Normalmente se habla del deseo insatisfecho en la histeria, deseo prevenido en la fobia... y deseo imposible en la neurosis obsesiva.
Obsesivo viene de obsidere, es decir, sitiar (una ciudad). La neurosis obsesiva, justamente, tiene que ver con un sujeto sitiado por sus pensamientos, ceremoniales, compulsiones. En la neurosis obsesiva hay algo de lo infinito, un sujeto situado fuera del espacio y el tiempo. El pensamiento del obsesivo enloquece al sujeto, lo que descriptivamente puede parecerse a la psicosis paranoica, donde el sujeto tampoco puede parar sus pensamientos una vez que se despertó el delirio.
En el historial del Hombre de las ratas, Freud describe que él estaba lleno de buenos sentimientos hacia las personas y le surge la frase "Que Dios los proteja". Algo interviene y aparece en "no", de manera que termina de pronunciar la frase y le sale que no los proteja. Ahí aparece la lucha entre el si y el no, poniéndose de relieve la forma parasitaria del lenguaje.
En otro momento del historial, aparece el síntoma en dos tiempos. Está la escena de cuando la mujer amada iba en el carruaje y él se imagina que en el futuro el carruaje se chocará contra una piedra y van a tener un accidente. El neurótico obsesivo es previsor, así que él detiene el carruaje, agarra la piedra y la corre. Pero aparece otro pensamiento: que el carruaje puede circular por el lugar donde ahora puso la piedra. Aparece la culpa en estos casos, el sujeto culpable de una gran tragedia.
La inversión de los afectos también aparece en el historial, como cuando el hombre de las ratas teme que a su padre le pase algo. Freud se entera que el padre ya había muerto. ¡Se trata de una situación imposible! Él teme algo que ya ocurrió.
Lacan también sitúa las dificultades en la temporalidad del obsesivo: demasiado temprano o demasiado tarde. El problema de la neurosis obsesiva es estar por fuera del espacio-tiempo y se mira a sí mismo y a los que están a su alrededor evidenciando la profunda vulnerabilidad que siente. A diferencia de la histeria, donde el paciente denuncia lo que sucede y hace ruido, en la neurosis obsesiva el sujeto se reviste de una idea omnipotente de sí mismo. De esta manera, un obsesivo se puede matar trabajando, encargarse de todo, encubriendo la vulnerabilidad que los habita.
Deseo imposible es, en tanto un conjunto de contradicciones.
En la neurosis obsesiva, hay que histerizar el discurso. Esto significa salir de su propia escena donde él está atrapado y hacerse la pregunta de por qué, desde un lugar de saber. El neurótico obsesivo no respeta fácilmente al otro ya que el sujeto supuesto saber -que se da más fácil en la histeria- en el obsesivo no pasa. El obsesivo es calculador con las interevenciones del analista, por eso el analista debe hacer preguntas que marquen el punto irracional, buscando las contradicciones.
¿Cómo es que teme a la muerte de su padre, si él ya estaba muerto? Son puntos donde el sujeto queda sin posibilidad de responder desde la consciencia. Esa histerización del discurso es importante.
En la neurosis obsesiva también hay que hacer caer los ideales. El ideal es aquel punto donde el yo es amado por el otro, el obsesivo se esfuerza por cumplirlos. En la vida real no hay recetas ni tampoco justicia, pero el sujeto obsesivo se autoimpone mandamientos (o los toma de su educación) y los sostiene hasta la mortificación. Estos señalamientos deben hacerse de manera activa, señalando lo que se pierde por sostener esa imagen ideal.
El obsesivo tiende a perder tiempo y relaciones, aunque trabaje para los demás. Se encierra en sí mismo pensando en la promesa de un futuro ideal que nunca llega. Un padre puede desvivirse trabajando por el futuro de los hijos (pensando en una calamidad), sin darse cuenta que esos hijos pierden a su padre del presente. Ahí está la vulnerabilidad. La vertiente del obsesivo que no vive en el presente es importante, porque permite comprender el profundo sufrimiento, aunque el obsesivo lo niegue.
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