miércoles, 10 de julio de 2019

El Narcisismo: consecuencias clínicas en la práctica con niños y adolescentes.


Notas de la conferencia dictada por Gabriel Donzino, el 23/05/2018

Las derivaciones del concepto tradicional de narcisismo tuvieron consecuencias, al traer nuevas patologías al campo del psicoanálisis. 

El mito de Narciso. Tiene muchas versiones y la más conocida por nosotros es la de Ovidio. El concepto freudiano de narcisismo no toma nada de este mito. Se trata de un mito que uno puede hacerse una panzada pensando cosas, relaciones, etc. Muchos autores, luego de Freud, pudieron abrir y ampliar la idea de narcisismo. Freud nunca estuvo de acuerdo con este artículo, dice que fue un parto doloroso y prematuro. El texto Introducción al narcisismo, se considera como un texto de transición. Él todavía no ha planteado la 2° tópica ni tampoco la segunda teoría pulsional (Eros y Thanatos). Es decir, no es un texto que está articulado a las articulaciones de 1920 y las posteriores publicaciones intentan hacerlo con lo publicado por Freud en 1914. 

En cualquiera de las versiones del mito de Narciso, el final siempre es el mismo: Narciso muere enamorado de sí mismo y en el lugar de su muerte crece, en su memoria, una hermosa flor llamada narciso. 

La versión de la mitología griega incluye a Eco, que por engreimiento Narciso es castigado. Cada versión rescata un aspecto que es interesante para plantear diferentes aspectos. Por lo general, el narcisismo cae en lugares peyorativos y negativos. En la versión griega, Narciso era un joven muy hermoso. Las jóvenes se enamoraban de Narciso, más él las rechazaba. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello ésta la había condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Por tanto, era incapaz de hablarle a Narciso por su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz.

Para castigar a Narciso por su engreimiento, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de separarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.

Este mito toma el engreimiento de Narciso y la idea de castigo. Narciso se arroja al agua como si fuera una suerte de suicidio. Esto no aparece en otras versiones. Narciso quiere decir “hijo del río” o “hijo de aguas turbulentas”. 

La versión de Pusanias (S. II). En la historia helénica, el joven Aminias ama a Narciso pero es rechazado cruelmente por él. Como una forma de burlarse de Aminias, Narciso le entrega una espada, que Aminias utiliza para suicidarse ante las puertas de la casa de Narciso, mientras reza a la diosa Némesis pidiéndole que Narciso un día conozca el dolor del amor no correspondido. Esta maldición se cumple cuando Narciso se enamora de su propia imagen reflejada en un estanque e intenta seducir al hermoso joven sin darse cuenta de que se trata de él mismo hasta que intenta besarlo. Entristecido de dolor, Narciso se suicida con su espada y su cuerpo se convierte en una flor, la cual se le llamó Narciso. En esta versión, aparece la homosexualidad y la idea de la venganza. 

Versión romana. En ella, Ovidio cuenta que la ninfa Eco se enamora de un vanidoso joven llamado Narciso, hijo de la ninfa Liríope de Tespias y del dios fluvial Cefiso. Preocupada por el bienestar de su hijo, Liríope decidió consultar al vidente Tiresias sobre el futuro de su hijo. Tiresias le dijo a la ninfa que Narciso viviría hasta una edad avanzada mientras nunca se conociera a sí mismo. En el poema de Ovidio se utiliza un término, videri, que quiere decir tanto si no se conoce” como “si no se reconoce”. El verbo tiene estas 2 acepciones. 

Un día, mientras Narciso estaba cazando ciervos, la ninfa Eco siguió sigilosamente al hermoso joven a través de los bosques, ansiando dirigirse a él pero siendo incapaz de hablar primero, ya que la diosa Hera la había maldecido a solo poder repetir la última palabra de lo que otros decían. Cuando finalmente Narciso escucha sus pasos detrás de él, pregunta: "¿Quién está ahí?", a lo que Eco responde:"ahí". Y continuaron hablando así, pues Eco únicamente podía repetir lo último que otros decían, hasta que la ninfa se mostró e intentó abrazar a su amado. Sin embargo, Narciso la rechazó y le dijo vanidosamente que lo dejara en paz, y se marchó repudiándola. Eco quedó desconsolada y pasó el resto de su vida en soledad, consumiéndose por el amor que nunca conocería, hasta que solamente permaneció su voz.

