1. ¿Qué se pone en escena y se repite en la Vida Amorosa?
La vida amorosa es el escenario donde el sujeto repite, sin saberlo, escenas inconscientes que marcaron sus primeros lazos.
En cada elección, en cada frustración, reaparece una posición frente al deseo, la falta y el rechazo. Amar no es sólo sentir: es reencarnar una historia.
En la vida amorosa lo que se pone en juego, entonces, es la forma en que el sujeto se enlaza al otro, a veces desde el deseo y muchas otras desde el goce que hace sufrir.
En cada elección, en cada frustración, reaparece una posición frente al deseo, la falta y el rechazo. Amar no es sólo sentir: es reencarnar una historia.
En la vida amorosa lo que se pone en juego, entonces, es la forma en que el sujeto se enlaza al otro, a veces desde el deseo y muchas otras desde el goce que hace sufrir.
2. ¿A qué refieren los “Bordes del Amor”?
Los bordes del amor son momentos en los que el deseo toca su límite, donde amar ya no enlaza, sino que hiere. Lo que parecía unión se vuelve asfixia, angustia, escena imposible de habitar.
En la experiencia clínica, se trata de un umbral donde el sujeto tropieza con lo real del amor, que es una cara de este que no se deja simbolizar. Frente a esos límites, el psicoanalista sostiene el vacío de lo real, lo indecible del amor para ese paciente, abriendo espacio para que eso que no puede decirse empiece, en acto, a tomar forma.
La función del clínico es hacer de soporte de ese exceso para que pueda ser transformado.
Los bordes del amor son momentos en los que el deseo toca su límite, donde amar ya no enlaza, sino que hiere. Lo que parecía unión se vuelve asfixia, angustia, escena imposible de habitar.
En la experiencia clínica, se trata de un umbral donde el sujeto tropieza con lo real del amor, que es una cara de este que no se deja simbolizar. Frente a esos límites, el psicoanalista sostiene el vacío de lo real, lo indecible del amor para ese paciente, abriendo espacio para que eso que no puede decirse empiece, en acto, a tomar forma.
La función del clínico es hacer de soporte de ese exceso para que pueda ser transformado.
3. ¿Qué-Hacer en la Clínica cuando el Amor irrumpe en Acto?
Cuando en la vida del sujeto el amor no encuentra palabras, irrumpe en acto. En estas circunstancias, el sujeto puede romper un vínculo sin explicación, abandonar el análisis, encerrarse en silencio o incluso dañarse a sí mismo o al partenaire. Se trata entonces de una respuesta desesperada frente a una presión psíquica que no logra inscribirse en el lenguaje. Allí donde la palabra falla, habla el cuerpo o la acción.
El trabajo clínico apunta a abrir un espacio donde eso que irrumpe sin forma pueda empezar a decirse. El problema no es el acto en sí, sino que el sujeto quede atrapado, como objeto pasivo, sin salida. Llevar esa irrupción al campo de la palabra y a la elaboración implica posibilitar que una parte de esa escena muda se torne simbolizable, y por lo tanto, habitable.
4. ¿Por qué la vertiente Superyoica puede convertirse en enemiga del Amor?
La instancia superyoica es una voz interna que impone una forma ideal de amor -sin celos, sin dependencia, sin contradicción- y sanciona cualquier desvío.
En el análisis, la instancia superyoica se despliega con toda su fuerza cuando el amor de transferencia se presenta como un puro obstáculo. En ese punto, pueden aparecer movimientos de culpa, rechazo del deseo o una entrega sufriente que parece no encontrar salida, como formas en que el sujeto responde al impasse que ese lazo produce.
Esta modalidad superyoica desplegada durante el proceso analítico puede bloquear seriamente el avance de la cura. Por eso el analista aloja el conflicto, lejos de corregir al paciente e indicarle cómo debe amar, para que el sujeto se abra a su deseo y configure así otra forma de lazo más habitable, vital y amorosa.
5. ¿Por qué no se debe reducir el amor a un diagnóstico clínico?
Responder clínicamente al amor con un diagnóstico que patologiza el vínculo corre el riesgo de silenciar lo que en él se pone en juego: la verdad del sujeto, su modo singular de desear, de vincularse, de repetir.
El psicoanálisis se orienta -en Transferencia- a atravesar el sufrimiento que el amor puede provocar, con el fin de leer allí el entramado y la posición del sujeto en su historia. De este modo, podremos situar el lugar desde donde habla, sufre y desea, y así abrir camino a un cambio de posición subjetiva menos doliente.
6. ¿Se puede transformar el modo de amar en la experiencia analítica?
Un análisis ofrece un espacio transferencial donde el sujeto pueda realizar la experiencia del recorrido de su modo singular de amar. Entonces y de ninguna manera el psicoanálisis impone enseñanzas ni modelos sobre cómo deben ser los vínculos amorosos. Habida cuenta de que será el propio sujeto quien, en la experiencia analítica en transferencia, asuma la responsabilidad de un cambio de posición subjetiva respecto a su modo de amar, en tanto si consulta es porque ese modo le provoca un verdadero padecimiento.
7. ¿Cómo maniobrar en Transferencia con las Dificultades Amorosas?
El analista:
- Responde al amor transferencial manteniendo la función analítica como un punto vacío que permite que el deseo del paciente se despliegue y se escuche, sin recurrir ni a la reciprocidad ni al rechazo.
- Escucha los afectos amorosos como expresiones singulares del deseo y el fantasma, inscriptas en la estructura psíquica del sujeto, como modos de subjetivación y no como patologías a corregir.
- Aloja el sufrimiento sin empujar al sujeto a “superarlo”, porque en ese dolor, se revela el punto estructurante del fantasma.
¡¡Importante!!
En el análisis, la función del analista implica actualizar y sostener el semblante del objeto que el sujeto fue para el Otro primordial, y que su fantasma conserva haciéndolo jugar en los tiempos actuales de su Vida Amorosa, produciéndole sufrimiento.
Es desde ese punto de quiebre del padecer que se hace necesario un cambio de posición subjetiva frente a los modos de amar.
Es desde ese punto de quiebre del padecer que se hace necesario un cambio de posición subjetiva frente a los modos de amar.
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