viernes, 14 de febrero de 2020

El amor y el narcisismo de la época: presentaciones clínicas.


El amor va tomando distintas coloraturas a través de las épocas, a partir de que los significantes epocales van definiendo determinados modos de relacionarse con el semejante. Partimos del amor cortés en la época del medioevo y vamos asistiendo ahora a un fenómeno nuevo, que es el amor en la época del post-capitalismo. El discurso capitalista forcluye las cosas del amor y decreta que todo es posible, todo se puede conseguir y tener. Con lo cual, no hay una barrera al goce ni nada se pierde. 

Sabemos que en el amor hay una pérdida y una ganancia. El amor, como dice Freud, puede tener que ver con el narcisismo, pero también se puede elegir amorosamente por apuntalamiento al modo del amor materno. Siempre en el amor se deposita algo en el otro que le es propio, por eso no hay que hablar demasiado mal de la pareja. No solo en relación al amor, sino también en relación al deseo, donde algo del objeto a (ese objeto de deseo de cada quien) también se deposita en el otro, quien es un soporte que encubre ese objeto a que es propio. El amor incluye una dosis de narcisismo, pero para que exista la posibilidad de amar, hay que dar lo que no se tiene. Es decir, dar una falta al otro, para que él pueda constituirse como nuestro objeto a. ¿Qué pasa en estos tiempos donde pareciera que la falta tiene que ser rápidamente borrada? 

El sujeto, en el discurso capitalista, es considerado un objeto a consumir y a consumirse. Hay un empuje al goce absoluto y a la consumición de objetos. Ya Lacan había anticipado esto en El reverso del psicoanálisis, diciendo que el mundo se estaba transformando en un mundo de letosas y gadgets. Los gadgets son los objetos tecnológicos que el sujeto consume. En este momento, el mundo es un espectáculo donde se da a ver todo aquello que no hace mancha en el cuadro. Lo que muestran las redes sociales es siempre el lado menos oscuro de la vida. Es decir, una imagen plena que captura al espectador. El sujeto mira lo que el otro consume, tiene y hace. Y cuando esa imagen que aparece en la pantalla no refleja lo que a él le puede pasar, aparecen distintos fenómenos como la depresión, el aislamiento y la dificultad de relacionarse amorosamente con el otro. 

Cuando hablamos del amor, no hablamos solamente del amor al partenaire, sino del amor de la amistad, de esa relación que conlleva mirarse a los ojos y escuchar y hacerse escuchar. En los tiempos actuales, esta intermediación de las pantallas, donde todo pareciera ser un espectáculo y donde no hay lugar a la intimidad del sujeto porque todo se muestra, el sujeto aparece como una pura mirada que mira, pero que no se mira a si mismo. Cuando no hay el mirarse (segundo tiempo de la pulsión), tampoco hay posibilidad de pensarse. El sujeto muchas veces no viene representado por las formaciones del inconsciente, sino que aparecen las adicciones, los actings, los pasajes al acto o los problemas en el cuerpo. Los analistas no podemos intervenir al modo tradicional del desciframiento del inconsciente y de la lectura jeroglífica de los sueños, sino que tenemos que pensar otros modos de abordaje. El sujeto está anudado borromeicamente - real, imaginario y simbólico-. Este anudamiento tiene que darse de un modo particular, con lo cual nos permite pensar en modos diferentes de intervención: intervenciones en lo real, en lo imaginario y en lo simbólico. 

En estas nuevas modalidades de presentación, desde hace algunos años aparecieron más demandas de parejas y familias que consultan y que muchas veces es la antesala a la posibilidad de un tratamiento individual. Dentro del psicoanálisis estaba muy mal visto quienes pecábamos en investigar esta especificidad y nadie contaba en voz alta algo de esto. Actualmente las cosas cambiaron y la gente puede cambiar más tranquilamente de por qué a veces uno invita a una pareja o a la familia. 

El análisis individual, aunque sea un análisis exitoso (reciclando goces y sostiene su posición deseante) muchas veces deja por fuera de discurso algunas situaciones de pareja o familia que muchas veces pueden ser leídas o pensadas a partir de la escena que se arma en el consultorio de una analista, donde él ocupa el lugar de tercero a descifrar eso que ocurre en la tensión, ya sea gozosa o deseante en una familia. Eso que no aparece en el discurso individual se muestra, se da a ver discursivamente en la escena con un analista. Ciertas intervenciones permiten descoagular o interrogar algunos silencios y algunas situaciones gozosas que no podían ser puestas en discurso en un análisis individual. Por eso creo que es importante en esta época, donde muchos analizantes no vienen representados por formaciones del inconsciente sino que vienen con mostraciones o adicciones, poder ampliar desde el psicoanálisis nuestra lectura. 

