lunes, 5 de mayo de 2025

La metáfora paterna: operación y efecto

La estructura de la metáfora paterna puede dividirse en dos partes, según la dirección de la flecha que marca su orientación. Del lado izquierdo, se encuentra la operación de sustitución por la cual el Nombre del Padre se impone sobre el significante del Deseo de la Madre. Del lado derecho, aparecen los efectos que dicha elisión produce.

Un aspecto clave de esta estructura es la presencia de un término común en ambos lados: el Nombre del Padre. Sin embargo, esto no implica que su función sea idéntica en ambas posiciones.

En la operación (lado izquierdo), el Nombre del Padre actúa como instaurador de la ley, estableciendo un límite al capricho del Deseo de la Madre. En este sentido, Lacan señala que este significante se autoriza del texto de la ley (la prohibición del incesto), situándolo en el nivel del lenguaje. Aquí, el Nombre del Padre encarna tanto la función interdictiva como la acción de un agente de la privación. Por eso, en el Seminario 5, Lacan lo denomina de manera llamativa "el Otro en el Otro".

Es importante aclarar que esta denominación no convierte al Nombre del Padre en un metalenguaje, sino que señala su función operativa: hacer que el Otro de la palabra se constituya como el Otro de la ley, aquel que introduce un orden más allá del puro deseo.

En contraste, en el resultado (lado derecho), el Nombre del Padre representa la inscripción de la ley en el niño, quien a partir de ese punto deviene sujeto. El tránsito edípico y su correlato castrativo generan en cada sujeto una versión particular de la ley paterna, lo que deja en claro que no existe un único Padre universal, sino una pluralidad de versiones singulares que cada sujeto inscribe en su historia.

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