El seminario 11 marca un hito en la trayectoria de Lacan, siendo el primero que dicta tras su excomunión de la IPA. Este hecho inaugura una enseñanza que Lacan desarrolla "a nombre propio", estableciendo las bases para las reflexiones sobre la nominación y el nombre propio que alcanzan un alto grado de elaboración en el Seminario 12.
La posición de Lacan en este momento lo lleva a plantearse una pregunta fundamental: ¿cuáles son las condiciones para que alguien pueda denominarse psicoanalista? Este interrogante, relacionado con la nominación de los analistas, surge temprano en su trayectoria y aparece por primera vez en la controversia que lo llevó a abandonar la SPP en 1953.
Lacan sitúa esta pregunta en relación con la posición del analista, subrayando que no se trata de un "ser" sino de una posición específica respecto del saber. Desde esta perspectiva, el estatuto del saber se entrelaza con la problemática del nombre propio, abriendo una nueva dimensión para su estudio.
Un aspecto central de estas reflexiones es la función del nombre propio en su singularidad. Para Lacan, el nombre propio no es meramente un término particular, sino algo singular que cumple una función de sutura respecto de la falta. Esta sutura se produce en el punto donde el sujeto freudiano está dividido, siendo correlativo de una falta en el saber.
En el Seminario 12, Lacan vincula esta falta con la imposibilidad de escribir la relación sexual como complementariedad. La díada sexual se presenta como un imposible, lo que exige la operación de un tercero, un conector, que permita establecer un vínculo. Este planteamiento no solo redefine la función del nombre propio, sino que sitúa su importancia en el marco de las relaciones simbólicas y los límites de lo imaginable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario