La hipocondría, en la perspectiva del psicoanálisis lacaniano, no es un diagnóstico estructural en sí mismo, sino un modo de manifestación clínica que puede encontrarse tanto en la neurosis como en la psicosis, e incluso como fenómeno específico en sujetos con estructura perversa. Por tanto, su tratamiento debe ubicarse en función de la estructura subjetiva del caso. Sin embargo, pueden señalarse algunas maniobras clínicas generales que el psicoanálisis lacaniano propone para abordar estos cuadros.
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La hipocondría como goce del cuerpo: en la hipocondría, el sujeto localiza el goce en el cuerpo bajo la forma de molestias, dolores, o sensaciones corporales que resisten al sentido y a la simbolización.
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El cuerpo como superficie de escritura: se trata de un cuerpo afectado por la letra más que por la palabra. Lacan propone pensar ciertos síntomas hipocondríacos como efectos de una escritura real del goce, no simbolizada.
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La ausencia de metáfora: en ciertos casos, especialmente en estructuras psicóticas, la hipocondría puede leerse como el fracaso de la metáfora paterna, lo cual deja al cuerpo expuesto a una invasión del goce no tramitado por el significante.
1. En la neurosis (obsesiva o histérica):
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Interpretación que apunte a la metáfora: se busca hacer pasar el goce del cuerpo al campo del significante, es decir, que el dolor pueda hablarse, que el cuerpo se simbolice como portador de un mensaje.
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Desmontar la fijación del goce: a través de la intervención en el circuito fantasmático del sujeto (por ejemplo, interpretando la posición de objeto en el deseo del Otro), se busca reducir la consistencia imaginaria del cuerpo como lugar de goce.
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Evitar reforzar el saber sobre el cuerpo: es crucial no ofrecer una interpretación que funcione como “sentido médico” (no actuar como un Otro que “sabe lo que le pasa”), sino preservar el enigma del síntoma como vía hacia el deseo.
2. En la psicosis:
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Orientación hacia una estabilización simbólica: cuando el fenómeno hipocondríaco responde a una forclusión del Nombre del Padre, las intervenciones se orientan a encontrar un anclaje simbólico que permita tramitar el goce que invade el cuerpo.
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Uso del significante como anudamiento: pueden promoverse formas de escritura, construcción de saberes singulares (por ejemplo, invención de teorías propias del cuerpo), que funcionen como sinthome en el sentido del seminario 23.
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Soporte transferencial sin interpretación directa: muchas veces lo hipocondríaco no tolera la interpretación clásica. La función del analista se ubica más como objeto que sostiene una estabilidad, que como sujeto que revela un sentido.
3. Puntos clínicos transversales importantes:
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Escuchar el goce: no tomar el dolor del paciente como queja ni como demanda directa de curación, sino como testimonio de una organización del goce. La pregunta no es “¿qué tiene?”, sino “¿para qué ese cuerpo doliente?”.
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No alimentar la certeza hipocondríaca: muchas veces, el paciente busca en el analista la certificación de que “algo le pasa”. Evitar ocupar ese lugar de saber absoluto.
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Trabajo sobre la separación del cuerpo y el saber: que el sujeto pueda des-identificarse de su cuerpo como objeto absoluto del Otro, y se abra a otras formas de relación con el lenguaje, el deseo y el goce.
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Lacan, Seminario 3: especialmente en su abordaje de las psicosis, hay elementos que permiten pensar la hipocondría desde la forclusión.
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Lacan, Seminario 10 ("La angustia"): donde se comienza a trabajar la relación entre cuerpo y goce más allá del falo.
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Miller, “El partenaire-síntoma”: útil para pensar invenciones sinthomáticas en casos donde la hipocondría fija el goce en el cuerpo.
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Laurent, “Las eróticas del cuerpo”: describe fenómenos contemporáneos de goce corporal fuera de la estructura edípica clásica.
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