Podría pensarse, en una primera aproximación, que la noción de escritura está lejos de la práctica analítica. Sin embargo, no cualquier forma de escritura interesa a Lacan. No se trata de la escritura literaria ni de la poética —aunque ambas están presentes en su enseñanza—, sino de una que aspire a incidir sobre lo real en tanto impasse. Para ello, es necesaria una modalidad que implique un vaciamiento del sentido, una escritura sin semántica.
A lo largo de sus más de treinta años de enseñanza, Lacan reconfigura su relación con el registro simbólico, y ese desplazamiento va de la mano con su concepción de la escritura. Desde la antropología estructural hasta la lingüística saussureana, y finalmente apoyándose en la lógica de Frege, Lacan avanza hacia una formalización que deja atrás la pretensión de significación plena. Esta serie evidencia su progresiva orientación hacia una escritura que funcione más allá de lo representacional.
¿Qué necesidad empuja esta elección? Una dificultad clínica ya detectada por Freud.
En sus textos sobre las neurosis actuales, Freud señala cuadros clínicos donde predomina un componente económico del aparato psíquico: excitación, tensión, descarga. En estos casos, se constata una desconexión respecto de lo representacional, y con ello, la palabra —con su potencia simbólica— pierde eficacia. Queda entonces obstaculizada toda posibilidad de elaboración, historización o tramitación a través del discurso.
Allí donde la palabra fracasa, la pregunta se vuelve inevitable: ¿cómo incidir clínicamente?
Es en ese punto que Freud introduce, casi de modo sorpresivo, la noción de una acción específica por parte del analista. Un acto que interviene allí donde la palabra no enlaza, donde algo no puede asociarse ni remitir a recuerdos. Una zona en la que la representación tropieza con un tope.
Este es el punto de partida de una distinción crucial: la de lo real como impasse. Como aporía, como inconsistencia estructural o como obstáculo para la simbolización. Y es precisamente en ese punto donde la escritura, en el sentido que Lacan le confiere, se convierte en una herramienta imprescindible para pensar cómo puede operar el acto analítico frente a lo no-tramitable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario