La cuarentena por el COVID-19 obligó a muchas personas a comenzar a trabajar desde su casa, modalidad que otras ya hacían anteriormente. Ahora bien, ¿cómo delimitar el tiempo en el hogar y el tiempo del trabajo?
1- Levantarse temprano, como si uno fuera a la oficina. Desayunar y vestirse con ropa cómoda, pero nunca quedarse en pijama o con la ropa que se usa para dormir o estar en la casa. Se habla de un efecto psicológico en vestirse, que incluso se constata en las indicaciones que se les hace a los pacientes con depresión. ¿Cuál es ese efecto? La posibilidad de incluir la ropa al yo, en su condición de proyección de la superficie corporal. La ropa restringe goces, en la medida que puede uni-formar, tapar, resaltar. Obliga a componer la imagen que le da al otro, que en este caso está ausente.
2- Organizar un espacio especial para trabajar, que no sea el comedor, la cama ni la cocina. Si se dispone de una habitación, destinala convertirla en oficina. Si no se cuenta con ella, acondicionar un rincón.
3- Conocer y utilizar las horas de productividad máxima para destinarlas al trabajo intelectual y destinar las horas menos productivas para arreglar la casa. Esto debe sostenerse aún "si la casa se cae a pedazos".
4- Hay que contemplar y organizar los recesos. Se los puede organizar con la alarma del celular, bocina inteligente, etc. Usar ese tiempo para caminar, tomar agua, jugo o té... ¡Ocuparse de uno mismo, no de la casa!
5- Establecer horarios para comer y para declarar terminada la jornada del día. Tener en cuenta que las horas extra son eso, horas extra.
Ninguno de estos pasos son sencillos de aplicar de un día para el otro. Se trata de una rutina, que como siempre cuesta implementarla hasta que se hace un hábito.
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