemas de bullying y anorexia en la secundaria. Ellos, sin embargo, no estaban muy interiorizados en lo que pasaba. La llevaban a la psicóloga y ella tenía que ocuparse. Cuando intenté abrir en qué le hacía falta esta hija a estos padres, no podían dar cuenta de qué problemas tenía y sobrevolaba la idea de que ahora podían tener problemas porque no sabían por qué la chica no tenía novio y se quería ir a vivir al exterior. Se escuchaba que no querían enterarse en cómo estaba la hija, porque no podían decir nada del bullying. La madre decía que ella había ido al colegio para que eso se acabara. 

Le pregunto si ella podía pensar en alguna repetición de los modos familiares. Cuenta que ella perdió el papá a los 7 años, que era la hija más chica de una familia de 7 hijos. Eran una familia muy adinerada, pero la madre salió también a trabajar para que no perdieran el nivel de vida al que ellos estaban acostumbrados. Por ese motivo, la paciente también salió a trabajar prematuramente para poder sostener ese ideal de una vida acomodada y de gente bien mirada. 


Cuando pregunto aspectos de la vida del señor, él dice que no cree en esto del psicoanálisis, pero viene para cumplir porque el padre del amigo le dice que si su mujer estaba tan insufrible y demandante, vayan a unas entrevistas de pareja así se calma. Le digo que no se trata de una creencia, sino de ver qué les pasa a ellos y si hay alguna posibilidad de ver si en lugar de pelearse pueden hacer otra cosa y de ver si antes de ese episodio donde la hija no fue a ver a la madre, entre ellos había una buena relación. Para mi sorpresa, me cuentan que ellos hace 27 años que están casados, pero que nunca vivieron juntos. Ella vive en una ciudad a 400 km. de donde él vive, por cuestiones laborales. Ella se queja amargamente de que siempre pareció una viuda alegre, que siempre se ocupaba de los hijos, hacía distintos trabajos. En un momento, pudo anclar en algo que le gustaba. Era una avidez permanente donde no se podía leer qué deseaba ella en relación a actividad laboral. Era como una errancia. Tras dejar el trabajo de azafata, ella prueba en numerosas cosas distintas.

Él es un prestigioso académico in informático consultado por numerosos gobiernos. Tiene un buen trabajo y un brillo fálico importante. A él le preocupa esta queja de su mujer, que lo cree causante de todos los males, porque él no terció cuando ella se hizo un implante nuevo y que la hija adempas lo destrató. Este destrato a ella la sume en una profunda depresión y que no soporta que él no haya hecho nada. Ella dice “No tengo recursos para operar con mi hija, porque no tengo recursos para ver quién es ni con quién anda”. Lo que deslizaba era cierto temor hacia la elección sexual de la hija. Esta familia tiene roles muy pautados y todas las nuevas modalidades de elección no están bien vistas.

Las entrevistas eran muy discontinuas porque ella permanentemente viajaba a su país de origen para ver a su madre, una madre absolutamente venerada e idealizada. Era la madre perfecta y ella no tenía nada para decir de su historia que pudiera tener alguna relación con esto. 

Ante la pregunta de qué pasaba con su elección de pareja, que ella pasaba rápidamente de un hombre a otro sin duelo. Recordemos que el duelo implica que el sujeto se pregunte qué representa el otro, que lugar ocupaba en relación a la falta. Es decir, sin duelo tramitado no hay posibilidad de que advenga un otro distinto. Lo mismo hacía ella en relación al trabajo, cambiándolos sin escansión. Los hombres aparecían unos tras otros sin el tiempo necesario de procesar una pérdida, porque la pérdida no estaba inscripta como tal.

Ella cuenta que tuvo algunas situaciones de affaire mientras estaba con su marido, porque él no la miraba y ella tenía que hacerse mirar por otro. Él la consentía, pero no quedaba muy claro cuál era el goce de él en esa situación. Posteriormente, aparece algo que según él no tenía importancia. Cuenta que él no intervenía en la relación de ella con la hija, pero que temía que la relación entre ellas fuera igual a la relación de su madre con el hermana: ambas peleaban mucho. 