Las hermanas de Eco pidieron justicia a Némesis. O sea, acá aparece el pedido de justicia y no de castigo. La diosa escuchó las súplicas de las indignadas ninfas. Por lo que se refiere a Narciso, un día engañado por Nemesis se acercó a un arroyo. Al verse reflejado en las aguas, la visión de su vanidad y lozanía, lo atraparon en un castigo sin fin, muchos pensaban que por miedo a dañarlo no lo tocaba y era incapaz de dejar de mirarlo. Finalmente, Se dice que Narciso se suicida al no poder tener el objeto de su deseo. Y donde su cuerpo yacía, creció una flor que llevaría su nombre: un narciso.

Hay otras versiones del mito: otra mujer que también había sido rechazada por Narciso, en un acto de celos al verlo hablar con otra mujer que parecía cercana a él, rezó a la diosa Némesis para que lo castigara. En otras versiones se dice que Narciso es atormentado en el Inframundo contemplando un reflejo que no corresponde a su amor. 

En otra versión Narciso tiene una hermana melliza y cuando ella muere, él queda prendado de su propio reflejo porque le recuerda a su hermana muerta. 

Ahora les voy a leer la versión de Ovidio para ver qué es lo que trascendió del mito de Narciso y ver cómo el desarrollo freudiano no tomó prácticamente nada de ese mito. Eco y Narciso aluden a 2 caras de la misma moneda: tanto Narciso como Eco, responden al vaivén del destino del narcisismo, es decir, se muere por amor a sí mismo o se muere por amor al Otro. 
El adivino Tiresias daba a quien se las solicitaba profecías verdaderas. La primera de éstas la recibió Liriope, ninfa que tuvo, de su forzado ayuntamiento con el río Cefiso, un niño a quien puso por nombre Narciso. Habiendo preguntado si éste habría de llegar a viejo, el vate le contestó: "Si no se conociere". El tiempo vino a darle razón. 
Cuando Narciso cumplió los dieciséis años, fue pretendido por muchos jóvenes y muchachas, y a todos se negó. En una ocasión en que cazaba, lo miró una ninfa locuaz, que nunca habló antes que otro, ni pudo callar nunca después que otro hablara: Eco, quien aún ahora devuelve las últimas palabras que escucha. Juno había hecho que eso le ocurriera como castigo por distraerla con largas pláticas mientras Júpiter la engañaba yaciendo con las ninfas. La diosa, al caer en la cuenta de lo que ocurría, le redujo el uso de la voz a devolver los sonidos extremos de las voces oídas.
Vio, pues, Eco a Narciso vagando por el campo, y al instante ardió de amor y lo siguió a hurtadillas, y más lo amaba cuanto más lo seguía; pero nunca pudo hablarle primero, porque su naturaleza se lo impedía, y hubo de esperar a que él comenzara. Y esto ocurrió, porque alguna vez que se había apartado de sus compañeros, Narciso preguntó en alta voz quién estaba presente, y Eco repitió esta última palabra. Pasmado al oírla, Narciso gritó "Ven", y ella le contestó con la misma voz. Engañado, el joven siguió hablando, y llegó a decir: —"Juntémonos." Contestó Eco con la misma palabra, y salió de la selva dispuesta a abrazarlo.
Huye Narciso, y habla: "Moriré antes que tengas poder sobre nosotros", y ella tras repetir las últimas cuatro palabras, vuelve a ocultarse en las selvas, cubre su rostro con follaje, y desde entonces habita en grutas solitarias.
Más aún: dolida por el rechazo de que fue objeto, ama todavía con mayor intensidad, y su cuerpo enflaquece y pierde todo jugo, y es ya solamente huesos y voz, y luego nada más que voz; sus huesos se hicieron piedra. Un sonido, que todos pueden oír, es cuanto de ella permanece.
Como a Eco, había despreciado el joven a otras ninfas y jóvenes. Alguien de los despreciados rogó al cielo que, por justicia, él llegara a amar sin poder adueñarse de lo que amara. Y Temis asintió al ruego tal.
Junto a una fuente clara, no tocada por hombre ni bestias ni follaje ni calor de sol, llega Narciso a descansar; al ir a beber en sus aguas mira su propia imagen y es arrebatado por el amor, juzgando que aquella imagen es un cuerpo real; queda inmóvil ante ella, pasmado por su hermosura: sus ojos, su cabello, sus mejillas y cuello, su boca y su color. Y admira cuanto es en él admirable, y se desea y se busca y se quema, y trata inútilmente de besar y abrazar lo que mira, ignorando que es sólo un reflejo lo que excita sus ojos; sólo una imagen fugaz, que existe únicamente porque él se detiene a mirarla. 
Olvidado de comer y dormir, queda allí inamovible, mirándose con ansia insaciable, y quejándose a veces de la imposibilidad de realizar su amor, imposibilidad tanto más dolorosa cuanto que el objeto a quien se dirige parece, por todos los signos, corresponderle. Y suplica al niño a quien mira que salga del agua y se le una, y, finalmente, da en la cuenta de que se trata no más que de una imagen inasible, y que él mismo mueve el amor de que es víctima. Anhela entonces poder apartarse de sí mismo, para dejar de amar, y comprende que eso no le es dado, y pretende la muerte, aunque sabe que, al suprimirse, suprimiría también a aquel a quien ama. 
Llora, y su llanto, al mezclar el agua, oscurece su superficie y borra su imagen, y él le ruega que no lo abandone, que a lo menos le permita contemplarla, y, golpeándose, enrojece su pecho.  Cuando el agua se sosegó y Narciso pudo verse en ella de nuevo, no resistió más y comenzó a derretirse y a desgastarse de amor, y perdió las fuerzas y el cuerpo que había sido amado por Eco.

