La dificultad que muchos niños enfrentan hoy para concentrarse en la escuela y realizar tareas que exigen atención sostenida suele estar asociada a una crianza sobrecargada de estímulos y actividades compartidas con adultos y otros niños. En gran parte de las sociedades que se consideran cultas, se ha asentado como idea común que esta dinámica favorece el desarrollo intelectual, emocional y social del niño.
Sin embargo, esta especie de nueva "educación ideal" fomenta, más que la reflexión pausada y la atención prolongada, la habilidad del niño para moverse ágilmente de un estímulo a otro. Esto ocurre en detrimento de la capacidad de dedicarse sin prisa a lo que tiene frente a él o a lo que elegiría hacer de manera espontánea, sin la constante intervención de propuestas externas.
Detrás de lo que se denomina “déficit de atención” puede encontrarse, entonces, una habilidad hiperdesarrollada para desconectarse rápidamente de un estímulo y pasar al siguiente, sin profundizar en ninguno. Este patrón va más allá de lo cognitivo y se refleja también en la preferencia por contenidos breves y rápidos, siguiendo un recorrido que lleva del libro a la revista, de la revista a plataformas como Facebook, ahora “X”, y de allí a medios aún más efímeros como Instagram.
En síntesis, el llamado “trastorno por déficit de atención” podría estar relacionado con una adaptabilidad exagerada para no aferrarse a nada y conectarse rápidamente con todo, un rasgo promovido por ciertas prácticas de crianza contemporáneas.
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