En esa historia familiar, había un secreto a voces, del cual nadie quería hablar: el abuelo paterno de él había huído a ese país porque había matado al marido de su amante. Posteriormente se casó con su abuela en ese país. Él huyó para evitar quedar preso, viviendo en ese país con la carga de ser asesino de un hombre. Recuerden que ellos peleaban contínuamente y lo que ella decía era “Lo que me sale es matarte” y él le respondía “a mí también”. Este triángulo del abuelo también se repetía en ellos. También ellos con la hija. El secreto era, además del asesinato, los triángulos que se van repitiendo en toda esta historia, incluyendo el lugar de analista como tercero que haga de corte.

Este tratamiento no fue exitoso, pues comenzaron a viajar por el mundo, encontrándose en distintos lugares. La errancia siguió habitándolos, prometiendo consultar nuevamente al volver del viaje. Ellos eran exitosos a la luz social, rendidores laboralmente. Estos viajes no tenían que ver con el tiempo lógico de mirar, comprender y concluir: eran viajes organizados de un momento al otro y cualquier lugar daba lo mismo. Para el deseo decidido, no da lo mismo cada lugar. 

La función del analista es la de cortar el pacto fantasmático gozoso para que vuelva a circular la veta deseante y amorosa en la pareja. Eso que los unió y después está ahí tapado, pueda repactarse desde otro lugar para lograr una relación más vivificante. Primero hay una operación desde lo imaginario y luego se interviene desde lo simbólico, introduciendo una ley que regule los goces. Un sujeto tiene un regulador de goces a partir de la función paterna que corte el goce incestuoso del niño. Para que circule el deseo, tiene que haber una ley que sea acatada por ambos miembros de la pareja. 

Las parejas, en cada momento de la vida, deben reformular esa relación que tiene con el otro. Los cambios vitales hace que la relación al goce, al deseo y el amor vaya modificándose. No es lo mismo una pareja sin hijos que el tiempo cuando emerge la maternidad y la paternidad. Allí habrá que redefinir los lugares, qué es la familia y qué es la pareja. Algunos síntomas aparecen después que alguien se convierte en padre o en madre. Hay que operar ahí para que la pareja vuelva a relanzarse y que la pareja no quede desdibujada en lo familiar. La demanda de un hijo exige tiempo y libido, por lo que abundan las quejas de estar demasiado ocupados con los hijos, o con el trabajo para proveer el dinero, sin tener tiempo para la pareja. Por eso el convertirse en padres exige una refundación de la pareja. 

Otro momento de refundación de la pareja es en el tercer despertar sexual, en la vejez. Cuando la mujer entra en la menopausia y el varón en la andropausia, se debe hacer una nueva configuración a lo imaginario y lo real del cuerpo y cómo se inviste simbólicamente esos cuerpos. Cada nueva etapa exige una reformulación en relación a lo simbólico y lo imaginario. Eso repercute en el modo de estar en y con la pareja.

Cuando hablamos de secretos podemos pensar que hay una gama de secretos diferenciados. No es lo mismo un secreto de filiación que un secreto de una terceridad, como en el caso que vimos. Los secretos dan una coloratura en relación a la confianza en la palabra del otro. Los secretos en la filiación trae trastornos más serios, no solamente en el hijo, sino también en esa obligación de mantener el secreto durante tanto tiempo. El análisis intenta operar vía la palabra para que el imaginario pleno pueda ser agujereado y hacer algo con lo real de cada uno. 

Finalmente, podemos pensar que en las entrevistas de pareja hay implicada una escena que se da a ver. Hay un tercero que no solo escucha, sino que mira. Vemos parejas que discuten y miran hacia otro lado. La presencia del tercero, al devolverle la mostración en la escena de las entrevistas, permite re-verse y repensarse. 

• Este texto se confeccionó con las notas de la conferencia dictada en la UMSA por Stella Maris Rivadero, el 5/11/2019, disertación titulada “Secretos familiares: consecuencias clínicas”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario