Consulta la primera y la segunda clase.
Vimos que en las neurosis en general son un modo de posicionarse en el lenguaje, un modo de posicionarse frente a la castración, un modo de relación del sujeto con el lenguaje. La eficacia de la castración, es la castración del Otro. En términos prácticos, vemos que es mucho más fácil tolerar la falta propio (no puedo, tengo síntomas) que enfrentarse con la consistencia del Otro, con que al Otro le falta. El Otro es el que nos demandó inicialmente y que forma parte de nuestra constitución de sujetos, en cuanto forma parte de la constitución de un cuerpo erógeno. El Otro que interviene sobre el cuerpo biológico, lo hace desde su falta, o sea, desde su deseo y desde su goce. Por eso, la eficacia de la castración depende de la castración de ese Otro.
El niño, en algún momento lógico, ocupa el lugar de lo que le falta al Otro. Esto es lo que se conoce como el niño en el lugar del falo. Lo que le falta al Otro lo ocupa ese sujeto. En determinado momento, esa posición se deja. Por lo tanto, ese sujeto se confronta con este dejar de ser el falo para el Otro, pero ahí se constituye un objeto particular, que puede ser el objeto oral, el pezón como eso que se desprende entre el sujeto y el Otro. Dicho en otros términos, al dejar de ser el falo, me queda como premio consuelo un objeto que es el famoso objeto a de Lacan. Este objeto pone en causa el deseo, es decir, cambia la direccionalidad de lo que es la psicología: el objeto ya no está al final de un recorrido, sino en el inicio. Es porque hay un objeto que se pierde que se desea. Pero en este movimiento, el deseo de cada uno se estructura de acuerdo a una matriz, de acuerdo a una escena. Esto es el fantasma: la relación entre un sujeto y un objeto. Se puede pensar en términos de la fijación freudiana, con algunos ajustes. En Pegan a un niño, la fantasía es una escena que responde a una estructura gramatical, que se condensa en una frase. Esa fantasía es la escena a través de la cual se estructura el deseo de cada uno.
Retomo esto porque quería retomar 2 preguntas de la clase pasada.
El fantasma en la histeria y la neurosis obsesiva.
En el seminario de la transferencia, están estas fórmula que después él jamás vuelve a retomar:
a ◊ A
-φ
En la histeria, el sujeto se ofrece como objeto (a), reprimiendo lo que tiene que ver con la castración (-φ) como condición de mantener al Otro completo (A). Lo que me interesa es el contrapunto que da con la escritura del fantasma de la neurosis obsesiva:
(Ⱥ ◊ φ (a, a’, a’’, a’’’, …)
Hay una relación con el Otro en falta (Ⱥ), es decir, no es que el obsesivo desconozca la castración. Pero el problema es lo que se hace con el deseo: se difumina en cualquier objeto. Esto es lo que se ve en la clínica de la neurosis obsesiva cuando uno por ahí insiste al paciente en qué quiere. Entonces aparecen las cosas más diversas, que le dan consistencia a esto que falta en cualquier objeto, lo que implica la postergación, la procrastinación, a partir de que justamente lo que se posterga es el deseo.
La angustia en la neurosis obsesiva. El neurótico obsesivo se puede acomodar muy bien en ese encierro con el Otro hasta tanto algo del deseo le haga vacilar toda la estructura. Yo decía la clase pasada que ahí aparecía el síntoma. La angustia va a venir después, en la medida en que el neurótico obsesivo se acerque a algo que tiene que ver con su deseo, se empieza a angustiar.
El Hombre de las ratas.
Al querer profundizar algo de la neurosis obsesiva, conviene ir al historial del hombre de las ratas. En este historial está la descripción de la neurosis obsesiva en crudo, así como las demás estructuras con los demás historiales freudianos. La estructura de la histeria está en Dora; la fobia, en Juanito; la psicosis, en la lectura que hace de las memorias del Presidente Schreber.
