La anorexia es una problemática clínica que se caracteriza, principalmente, por ciertos indicadores, como la restricción en la ingesta de comida, peso significativamente bajo y a veces -no siempre- miedo intenso a engordar.
En los cuadros clínicos de anorexia se suelen presentar comportamientos como:
- Hacer dietas (saltearse comidas, ingerir solo líquidos, excluir carbohidratos, frituras y/ó lácteos.
- Desmenuzar y/ó esconder la comida para simular que comió.
- Controlar el hambre. Ej: chicles, agua, mate, manzanas, etc.
- Consumir laxantes y/ó pastillas para adelgazar.
Todas estas conductas suelen realizarse en el mayor de los secretos.
Como todo fenómeno, dicha presentación clínica puede manifestarse en distintas estructuras clínicas. Es importante descartar de entrada las anorexias de origen orgánico, debidas a causas neurológicas, endócrinas ó metabólicas.
La anorexia puede presentarse en la estructura psicótica, respondiendo en muchas oportunidades a formaciones delirantes y/ó sensaciones corporales, que se viven como extrañas. Por ejemplo, se padece de un delirio de envenenamiento y por eso no se come.
El cuadro de la anorexia puede darse en la estructura neurótica clásica. Aquí aparece como un síntoma (formación del inconsciente) que hace sufrir, genera angustia, y el sujeto desconoce el por qué. Esto lleva, en muchos casos, a pedir ayuda psicoterapéutica -lo cual beneficia al vínculo transferencial.
La presentación clínica de la anorexia en las neurosis clásicas suele manifestar signos distintivos:
- Distorsión de la imagen corporal. Por ejemplo, se percibe con más peso del que en realidad tiene.
- El no reconocimiento del riesgo que causa tener bajo peso.
Existe otra variante del cuadro clínico de la anorexia, que se caracteriza por manifestarse en la pubertad como una respuesta fallida a las demandas y cambios propios de ese tiempo. Se la denomina anorexia mental e implica una falla grave del narcisismo en los tiempos primarios de su estructuración.
La anorexia no se cura solamente comiendo. Muchos tratamientos de la anorexia se enfocan únicamente en que el paciente coma a toda costa. ¿Cómo interviene el analista en estos casos?
La alimentación es uno de los primeros dones significativos que se recibe del Otro de los cuidados, y por ello tiene un enorme valor simbólico. En el ser humano, el alimento no se reduce al instinto ni al hambre propiamente dicho.
Es cierto que ciertas terapias obligan al paciente a comer, pero de ninguna manera, con este procedimiento, se logrará lo más importante, que es el deseo de comer. El psicoanálisis apunta a la subjetividad, al deseo de cada quien, como única manera de abordar la cura.
Recomendaciones para la clínica
1. Tener cuidado con el vocabulario. Tratar de evitar expresarse en términos de belleza o fealdad, delgadez ó gordura al referirse al estado físico. Es preferible hablar de lo que resulta saludable y perjudicial ó riesgoso para el paciente.
2. Evitar abrumar al sujeto con preguntas excesivas. Los pacientes que padecen estos cuadros clínicos están acostumbrados al control continuo de su alimentación, por parte de un entorno preocupado. Por esto, suelen reaccionar negativamente a toda acción que entiendan como intrusiva.
3. Hacer parte a los familiares. Procurar que se sientan incluídos en el tratamiento, siempre resguardando la intimidad de lo que se habla en la sesión con el paciente. Además, trabajar con ellos, invitarlos a que cuenten su historia, resulta valioso para ir construyendo el mito familiar, que está en la base de la constitución subjetiva de quien padece esta problemática.
4. Las intervenciones más típicas y tradicionales no resultan muy eficaces. En estos casos, las interpretaciones clásicas no suelen tener eco en la subjetividad, e incluso hasta son rechazadas. En general, las intervenciones más eficaces son aquellas que apuntan a que el paciente se sienta escuchado, reconocido y comprendido. También las construcciones del analista son útiles, que surgen a partir de lo escuchado.
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