Sufrió ésta al verlo, aunque estaba airada todavía, y repitió sus quejas y el sonido de sus golpes. Las últimas palabras de Narciso lamentaron la inutilidad de su amor, y Eco las repitió, como repitió el adiós último que aquél se dijo a sí mismo. Murió así Narciso, y, ya en el mundo infernal, siguió mirándose en la Estigia. Lo lloran sus hermanas las náyades, lo lloran las dríadas, y Eco responde a todas. Y ya dispuestas a quemar su cuerpo para sepultarlo, encuentran en su lugar una flor de centro azafranado y pétalos blancos.
Decíamos el concepto de narcisismo de Freud no toma cuestiones del mito. Él tomó el concepto de narcisismo de Nacke, que es una perversión en la que se obtiene la satisfacción sexual autoeróticamente. No se trata en realidad de narcisismo, sino de narcismus, narcismo. Toma la idea de Narciso para forma allí un concepto. 

Freud plantea el narcisismo en términos libidinales. El desarrollo lo hará a partir de tomar la psicosis y en patologías que tienen dificultades en poder establecer lo que Freud llamaba neurosis de transferencia. Esa dificultad de amar o de poder investir en el caso de la transferencia al analista como objeto, es lo que le permite a Freud empezar a pensar en la problemática del ---. Es decir, que el narcisismo se trata de qué es lo que va a ser cargado.

Por otro lado, en el texto de 1914 Freud le está contestando a Jung y a Adler, cuestionando la idea de monismo pulsional de Jung y la idea de Adler acerca del complejo de inferioridad de lo que se llamaba la protesta masculina. Freud va a definir al narcisismo como el móvil de la libido. Es decir, el narcisismo es un yo libidinizado. La libido carga e inviste al objeto. Freud diferencia la libido yoica y la libido objetal. Freud establece 3 formas de narcisismo:

Narcisismo primario. El yo se catectiza a si mismo.
Narcisismo secundario.
Narcisismo parental. En la idea del amor parental es, hasta un punto, paradógico y contrario a la primera idea de que el narcisismo es libido hacia el yo. Dice Freud que en el caso del amor parental los padres trasvasan su libido al hijo. A través de esta donación de libido, convierte al niño en todos aquellos deseos incumplidos y todos aquellos elementos que el padre o la madre habrían querido tener como atributos personales. El niño pasa a ser una prolongación de lo deseado, lo esperado de los padres. El narcisismo del hijo es el narcisismo recibido de los padres.

De estas 3 formas es que se puede detectar que el narcisismo está allí. El elemento clínico que usa Freud para detectar el narcisismo es la psicosis, que lo que no puede es establecer libido objetal por quedarse la libido en el yo. Esto es lo que se va a llamar neurosis narcisistas, a las psicosis.

Los que trabajamos con niños y adolescentes vemos que muchas de las problemáticas de la constitución subjetiva de los niños tiene que ver con la constitución del narcisismo. Y cuando esto paso debemos interrogarnos qué pasa con el narcisismo de los padres. si los padres han podido ceder o delegar algo de su narcisismo a su cría o si ese narcisismo ha quedado prendido a los padres. 

Otra caracterización de Freud del narcisismo es ubicarlo entre el autoerotismo y la relación de objeto. Es decir, la lógica libidinal sería pasar del autoerotismo, la libido se desplaza a las zonas erógenas del cuerpo constituyendo el autoerotismo, es decir, zonas del cuerpo donde circula libido y el niño obtiene placer en estas zonas, como la boca, la zona anal, la escópica… El autoerotismo está planteado como el primer destino de la libido. Un segundo destino es el narcisismo, cuando el yo se toma a si mismo como objeto de satisfacción sexual. El tercer destino es la libido objetal, de tal forma que se pasa del autoerostismo, al narcisismo y a la relación objetal. 