Un abogado consulta a Freud porque a partir de algo que se le impone como mandato y la imposibilidad de cumplirlo, se encuentra imposibilitado de realizar su vida cotidiana. En determinado momento a él le llega el libro de Psicopatología de la vida cotidiana, dice que algunas cosas que leyó y cómo funcionan las palabras en el inconsciente, a él le pueden ayudar. Este abogado estaba movilizado en el ejército y durante un traslado de un lugar a otro, él se olvidó unos anteojos. Entonces, va a la oficina del correo postal a pedir que cuando los encuentren se los envíen al nuevo destino. Llegan los anteojos al nuevo destino y recibe por parte del Oficial del ejército la comunicación de que le habían devuelto los anteojos y que tenía que pagar 3,80 coronas. Ahí empieza el problema, él tenía que pagarle a un teniente que se había ocupado de traerle los anteojos. A él se le instala -de ahí el síntoma- la idea de que si le paga al teniente A esa deuda, algo le va a pasar a la mujer que él quiere y al padre. Por lo tanto, no puede pagar y empieza a desarrollar un montón de acciones para conjurar este problema. Incluso se le ocurre decirle a Freud que le haga un certificado para decirle a otra persona que teniendo en cuenta su incapacidad se ocupe de hacer el pago. Porque si se hacía el pago pero no lo hacía él, se liberaba de la fantasía de lo que le iba a pasar a la mujer y al padre. Entre medio, la situación se va complejizando, porque parece ser que ni siquiera había sido el teniente A el que se había hecho cargo de retirar los anteojos en el correo, sino otro teniente B que había pagado esa suma. Se le complica porque a él se le sigue imponiendo la idea de que le tiene que pagar al teniente A. Incluso se le ocurre pagarle al teniente A para que el teniente A le pague al teniente B. Todo esto, por supuesto, dificulta la vida de cualquiera. Él llega a Freud para que él le hiciera un certificado médico para que otro teniente pagara la suma. Freud no le hace certificado, sino que lo acuesta en el diván y le pide que asocie. Estos detalles que aparecen en el historial también son para prestar atención. Muchas veces se consulta para resolver una urgencia o pedirnos algo y no hay por qué despacharlos sin darles la oportunidad de hablar.
Freud invita al abogado a hablar. Lo que surge ligado a este síntoma es un relato del capitán sobre un tormento famoso que consistía en que al torturado se le ponía en el ano un recipiente con una rata dentro. Por lo tanto la rata iba a entrar en contacto directo con el ano del torturado. Freud encuentra que en el relato del hombre de las ratas contiene un horror ante un placer que él no conocía. Esto es lo que nosotros traducimos como goce. En ese relato, en esa fantasía que él insiste, hay un goce que él rechaza.
Entonces, hay un mandato a pagar una deuda y la imposibilidad de cumplirlo, asociado con este tormento de las ratas y entre los antecedentes, una deuda del padre. Resulta que el padre del hombre de las ratas, que era jugador y también estaba en el ejército, en un momento toma el dinero de la compañía y se lo juega. Resulta que alguien se lo presta para que el padre restituya el dinero a la compañía, pero después por una serie de vicisitudes nunca le puede pagar a la persona que le prestó para cancelar esa deuda. Y por otra parte, algo que era compartido por la familia es que el padre había optado por casarse con la madre por su buena posición económica y dejar de lado a otra chica que le gustaba. Y ahora, viene lo siguiente.
Recuerden cómo determinado goce, cómo determinado recorrido en el cuerpo se ancla en un síntoma a partir de que hay lenguaje. Y es interesante ver la secuencia de las asociaciones de este paciente de Freud. En alemán,
Ratten es ratas.
Raten, diferenciado en una T que el inconsciente no hace, por supuesto, significa cuotas y deuda. Lo cierto es que esto para el inconsciente no tiene ninguna diferencia. Pero además,
Hielratten es casamiento.
Spiel-ratten es juego.
En torno a esto, que es la historia del paciente, el padre está atravesado por una deuda doblemente impaga: la deuda de dinero y la deuda que no cancela porque por dinero renuncia a la mujer que ama. Entonces, fíjense cómo el inconsciente escribe un síntoma en torno a la tortura de las ratas a partir de lo que le viene del padre a este paciente. Es decir, esto que vimos bien puede ser la cadena asociativa que se tiene en los historiales. A eso es lo que uno le tiene que prestar atención. El escrito que produce el inconsciente no discrimina ortografía, sino que ancla toda una cadena de palabras en una zona del cuerpo. Pero en la neurosis obsesiva no es al modo de la histeria (una metáfora que toma el cuerpo) sino que lo que hay es una indicación de una determinada localidad, donde síntoma ancla su goce. Entonces, incluso en un momento en el que Freud le va a aumentar los honorarios, el hombre de las ratas le dice “Tantas ratas, tantos florines”. Hace un equivalente entre las ratas y el dinero.
Hay más: ¿Qué tiene que ver esto con el fantasma, que se relaciona con el síntoma? Cuando el hombre de las ratas asocia con las dos deudas que el padre no paga, cómo está vinculada la cuestión del dinero que él no puede pagar, él asocia con un relato de Ibsen que se llama El pequeño Eyolf, que es una variante del flautista de Hamelin. Esto es importante porque acá se condensa la equivalencia a partir de lo que uno puede desmembrar de esta asociación, la equivalencia que nos va a dar el lugar del sujeto en el fantasma.
En el relato de Ibsen, un niño es desatendido por el padre que se ocupa de sus negocios. En el momento en que el padre decide rever la situación hacia el hijo, el hijo se va siguiendo a una mujer que saca a las ratas del pueblo y se ahoga. Entonces, lo que se desprende del relato de Ibsen es la equivalencia entre el niño y la rata. El sujeto, en el caso del hombre de las ratas, está en la rata. No es cualquier rata, sino la del tormento que le cuenta el capitán.
