martes, 16 de septiembre de 2025

La síncopa de la causa y la relación al Otro

La noción de causa en psicoanálisis implica una síncopa a nivel del objeto. Según María Moliner, el término proviene de las etimologías latina y griega, y se asocia al acortamiento, al cortar, de donde deriva también el término apócope.

En el plano significante, la síncopa se manifiesta como figura de dicción: abreviar una palabra suprimiendo alguna de sus letras intermedias, como navidad por natividad. Sin embargo, la praxis analítica exige llevar esta operación más allá de lo articulable. Es aquí donde Lacan recurre a la circuncisión como figura para representar lo que está en juego: por un lado, signo de un pacto; por otro, operación de corte, de separación. Algo se quita y ese resto adquiere un valor simbólico que determina la relación al cuerpo y, en consecuencia, al Otro.

Con ello, Lacan subraya que la relación al Otro no puede reducirse a la sola incidencia del significante. Dicho de otro modo: la división del sujeto no es sin resto. Importa destacar que Lacan nunca equipara circuncisión y castración; se vale de la primera para representar algo del orden de lo imposible que está en juego en la segunda.

¿De dónde surge la necesidad de esta síncopa? De la incidencia del deseo en el advenimiento del sujeto, y de las dos operaciones mediante las cuales se introduce la causación subjetiva. La orientación hacia lo real que Lacan imprime a su enseñanza no anula al deseo como brújula de la práctica analítica, ni de la acción que ella implica.

Esto configura también una posición política, inseparable de la ética del psicoanálisis y de la función del acto en ese campo. El deseo permanece como punto de mira de la práctica, transmitido en la enseñanza de Lacan: la causa del deseo exige siempre ir un paso más allá de la alienación.

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