En cuanto a la elección del objeto que distingue Freud, distingue la relación anaclítica o relación narcisista. La relación anaclítica, es cuando el hombre o la mujer eligen su objeto sexual en base al modelo de la madre nutricia o el padre protector. El otro tipo de elección objeto es narcisista, es decir, esa elección se hace en poner en el otro lo que uno es, lo que fue o lo que uno querría ser. Este tipo de relaciones es la que se va a dar en las personalidades narcisistas, sujetos que exigen en el objeto características propias. Lo que vemos es que las categorías entre madre nutricia, padre protector y las propias características no quedan claramente diferenciadas.  ¿Sobre qué hace el niño su elección de objeto, sobre una base anaclítica o sobre una base narcisista? Queda una oposición del narcisismo con la relación de objeto. Freud también dice que el narcisismo se transforma en el yo. El ideal del yo implica investir con esa misma libido narcisista a algo que uno aspiraría a ser y no a algo que uno fue. Esta va a ser una distinción interesante, porque la castración le va a otorgar a ese narcisismo la idea de que no se es perfecto. Hay algo incompleto que se podrá llegar a completar en la medida que tengas un ideal, algo hacia lo cual dirigirse. 

El narcisismo con vasos comunicantes. Cuando eros inviste a un objeto, se empobrece el narcisismo y visceversa. Esto se ve en el amor, como en el caso de Eco, que se le queda empobrecido el yo por amar a Narciso. En el texto freudiano también podemos encontrar lo que es la patología en el narcisismo: Personalidad narcisista. Se la define como alguien que tiene algo de más, que tiene mucho narcisismo. Habría que pensar si la patología del narcisismo es por exceso de narcisismo o es por carencia, por una falla en la organización narcisista. Esto nos lleva a preguntarnos qué consistencia va a tener el narcisismo en los niños. ¿Qué hace el niño con el narcisismo? ¿Lo puede volcar para el lado de la relación de objeto? Esto estaría más del lado del amor, aunque sin llegar a los extremos de Eco, donde queda empobrecida hasta desaparecer.

En Psicología de las masas… y Más allá del principio del placer Freud vuelve a tomar el tema del narcisismo. Logra articular el narcisismo con la segunda tópica -ello, yo, superyó- y el segundo dualismo pulsional, pulsión de vida y de muerte. Acá el concepto se complejiza un poco más. Otras escuelas han complejizado aún más el concepto de narcisismo.

Escuela inglesa. Melanie Klein es la creadora del psicoanálisis con niños. Melanie Klein, sin embargo, no hace referencias al narcisismo. A diferencia de Freud, que presentaba esta idea de auterotismo, narcisismo y relación de objeto, Klein presenta su teoría de que la relación de objeto está dada de entrada. Hay un yo de entrada, aunque es precario, que establece relaciones con los objetos. Por lo tanto, la categoría de narcisismo y autoerotismo del narcisismo no le sirve mucho, pues ya tiene el paso final de la libido, que es la relación objetal.

Tardiamente y con la influencia de Winnicott, vemos que en la teoría de Melanie Klein aparece el concepto de self. El concepto de self tuvo mucha pregnancia en la escuela inglesa por el significado que tiene en el idioma inglés. En español, “si mismo” no nos dice nada ni nos invita a una cuestión discursiva o conceptual. Tenemos que hacer un trabajo conceptual para ver a qué nos referiríamos al hablar de si mismo. Algunos han planteado que el concepto de self es el modo inglés de hablar de narcisismo, sin embargo no es así como Winnicott lo caracteriza. Tampoco es el concepto de yo. Ha habido trabajos que han intentado equiparar el concepto de yo, de self y de narcisismo. Si bien son conceptos que pueden acercarse en tanto a la problemática que se está planteando, en tanto que el yo, el narcisismo y el self se construyen como hitos psíquicos y no vienen dados. El self es descrito en la teoría winnicottiana como una integración muy temprana psicosomática. Es decir, el niño nace en un estado de no integración y logra esta integración a través de un objeto muy particular: el pecho materno, que le hace creer al bebé que ese pecho forma parte de sí mismo y es más, el niño lo ha creado. El niño no tiene consciencia de que ese pecho forma parte de otro objeto exterior, sino que lo crea con su propia prepotencia. el hecho de necesitar un pecho hace que por la adaptación a la mamá de las necesidades de su bebé, hace que el pecho aparezca, en general, en el momento adecuado. Esta concordancia entre lo que el bebé necesita y lo que la mamá aporta, genera la ilusión de que el él y el pecho forman parte de lo mismo. 

Winnicott introduce en la clínica psicoanalítica un momento que está ausente en la teoría kleiniana, que es la participación del objeto exterior en la constitución del psiquismo. En la teoría kleiniana, está mucho más enfatizado el objeto pulsional interno en la constitución del psiquismo. Winnicott era pediatra que dijo que los bebés no existen: los bebés existen desde el punto de vista de un observador externo. Pero desde el punto de vista del bebé y la mamá, hay uno solo. Existe un mamá-bebé. De esa comunión, el niño tiene que extraer una ventaja muy temprana, que se llama psiquesoma, que es una integración psicosomática que le va a dar el bebé la idea de que va a perdurar siempre en el tiempo y el espacio. 

Cuando el niño empieza a diferenciarse de este pecho y establece la categoría del yo, separado del no-yo, se constituye el ser. Es decir, el ser es algo integrado que puede separarse del otro. La paradoja es que solo se puede separar lo que ha estado suficientemente unido. A partir de separarse, puede relacionarse con un objeto que no forma parte de él. En ese movimiento de estar ahí y poder relacionarse con un objeto que no forma parte de él, se da todo lo que Winnicott llamó objetos transicionales. Estos objetos le van a permitir armar al bebé armar un movimiento graduado de separación con la madre. 

Es importante citar a Winnicott porque es un psicoanalista que trabajó con niños y le dio mucha importancia a lo que el cuidado materno produce y promueve en el crecimiento de los niños. Buena parte del desarrollo saludable del niño tiene que ver con la madre. Él habla de la madre pero en realidad es el mundo circundante, todo aquello que rodea al niño y está en condiciones de aportarle cuidados. Winnicott le introduce al psicoanálisis un aire distinto a la escuela inglesa y el narcisismo entra dentro de este tema cuando Lacan empieza a trabajar la constitución del yo. Lacan introduce el estadío del espejo como una faz, un momento donde se constituye el yo a través de la alienación a la imagen especular. Lacan y Winnicott eran amigos y Lacan le pide que revise su trabajo acerca del estadío del espejo. Winnicott le responde con otro trabajo que es El rostro materno como espejo. Winnicott acuerda con la prueba del espejo del bebé, pero dice que en realidad esa prueba del espejo es solo eficaz si previamente el niño se vio reflejado en el rostro materno. Winnicott corre el origen del yo y el narcisismo a un tiempo más temprano que la fase del espejo.

Algunos autores, a partir de esto, empezaron a trabajar sobre la importancia del rostro materno en la constitución de los primeros tiempos de la subjetividad. Hay varios trabajos de Lacan acerca de la subjetividad:  Construcción del autoerotismo, construcción del narcisismo y construcción de la -----. La escuela francesa le dio mucha importancia a la participación de la madre, a la función materna, en la creación de estos hitos psíquicos fundamentales para el desarrollo del psiquismo del niño. 

Otros autores. Así como Lacan reconoció 3 tiempos del complejo de Edipo, Sami-Ali distingue 3 tiempos del narcisismo. 

Ubica un primer tiempo, en base a lo que dijo Winnicott del rostro materno, donde el niño no tiene rostro. El niño es en el cuerpo de la madre, indiferenciado sin poder reconocerse. Sami-Ali acuña un concepto llamado espacio de inclusiones recíprocas, en el que el niño vive con la madre en un espacio de funciones recíprocas. El niño engloba a la madre y la madre es englobada por el niño. Se incluyen recíprocamente. La madre está dentro del niño y el niño está dentro de la madre. Ahí hay algo de la indiferenciación entre el niño y la madre.

En el segundo tiempo del narcisismo, Sami-Ali dice que su rostro es el rostro de la madre. Aquí le da importancia a la función del espejo que pasa a tener el rostro de la madre. El niño puede reconocer su rostro en el rostro de la madre. Mi rostro es lo que veo reflejado en el rostro de ella. Hay un comentario interesante que se hace acerca de la prueba del estadío del espejo que Lacan incluso menciona, y es que no es que el niño se reconoce en el espejo (porque nunca se vio antes), sino que el niño en brazos de la madre mira a la madre, un rostro que sí conoce, y al mirar al espejo reconoce ese rostro, por lo tanto se establece allí un circuito de miradas donde “si esta que tengo al lado es el rostro de mi madre y este rostro que tengo enfrente es el rostro de mi madre, ese rostro que está ahí es mi rostro”. Se produce un juego de miradas donde según lo que mira en el rostro de la madre, es que ella existe o no existe. 