Lacan decía que el psicoanalista que no puede leer los significantes epocales pierde su rumbo. ¿Cuáles son esos significantes epocales que se toman como naturales? Nos encontramos con una falta de deseo sexual en parejas jóvenes, un afán de tenencia material, apresuramientos que no permite llegar a un acto verdadero, donde el sujeto se pierde es pos de un consumo (de éxito profesional o consumo tangible de ciertos bienes). hay apresuramiento, que es diferente al tiempo subjetivo, donde mirar, comprender y concluir en un acto verdadero hace que el sujeto emerja en ese lugar en otra posición subjetiva y que haya la posibilidad del encuentro con la posición deseante y un soltar de los goces mortíferos.

Caso clínico.
Pareja de profesionales de alrededor de 40 años de edad, hace 20 que están juntos. Exitosos ellos y con un gran nivel de peleas. No pueden dejar de pelear, incluso en las sesiones de entrevistas. Se gritan, lloran, se enojan y no tienen la posibilidad de pensarse. Cuentan que luego de muchos años de tratamientos infructuosos por temas de esterilidad sin causa (nunca se pudo diagnosticar), a partir de varios tratamientos logran tener unos mellizos hace 4 años. A partir del nacimiento de los mellizos, dejan de tener relaciones sexuales, pero que esto nunca les hio ningún obstáculo, que les parece absolutamente normal. Cuando les pregunto qué los trae a la consulta, dicen que es el nivel de peleas y un hecho que aconteció hace unos meses, cuando volvían de un evento familiar. El celular del caballero dispara un mensaje. Ella descubre que él está coqueteando vía chat con una alumna de él. Él es docente en una universidad. Él dice que simplemente estaba tratando de ser amable. Ella se pone a llorar y él le intenta explicar que era solamente un chat.

Una de las preguntas que yo hago en las entrevistas de pareja para poder ubicar algo de lo que pasa actualmente, es que primero me hagan una especie de raconto de cómo se conocieron y qué es lo que los enamoró el uno del otro.

Ella había estado en pareja, pero ese muchacho tenía una doble vida. El novio de ella tenía otra novia y a las 2 las llevaba a la casa paterna. Con lo cual, en la familia nadie decía nada y aceptaban que este muchacho tuviera 2 novias oficiales. Cuando ella se entera de esto, deja esa relación e inmediatamente, sin tiempo de duelo, se engancha casi en simultáneo con este hombre, que hoy es su marido. En un momento, ella decide que tiene que ir al psiquiatra porque no puede dormir, porque no podía dejar de mirar la pantalla. Ella averigua cómo hackear el celular y le instala un sistema donde se puede chequear dónde anda cada quien. Ella entonces se dedica a chequear dónde está la ubicación de él. Todo esto, seguido de escenas de celos, de ruptura de objetos de la casa y en una sesión lo toma a él del cuello. No había intermediación de la palabra, en tanto simbólica. Hay una actuación permanente. 

Cuando intento abrir el tema de las no-relaciones sexuales, ambos dicen que no es un tema que les interesen, pero eventualmente ella dice que él descuidó su cuerpo y engordó un poco y ella había engordado después del parto aproximadamente 30 kg. En las primeras entrevistas ella parecía una mujer mucho más grande que la edad que tenía. Pero esto de mirarse no había entrado en la cuenta de ella. 

Cuando intento abrir a la cuestión de a ver qué pasa cuando ellos obtienen esto que desean, que son los hijos, qué estarán pagando de más con esta imposibilidad un sumar de un tener fálico a eso que ya venían teniendo. Ellos tenían los títulos, el bienestar económico, todo entra en la ecuación: heces, pene, niño, regalos. Las entrevistas se suscitaron por un tiempo en un clima hostil, donde ella tenía miedo que yo me ubicara de parte del marido y que no la escuchara a ella. Cuando ella empieza a poder hablar algo de su historia, cuenta que es la mayor de 4 hermanos, donde ella es la única mujer. Fue la única profesional de la familia y la que llevó adelante su casa. Dice que sus hermanos son un desastre, que tienen muchos problemas laborales y que además tienen muchos problemas afectivos con las ex-mujeres y con la tenencia de los hijos, que la culpa no es de ella ni cómo se crió, dice que lo que a ella le pasa es actual y tiene que ver con esto que el marido le hizo que es chatear con la otra.

El marido decide dejar clases en esa universidad para que ella se tranquiliza. Él cree en los dichos de ella y ella se transform en un agente superyoico que indica qué se debe/puede hacer y qué no. Uno podría decir que esto de dejar una actividad fálica que tenía brillo para él (a él le gustaba la docencia) para que la mujer se tranquilice, fue un craso error porque esto no generó tranquilidad en ella. A ella se le acrecentó la idea cuasi delirante de que él se había ido porque algo había pasado. El tema de las pantallas insiste y ella entra en TindR bajo un seudónimo. Rastrea y lo engancha a él en esa aplicación. Hace una cita para que ambos se encuentren en una confitería. Él va y por supuesto, ella fue a corroborar que él fuera, pero sin hacerse ver. Cuando él vuelve a la casa, ella le tira todas las cosas fuera del departamento y él se va a dormir a la casa de la madre.
Él es hijo único de una señora viuda y ella dice que este hombre, por ser hijo punico, se cree el ganador. Él se va y pide un analista para él. Lo derivo para un análisis individual. En todas estas entrevistas, él fue dejando todas sus cosas para que ella se tranquilizara, cosa que no dio resultado. 

