El deseo ocupa un lugar central en la práctica analítica, configurando una ética radicalmente distinta a la ética del discurso del amo. Mientras esta última busca la conformidad y el dominio, la ética del psicoanálisis es una ética del deseo, tal como lo conceptualiza Jacques Lacan al releer a Freud.
Sin embargo, el deseo plantea no solo una importancia crucial, sino también una dificultad inevitable: su carácter inaprehensible. Lacan logra esclarecer esta dimensión esencial del deseo a través de múltiples referencias filosóficas. Un punto clave en esta elaboración se encuentra en el Seminario 6, donde el deseo es examinado desde el efecto del significante, más allá de cualquier objeto concreto como meta. Aquí cobra valor la perspectiva socrática: el deseo no busca un objeto, sino que se dirige hacia otro deseo. Del mismo modo, la influencia de Hegel permite a Lacan formular su aforismo fundamental: "el deseo es el deseo del Otro".
Esta complejidad, vinculada a la ausencia de objeto, permite diferenciar claramente el deseo de un anhelo. Mientras que el anhelo tiene un carácter imaginario y puede articularse en palabras —perteneciendo así al campo de lo dicho—, el deseo, por su propia naturaleza, se presenta como indestructible e imposible de ser plenamente dicho. El deseo no se articula en el plano del discurso, sino que se sitúa en el nivel de la enunciación, lo que lo hace articulado sin ser articulable.
Como "deseo del Otro", el deseo apunta a una falta, porque carece de un objeto que pueda completarlo. Por el contrario, el anhelo puede orientarse hacia un objeto concreto que el sujeto incluso podría demandar. Así, el deseo no se vincula a un objeto específico, sino a una posición subjetiva, una que siempre se despliega en una escena relacional: el deseo del Otro.
En definitiva, el deseo, en su dimensión inaprehensible, funda la ética del psicoanálisis, distinguiéndose radicalmente del anhelo, que pertenece al orden de lo imaginable y decible. Mientras el anhelo responde a la lógica del objeto, el deseo remite a una posición que, en última instancia, revela la falta estructural que lo sustenta.
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