El tercer tiempo es el rostro distinto al del Otro. Se establece una diferencia de que mi rostro no es el rostro de mi madre. Sami-Alí plantea que aquí interviene, en esta diferenciación del rostro de la madre, la categoría del extraño en Spitz. Spitz decía que en el octavo mes el niño se angustiaba ante el rostro de un extraño. Esta categoría del extraño le genera al niño una fisura en ese espacio de inclusión recíproca de que el de la madre no es su rostro. Luego recuerda la categoría de fort-da que es lo que le permite al niño romper este espacio de inclusiones recíprocas de la madre. Este juego que el niño hace le permite simbolizar la ausencia materna a la par de que crea un espacio afuera y un espacio dentro. Esta categoría le permite al niño salir del narcisismo y poder establecer con la madre una relación de un otro separado de ella. Aquí se podría establecer la relación de objeto, con un objeto que no está fusionado a él.

Muchas veces se plantea que un niño está muy pegado a la mamá. Y hay que estar atentos si es un pegoteo donde toma a la mamá como un objeto con el cual se relaciona o está pegadito a la mamá porque es un objeto del cual no se ha separado. Ahí no sería un caso de un niño edípico, sino de un niño que ha quedado sincretizado y fusionado a la mamá. 

Las consecuencias de ubicar este tiempo del narcisismo: Si algo contraría este tiempo de fusión a la madre, se estaría rompiendo una posibilidad de integración temprana del niño, porque es estructurante que el niño esté indiferenciado de la madre para independizarse. Una separación temprana de este estado de fusión del primer tiempo del narcisismo o una no-fusión o no entrada en este tiempo de indiferenciación puede derivar al chico en patologías del orden del autismo. Si no se fusionó, al separarse no va a poder alienarse a nada. Y si la separación fue muy prematura, ni siquiera logró armar algo del orden del contacto inicial. Sin la integración psicosomática, ni siquiera se puede lograr. En el segundo caso, se puede dar abruptamente y ni siquiera pudo darse esta cuestión.

Las problemáticas en el segundo tiempo del narcisismo tiene que ver con los problemas de especularización: si el niño es en el campo materno, el niño será aquello que la madre ve en su hijo. El niño quedará identificado a aquello que la madre ve en el niño. Es como la canción, “¿qué ves cuando me ves?”. Si la madre ve un ser maravilloso que la completa, el niño va a ver en el rostro materno la complacencia. Si la madre ve en ese hijo la encarnación de un ser despreciable, o una proyección de lo feo que es, eso va a constituir enunciados identificatorios, con lo cual el niño va a sentir “yo soy eso que ve en mi”. Aquí tenemos una gama de problemáticas de patologías, como los niños que han sido especularizados, pero lo que veían en el rostro de la madre era una cagada, horror, desprecio u odio. Son chiquitos que no van a sentirse bien amados por el Otro, porque su ser porque el Otro le ha devuelto una característica nefasta. 

Caso clínico.
Niño de 6 años, consulta la madre porque los maestros no saben qué hacer con él. El niño se subió a la terraza, rompió las tejas del techo y las lanzó a la calle con el riesgo de haber lastimado a alguien. La madre dice “yo nunca lo quise. Nunca quise tener hijos. Si no fuera presa, lo vendo o lo regalo”. El marido quería tener hijos y ella accedió. A los 15 días de tenerlo, ella relata que entra en la habitación del bebé y al acercarse a la cunita se dice “Ah, es un hijo lo que tengo”.  Fíjense en la unión de esta mamá con el nene.

A la primera entrevista llega el nene con un muñequito, tomándolo agarrado contra su cuerpo. En la primera entrevista, yo hago entrar a la mamá o al papá que lo acompaña, porque me interesa trabajar qué le dijeron los padres de para qué vino. Es interesante para pensar cómo los padres le han significado su preocupación o su dolor por ese niño. La madre le dice “Si, yo expliqué que viene acá porque es insoportable. Rompe todo, destruye todo”. De repente grita “¡Quedate quieto, no te muevas!” sin que el chico se hubiera movido. Yo le digo “Pero si no se movió”. Y ella responde “Todavía. ya vas a ver como te va a romper estas lindas sillas que tenés. Te va a destruir todo”. Para la madre, al niño no le importa nada. Le pregunto al niño qué cree que es lo que le está pasando. Saco a la madre. Al volver, el niño seguía agarrado al muñequito, sin sacarse la campera ni nada. Le señalo al niño que parece que vino acompañado a esta primera sesión. Dice que si. Le pregunto cómo se llama el muñeco. “No se llama”, me dice. 

- ¿Y si alguien quiere llamarlo?
- No, nadie lo llama. 
- ¿Nadie le puso un nombre?
- No, no tiene nombre.

