El tríptico de inhibición, síntoma y angustia establece una coordenada fundamental para delimitar el campo de los fenómenos clínicos en la experiencia analítica. Estos elementos organizan los fenómenos clínicos que aborda el psicoanálisis, especialmente en relación con la función y el lugar que ocupa el síntoma.
El síntoma no solo actúa como un anclaje para el sujeto, sino que, principalmente, opera como una respuesta a la castración. Al aportar un sentido o dirección, el síntoma permite que el sujeto tenga ciertas herramientas para enfrentar la castración. Aquí, la castración se entiende en un sentido sincrónico, es decir, como la castración del Otro, que constituye un elemento económico que rompe las barreras protectoras del aparato psíquico.
De esta manera, la castración no se presenta como una cualidad específica, sino como un fenómeno de orden traumático, relacionado con el impacto económico que esta tiene en el sujeto.
Más allá del papel del síntoma, la praxis analítica se enfrenta a fenómenos clínicos que, siguiendo algunas elaboraciones de Lacan, podemos considerar como efectos de borde. En la práctica analítica, aparecen frecuentemente presentaciones subjetivas o cuadros clínicos dominados por elementos que resultan difíciles de trabajar. Estos suelen estar relacionados con un componente económico en el sujeto, que presenta dificultades para su tramitación y que implica una carga penosa en su experiencia de vida.
Asimismo, estos fenómenos de borde también pueden manifestarse como profundos sin sentidos, en situaciones donde la vida del sujeto parece carecer de dirección o propósito. En estos casos, se puede interpretar una falla en la constitución de la neurosis. Normalmente, el Nombre del Padre introduce un sentido en el sujeto, pero cuando esta función falla, emerge una experiencia subjetiva marcada por la ausencia de significado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario