Muchas personas que buscan ayuda psicoterapéutica esperan que el tratamiento no solo sea efectivo, sino también breve. Sin embargo, el análisis ha demostrado que los padecimientos del sujeto se han construido y consolidado a lo largo de muchos años, por lo que difícilmente pueden resolverse sin un proceso minucioso que tome el tiempo necesario para abordar sus causas(1). Aun así, es común que el simple hecho de recibir atención genere un alivio momentáneo, que puede confundirse con una mejoría sostenida.
Por ello, es importante que quienes buscan ayuda profesional –ya sea con un analista o con cualquier especialista en salud mental– tengan una visión realista de sus problemas y comprendan la naturaleza del trabajo necesario para resolverlos.
La creciente difusión de la psicología y la psiquiatría ha llevado a que diversas prácticas, aun con diferencias significativas, sean percibidas popularmente como equivalentes. Además, las limitaciones económicas –tanto reales como imaginadas– han favorecido la proliferación de sistemas de atención de bajo costo, con la expectativa de que los tratamientos sean breves.
Siguiendo la recomendación de Lacan, antes de iniciar un análisis es fundamental que el paciente obtenga una primera ubicación de su posición en lo real(2). No se trata de enseñarle una supuesta “verdadera realidad”, sino de ayudarle a formular una primera comprensión de los conflictos y síntomas que lo llevaron a la consulta. Lacan llamó a este proceso, en línea con Freud, “sistematización de los síntomas”, un punto de partida que podrá ser posteriormente ajustado, ampliado o reformulado. Este paso inicial es clave para que el consultante comprenda la labor que deberá realizar y, si lo decide, asuma un compromiso consigo mismo.
Notas:
- Cf. Freud, Obras Completas, Amorrortu, Vol.12, pp. 130-131.
- Lacan, Escritos, Siglo XXI, p. 569.
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