Dolto dice que en el nombre se aprecian aspectos del narcisismo, porque es la marca que nuestros padres eligen para llamarnos. Si alguien grita nuestro nombre, nos damos vuelta porque somos narcisistas, porque pensamos que ese nombre es nuestro. Ahora, no es lo mismo tener el nombre de un arcángel que llamarse Soledad… El nombre tiene una carga, una marca, que es el deseo que se vehiculizó en nuestros padres al elegir un nombre y no otro. No es lo mismo tener el nombre de un artista de Hollywood que el nombre de un abuelo muerto. 

Le señalo al niño que por la remera rayada del muñeco, parece una abeja. ¿Podría ser el nombre abeja? El niño responde que si, entonces le digo que entonces ya tenemos un nombre, se llama Hombre-abeja. Le pregunto si me quiere contar algo él, de lo que le está pasando. Hace un dibujo: en el centro de la hoja hay una figura con rayas y los dientes feroces. Dice que es un extraterrestre. Dice que las líneas son las rejas, porque lo metieron preso. Le pregunto por qué lo metieron preso y responde que porque lo destruyó todo. Dice que vino de otro planeta, le respondo que no lo conocen. Agrego: “Por ahí se asustaron por esos dientes, pero no hizo nada ¿por qué destruyó?”

- Porque es malo. Los malos destruyen todo. 

- A mi me parece que porque ese extraterrestre no habla en el mismo idioma, nadie le preguntó qué le pasaba. No sabemos si por ahí su familia se fue y él se quedó asustado y por eso rompió todo. Entonces, no sabe decir qué le pasa y nosotros no lo entendemos. ¿Puede ser que le haya pasado esto, de que digan que es malo, pero en realidad no saben qué le pasa?

El niño pide otra hoja para hacer otro dibujo. Toma una hoja y dibuja 2 personas. Una está con una auto y otra con una pelota. Y me dice “Este es Batistuta cabeceando un gol y acá en cuando el gol entró en el arco. Bati es 10 porque hace muchos goles. Yo soy muy bueno jugando al fútbol”. Fíjense que la intervención que yo hago de que “dicen que es malo, pero nadie le preguntó qué le pasa” le permite recuperar otro aspecto de su narcisismo y me dice en transferencia que tiene algo bueno. A la sesión que viene, él me dice de jugar un partidito. 

Traigo esto por el efecto de especularización. El niño fue significado por la madre como desastre, destructivo. Cuando venía la madre, este niño rompía todo en el consultorio. Estaba jugando tranquilamente, le decía que la madre había venido a buscarlo y revoleaba todo lo que estaba haciendo. Cuando venía el padre, no. Una vez le pregunto ¿Te diste cuenta que cuando viene tu mamá rompés todo? Él me dice que no. “Esto, es un problema. Vamos a tener que pensarlo la próxima”. Este es un ejemplo de problemas en la especularización. Este chico, por mucho tiempo hacía un dibujo que era doblar la hoja por la mitad, ponía plasticola, luego la abría para formar un dibujo en espejo. Ahora, cuando él hablaba del dibujo, leía de un solo lado. El reflejo no era tomado por él como parte de la imagen que había hecho, aunque él a propósito duplicaba la imagen. Este caso es de un problema en la especularización, qué ven en mi. 

El tercer tiempo es lo que Samí-Alí  llamó trastornos narcisísticos no psicóticos. Él dice que en todo trastorno psicótico, en todas las psicosis, implica un trastorno en el narcisismo, pero que en no todo trastorno del narcisismo implica necesariamente una psicosis. Propone el término trastorno narcisístico no psicótico. Características: dificultades en la separación del cuerpo del Otro. El niño queda atrapado en una indiferenciación de que yo soy yo separado del otro. Queda en una confusión, pero no como en el segundo tiempo, que es una alienación en lo que la madre ve de él como efecto especular. Se trata de un trastorno, de una dificultad en la salida del narcisismo, que le da la posibilidad de relación objetal que Freud diferenciaba. 

Doltó: distingue 3 tipos de narcisismo. 

Fundamental o primordial. Tiene que ver con lo que Winnicott llamaba psique-soma. Es un narcisismo que se enraiza en lo autoconservatorio. De lo que se encarga este narcisismo es de que el yo viva. Asegura la autoconservación.
Primario o secundario. No es el mismo que Freud nombraba como primario o secundario. El narcisismo primario es la identificación del ser humano con su especie, no con su imagen, sino con una imagen humana de su especie. Narcisismo secundario: es el narcisismo post-edípico, atravesado por la castración. Es un narcisismo que tiene que vérselas con el otro social. Tiene que tomar en cuenta el vínculo social con el otro.