Hay 2 vertientes que a este paciente le complicaron más las cosas, a pesar de que más de un año de tratamiento con Freud parece que la cosa había mejorado, pero hay una equivalencia entre lo que es el inconsciente. Hay una equivalencia entre el niño y la rata, ¿cómo se juega esto? En que es la matriz inconsciente del paciente la concesión que hace el padre al casarse. El padre obtiene un bienestar económico a cambio de darle un niño, que es una rata. Entonces, en el fondo de este síntoma obsesivo lo que uno encuentra es el lugar del sujeto identificado a un objeto del fantasma que se construye en una historia familiar. En este caso, la madre le decía que tenía que olvidarse de la chica a la que él quería para casarse con la prima que estaba en buena posición económica. Y el padre, antes de morirse, le dice que haga lo mismo que él. Entonces, la pregunta es cómo alguien zafa de este mandato brutal del Otro. Como venimos diciendo que funcionan las cosas en torno a la castración, él no encuentra la manera de liberarse de la demanda de este Otro porque justamente en la medida que recurre al padre, el padre lo reenvía al mismo lugar. El padre le habla de su goce, no de algo que le posibilite a él cierto camino.
El goce de este hombre, antes de llegar a la consulta de Freud, está imposibilitado de hacer otra cosa porque está debatiéndose entre tener que pagar, no poder, cómo hacer para pagar, quién paga… No consigue pagar una deuda que el padre dejó impaga. Entonces, frente a la demanda materna, la salida está ocluida, porque el padre le dice que se case con la prima. Nadie le posibilita, excepto Freud, alguna salida con lo que tiene que ver con el deseo de él. El padre del hombre de las ratas lo reenvía a la madre, porque esa es la posición del padre en toda esta historia. Él cedió, no pagó en relación a su deseo, a cambio de un bienestar económico. Ahí se juega el goce del padre. El objetivo de este seminario era que esto se juega afectando al cuerpo a partir de una frase que condensa esta fantasía del tormento de las ratas.
El hombre de las ratas podría haber estado en esta posición no se sabe cuánto tiempo, pensando que todos sus enredos de pensamiento eran un asunto de él, un asunto privado que no le ocasionaba demasiada molestia. La estructura se desestabiliza cuando él se enamora. El obsesivo puede mantenerse estable en ese encierro en el Otro, asegurando su completud y la propia, hasta tanto algo se descompleta, por ejemplo, con la ilusión del amor y el deseo. El historial tiene muchos más elementos, pero yo quería mostrar el síntoma que lo lleva a análisis y cómo confluyen ciertas cuestiones que estuvimos hablando, que tiene que ver cómo alguien se posiciona o no, en qué lugar queda frente a lo que es la falta en el Otro. El hombre de las ratas, hasta el momento de desear a la chica, estaba confortablemente ubicado en ese velo del Otro, en esa envoltura del Otro. Cuando esto se descompleta, aparece el síntoma porque esto deja de ser confortable. Uno va a análisis cuando ya no puede gozar más de la manera en que venía gozando. Mientras más o menos se arregla, por más que su vida sea un caos, no consulta. Ahora, cuando ese goce ya no le sirve más, ahí se recurre a un análisis.
Pregunta: En Pegan a un niño, se habla de la gramática pulsional. En el historial del hombre de las ratas, nosotros vimos el trabajo por la vía significante. Cuando uno trabaja por la vía significante, ¿qué pasa con la pulsión? Particularmente, ¿por qué se le arma a él algo de lo anal? El objeto del fantasma es la rata, pero el objeto pulsional del fantasma es el anal.
H.Z.: La rata entra por el lado del tormento que le cuenta el capitán cruel. No es cualquier rata, sino la rata del relato que entra por el ano. Porque hay falo, un niño puede ser un regalo o una mierda. Porque hay falo hay equivalencias simbólicas. Si hay equivalencias simbólicas se puede producir esto que es el niño. El significante va a producir cierto corte con el objeto, porque lo esperable para cualquiera en análisis es que llegado en una posición de objeto en el fantasma, advenga como sujeto y el objeto fluya. El objeto pulsional, el objeto a, en un primer tramo del análisis es justamente lo que está obturando la posibilidad de desear. En la medida en que por la vía de la palabra algo de ese objeto se produce, fluye otra relación del sujeto con el deseo. El analista no puede prometer felicidad, pero sí que haya otros goces posibles. Evidentemente, nosotros no hacemos juegos de palabras, jugamos con las palabras si tienen que ver con una escritura que afecte el cuerpo en tanto pueda producir cierta rectificación pulsional. Es decir, que alguien que goza de una determinada manera, pueda acceder a otros goces. Hasta ahí llegamos con nuestras promesas.
