martes, 17 de diciembre de 2024

El acto en psicoanálisis: entre lo inconsciente y lo irremediable

En el marco de la práctica psicoanalítica, el acto surge como un concepto fundamental allí donde la palabra resulta insuficiente para rectificar ciertos aspectos del sujeto. Es necesario diferenciar el acto de cualquier acción motriz o voluntaria, ya que el acto se vincula estrechamente con la rectificación, otro pilar central en el análisis.

Mediante el acto, se torna posible conmover aquellos puntos en los que el sujeto permanece sujeto al Otro y, en algunos casos, ir más allá de esa relación. Sin embargo, ir más allá del Otro no implica cortar totalmente las amarras que lo atan, sino confrontar la incompletitud del Otro y sus efectos.

Un aspecto crucial del acto es su aparente contradicción: el acto se lleva a cabo sin saber y sin sujeto. Estas dos afirmaciones, enigmáticas a primera vista, marcan su especificidad y sus consecuencias en el análisis.

¿Qué significa que el acto es sin saber?

Decir que un acto es sin saber implica que se produce fuera de la dimensión voluntaria. El acto no es algo que el sujeto realice conscientemente, sino que “hace” en un plano radicalmente inconsciente. El saber sobre el acto emerge después, en el a posteriori, como una consecuencia. Es solo cuando el sujeto advierte lo que no pudo contar que se enfrenta a su acto. Dicho de otro modo, el acto se revela cuando el sujeto no acude a la cita, aunque solo pueda comprenderlo retrospectivamente.

¿Qué significa que el acto es sin sujeto?

La afirmación de que el acto es sin sujeto refiere a la falta de vacilación en el momento en que ocurre. El sujeto no aparece en el instante del acto, sino en el a posteriori, en el tiempo en que toma conciencia de las consecuencias de lo sucedido. Aquí, el sujeto no actúa desde el saber consciente, sino que el acto surge como una ruptura, un punto donde el significante se enfrenta a su propia falta.

En síntesis, sin saber y sin sujeto son coordenadas interrelacionadas. El sujeto, como significante que falta al saber, queda expuesto en su incompletitud, y el acto mismo demuestra la incompletitud del Otro. El acto, por tanto, no solo conmueve las fijaciones al Otro, sino que revela las fallas estructurales tanto del saber como del sujeto mismo.

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