Green Andre. Dive que el narcisismo tiene mala prensa, en el sentido que ser narcisista es algo degradado. Dice que lo que perdemos de vista es que ser narcisista es un estilo de amor. Se mete con la segunda teoría de las pulsiones. Distingue:

Narcisismo de vida. Permite que uno pueda sentirse unificado y a pesar de que pase el tiempo, uno siente que es el mismo. Uno podría pensar que en estos casos se siente bien de adolescente y de adulto.
Narcisismo de muerte. No impide un movimiento libidinal hacia otras cosas. En los consultorios a veces escuchamos pacientes que desesperan al no tener la cara y el cuerpo de antes. Se aferran a imágenes pasadas en lugar de construir nuevas imágenes narcisistas. 

Es interesante ver que esto que llamamos narcisismo como forma de llevarse el mundo por delante, en realidad es una sobre compensación de no haberse sentido amado y valioso, entonces tiene que presentarse de un modo más narcisista que lo común.

Pregunta: ¿Qué versión del narcisismo tomar? Uno suele quedarse con lo que dijo Freud y Lacan.
G.D.: Yo no me adscribo a una escuela. Hay pacientes que se te presentan claramente reflejados por un autor por un autor y no por otro. Piera Aulagnier dice que ningún teórico del psicoanálisis ha podido abarcar todos los problemas clínicos, sino que han podido teorizar aquello que fue un problema personal. Cada teórico del psicoanálisis recortó de la clínica un espectro por alguna cuestión personal y se puede rastrear en cada autor cuál fue cuando se mete en la biografía. Por ejemplo, para Melanie Klein fueron los duelos. Ella rescata duelos, la pulsión de muerte, la destrucción y su vida está marcada por la muerte y la destrucción. Ella era sensible para detectar eso en los pacientes. Una cuestión fundamental en Freud es el padre. Winnicott, en cambio, siempre se sintió amado por su madre, sus hermanas y sus tías. 

Andre Green detectó problemas, como el complejo de la madre muerta, que es un hallazgo clínico extraordinario. Se tratan de personas cuya vidas están adaptadas a la realidad, pero su sentimiento interno es de vacío, porque se vio enfrentado tempranamente a un duelo de otro. Por lo tanto, se hace cargo del duelo de una madre que está físicamente viva, pero muerta libidinalmente por dentro. Por eso se llama complejo de la madre muerta. La madre estaba viva, pero absorta ella en un duelo de ella, por lo tanto ese niño no sabe qué tiene que duelar, porque no es un objeto con el que él está relacionado. Lo único que él recibe de la madre es vacío. Ese vacío lo constituye, pero no puede hacer el duelo porque no es un duelo propio, sino de otra generación. Este concepto es maravilloso, porque ayuda  a pensar un montón de cuestiones que pasan de generación en generación. Marca la importancia de la disponibilidad libidinal de una madre para su bebé. Esto lo podés leer en Winnicott, en Piera Alaugnier, en Silvia Bleichmar, en todos los autores que trabajaron el vínculo madre-bebé. Plantean que la mayoría de las patologías psicóticas tempranas en niños tienen que ver con la desconexión con la madre y no es por maldad, esto es lo que hay que entender. No son madres hijas de puta, sino que hay algo en su estructura libidinal que queda comprometida con otra cosa.

Pregunta: ¿Se cura el complejo de madre muerta?
G.D.: Diría Klein que menos la muerte, todo tiene solución. Mientras alguien tenga ganas o necesidad de curar algo de eso, siempre se puede hacer algo. Hay marcas que, de todas formas, son tan tempranas o comprometen tanto el armado de toda la estructura psíquica, que con poder hacer un poco es mucho, que si no se hace nada, aunque sabemos que no va a ser igual a otro niño de 6 años. Cuanto más chico es el niño, más probabilidad hay de que haya mejoras, porque la estructura está en plena formación, siempre y cuando tengamos lo que Winnicott llamaba padres sensibles, padres que puedan ser permeables a hacer una modificación. La consulta por un hijo mueven muchas cuestiones libidinales en los padres. Se compromete mucho el narcisismo ante la idea de qué pasó. 

En el caso que vimos, la madre había sido desplazada por su propia madre cuando nació su hermano varón. Para ella, amar a su hijo era convertirse en su madre y en lugar de castigar a su hermano, castigaba a su hijo. El análisis permite entramar historias. Esta madre, en cierto momento, le parte una regla en la cabeza a su hijo y le dice burro porque no sabía hacer las cuentas. Ella lo cuenta en el análisis y le dice al nene que él no es burro, sino que la burra es ella porque es lo que le decía la madre, quien le partía una maceta en la cabeza.

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