miércoles, 11 de junio de 2025

La transferencia como experiencia impar

En el Seminario 11, Lacan lanza una afirmación provocadora: “el concepto que se tiene del concepto es inconsciente”. Esta frase implica una advertencia radical: no basta con creer que se entiende un concepto, menos aún en psicoanálisis. Es necesario observar cómo se lo practica, cómo se lo encarna. Por eso, el verdadero alcance de un concepto debe medirse por lo que el analista hace, no por lo que cree entender.

Este principio es válido para todos los conceptos del dispositivo analítico, pero adquiere especial peso cuando se trata de la transferencia, ya que en ella se pone en juego el modo mismo en que el analista se posiciona en la cura.

Lacan comienza por una serie de delimitaciones negativas. Dice lo que la transferencia no es:

  • No es un “aquí y ahora”, rechazando así la idea de “situación analítica”.

  • No se define por los sentimientos que el analizante experimenta hacia el analista.

  • Aunque se enlaza con la repetición, no se confunde con ella.

Asimismo, Lacan recuerda que la transferencia no es exclusiva del análisis: la suposición de saber puede surgir en múltiples contextos, clínicos o no. Pero hay algo que distingue a la transferencia analítica: no es intersubjetiva. Esto significa que el analista no cuenta como sujeto, al menos no como un sujeto en diálogo o reciprocidad emocional. Desde el inicio, el analista es posicionado como objeto.

Este giro tiene consecuencias cruciales: rompe con toda pretensión de simetría o complementariedad entre analista y analizante. En la transferencia, lo que se despliega es una relación impar, en el sentido que Lacan señala con el término inglés odd: no solo impar numéricamente, sino también raro, extraño, ajeno a cualquier lógica del par.

La transferencia, entonces, no es el espacio de un vínculo armonioso entre dos; es el campo de lo desparejo, donde se deshace la ilusión de la pareja como unión complementaria. Y esta descomposición de la lógica dual abre preguntas fundamentales:

  • ¿Qué tipo de partenaire es el analista en la transferencia?

  • ¿Qué o quién hace las veces de partenaire en la vida psíquica del sujeto?

Este último interrogante no apunta solo a la clínica, sino a lo más íntimo del deseo: ¿qué se busca en el otro? ¿Qué se inviste como Otro del goce? ¿Dónde se cifra esa falta estructural que el partenaire –real, imaginario o simbólico– viene a bordear?

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