Pregunta: ¿Cómo pensar los rituales?
H.Z.: Confluyen varias cosas, porque son un modo de conjugar la angustia. El problema es la crisis de angustia si ese ritual se interrumpe. En Lecciones introductorias… Freud cuenta el caso de una mujer que sacaba las sábanas recurrentemente porque por la impotencia del marido no había podido mostrar la sábana manchada, que era lo que se usaba, como producto de su desfloración durante su noche de bodas. En torno a eso, se arma un ritual donde ella con el mantel, repite y hay que leerlo como es el caso del síntoma. En términos generales, conjura la angustia pero hay que leerlo en cada caso.
Pregunta: Una vez detectado el síntoma, ¿cómo se encauza la cura?
H.Z.: Está muy bien lo que preguntás, porque primero hay que reconocer el síntoma, que es lo que uno hace en los primeros tramos de un análisis. Ej: Un paciente consulta porque tuvo una pelea con el hijo y por eso sufre. Eso es un acontecimiento de la realidad, pero ¿cuál es el síntoma en este caso? Que si el hijo no hace lo que él espera que haga, por ejemplo que el hijo se divierta de la manera que quiere, se pone mal. El primer paso sería que el paciente reconozca que eso que a él lo mortifica, eso que él piensa que si el hijo no juega al fútbol con él lo está rechazando, es lo que hay detrás. El primer paso es reconocer un malestar o una queja como un síntoma y después veremos cuál es el síntoma. Desanudar el síntoma es un análisis. ¿Cómo se orienta la dirección a la cura en el obsesivo? Principalmente, cuidándose con el sentido. En el historial de Freud, van a ver que Freud le explica mucho. El otro se va enredando, pero hay un punto donde Freud corta. Y este tipo de corte con el sentido es lo que va produciendo cierta dialéctica que te permite ir avanzando en la cura con el obsesivo.
Si al obsesivo se le aporta sentido, se va a quedar a vivir en el consultorio sin modificar nada. Los antiguos análisis de la IPA eran así, respondían perfectamente al chiste de “Tengo 20 años de análisis, ahora me cago y no me importa”. No habían solucionado nada, pero tenían todo explicado. Eso es lo que uno debe evitar. Primero hay que reconocer y que reconozca cuál es el síntoma. Después vemos cómo se resuelve.
Pregunta: Quisiera saber sobre la pregunta en la histeria y la neurosis obsesiva.
H.Z.: La histérica tiene una pregunta por el sexo, que a fin y a cuentas lleva a qué es una mujer para deseo del hombre, en el punto donde un Otro no responde. Ese Otro es la madre, piensen en la madre de Dora, que es un cero a la izquierda. En Dora, el que sostiene toda la armazón es el padre. Por eso, uno podría pensar que la histérica está detenida en ese lugar de corte que dejó el padre, pero se queda reclamando una respuesta que no va a llegar nunca por lain eficacia de introducir cierta apertura en el Otro materno. Cuando el señor K no logra aclararle a Dora el misterio de la femineidad porque no se le para con su mujer, le mete un bife. Esa pregunta no está en el obsesivo, es más, a él le sobreabundan las respuestas porque es el falo. El obsesivo se enferma porque lo cuidaron demasiado. En los historiales de los obsesivos y las obsesivas, uno advierte siempre el exceso de cuidado y por lo tanto de respuestas. Ahí es donde se queda encerrado en esa envoltura, como el hombre de las ratas, donde los padres le dicen “vos tenés que hacer esto”. Ese es el paradigma de la madre del obsesivo, esa que sabe lo que al hijo le conviene hasta en cuestiones nodales y que el deseo del hijo le importa un carajo. Al obsesivo le sobreabundan las respuestas, más que las preguntas. Esas respuestas son los mandatos que vienen del Otro.
Cuando Freud plantea las equivalencias simbólicas de heces = regalo = niño, un hijo puede ser cualquier cosa, desde una mierda hasta una rata. Esto es gracias al significante y justamente la equivalencia que se establece en el inconsciente de este hombre es él identificado a una rata y yo diría que es una rata de mierda, que se mete en el ano. El pasaje para que esto se termine de enganchar es ese relato donde el chiquito que se muere en el cuento de Ibsen queda equiparado a las ratas. Ese hijo llega al lugar de un intercambio comercial, que actualiza una deuda impaga, lo que el padre de él resigna como deseo, para inscribirlo como un intercambio donde la madre va a recibir un hijo del padre a partir de que él va a obtener cierto beneficio económico. Esto es lo que se inscribe en el inconsciente de él. Desde chicos, todo vamos escuchando a nuestro alrededor. Esas palabras que nos rodean va a ser el inconsciente.
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