lunes, 29 de septiembre de 2025

Ciencia del inconsciente y el problema de lo viviente

El sintagma “ciencia del inconsciente”, presente en Los cuatro conceptos…, no debe entenderse como la inscripción del psicoanálisis en el campo de la ciencia tal como se lo concibe tradicionalmente. Más bien, conviene interrogar qué implica esta expresión. Lacan la articula a una estructura sostenida en una topología, desde la cual ensaya distintas escrituras del inconsciente.

En esa escritura se enlaza el síntoma, que es simultáneamente función del inconsciente y soporte de la posición del sujeto. De este modo, pensar el inconsciente en términos de escritura es también pensar el anclaje del sujeto.

La noción de estructura conecta este planteo con los desarrollos previos, desde La angustia hasta el Seminario 13, donde Lacan formaliza la estructura del fantasma, del deseo, del sujeto, del discurso e incluso de la praxis. La estructura, en tanto campo enmarcado, abre un juego entre dos lugares: el del Otro, donde la palabra se afirma como verdad, y el del sujeto, que no es más que efecto de esa operación.

Sin embargo, en este punto Lacan introduce la cuestión de “lo viviente”. Se trata del margen de aquello que escapa a la mortificación significante. Esto suscita la pregunta: ¿lo viviente coincide con lo que vivifica? En principio, no.

Lo que escapa al significante se sitúa en el registro de la pulsión. Aquí se marca una distancia con el Seminario de La ética, donde la pulsión era definida como lo real afectado por el significante. En cambio, en esta nueva elaboración se resalta la trama significante que constituye su gramática, diferenciándola de aquello del viviente que persiste en el hablante. Quizás sea el Drang, en su constancia repetitiva, lo que testimonia de este resto, de lo que insiste más allá de la inscripción significante.

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