A partir de Tindr, ella empieza a conocer otros señores y empieza a salir indiscriminadamente con uno, con otro, sin ningún tipo de cuidado sobre su persona o su propio cuerpo. Esto lo cuenta en las entrevistas de pareja con cierta obscenidad, donde no hay ningún velo. Yo les digo que cuenten lo que sea contable y aquello de lo cual se puedan arrepentir y no poder volver atrás, que no se cuenta en la sesión. esto lo digo porque hay algunas cuestiones que alimentan el goce de la pelea y no permiten abrir o escribir otra cosa. Ella dice que es frontal y amante de la verdad. Le digo que una cosa es ser amante de la verdad y otra ser sincericida, con lo cual ella frena los insultos y sus historias con los tipos. Al tiempo, ella decide empezar a salir con un peluquero que ella tiene, que es un señor que tiene varias relaciones simultáneas con sus clientas. 

Tenemos que hacer una distinción del poliamor y la cuestión del deseo. El deseo es aquello que puede abrir a varias relaciones. El amor implica siempre la castración. Si 2 se aman, hay castración de por medio. Sino, hay una renegación de la castración y en el varón, si recuerdan en Freud La degradación de la vida erótica, tiene una escisión entre la corriente amorosa y la corriente deseante, en la medida que tiene que resolver su propia historia edípica -Freud dice, con su madre y su hermana- para poder hacer converger en una mujer las 2 corrientes: la sensual y la amorosa. Es decir, el deseo y el amor. En el varón está planteada, por su posición, esa divergencia. En la mujer, hay otra relación con el amor y Lacan dice que la mujer tiene una facilidad estructural para semblantear el objeto causa de deseo de un varón. Una mujer se tienta tentando a un varón y un hombre es el alfarero que va a rodear eso que aparece en ella como causa de deseo. Esto está en el seminario de la angustia, donde él plantea la disimetría entre amor, deseo y goce en varones y mujeres y toma La Metamorfosis de Ovidio para plantear cómo alguien que pudo tener las 2 posiciones sexuadas para saber de qué se trata la masculinidad y la femineidad. La posición sexuada tiene que ver con su relación al falo, como cada quien se ubique en relación al falo y a la falta. Acá había, en esta mujer, una posición reivindicativa que no pasaba por la posición femenina, donde ella no tenía en su disposición esto de ser causa de deseo del Otro. Lo quería imponer por decreto.

Con el peluquero, ella también tiene una relación donde hay peleas, desplantes y todo un armado que hubo de trabajar, porque ella no ponía velo a esto, frente a sus hijos. En un momento yo decido interrumpir las entrevistas de pareja porque el que se angustiaba frente a esto que contaba era él, mientras ella seguía en un nivel de actuación sin poder implicarse en eso que ocurría. 

Pregunta: ¿Por qué seguían teniendo entrevistas de pareja?
Era una demanda que ellos tenían, porque no podían dialogar por fuera de las entrevistas y lo que les preocupaba era que en el colegio de los niños habían empezado a llamarlos porque los chicos iban al jardín con una serie de síntomas. El nene mordía, pegaba y se hacía pis. La nena se iba del jardín, salía, insultaba a la maestra. El jardín les había sugerido que siguieran con las entrevistas de pareja. Yo escuché la demanda un tiempo, hasta que decidí la interrupción para que siguieran análisis individual. Había algo del lado de ella que escapaba a la posibilidad de trabajar los 3. Ella pide un análisis individual conmigo. Sigue un tiempo conmigo, con muchos llamados por fuera de la sesión, con muchas dificultades para asociar libremente y para historizarse en aquello que le acontecía.

En las entrevistas de pareja uno intenta localizar cuál es el pacto fantasmático que se juega entre ambos, de qué se trata. Cada uno viene con su historia, con su singularidad y su pacto fantasmático. La dificultad, por lo general, es poder tolerar esa diferencia que hace del otro un prójimo y no un semejante. En estos tiempos, esta dificultad de ubicar al otro como prójimo da lugar a que emerja la agresividad especular, es decir, que cada uno responda imaginariamente en espejo frente al otro. En esta pareja no había lugar para que se inscribiera, desde lo simbólico, algo en relación a la diferencia que ellos tenían como sujeto, por historia y por posición sexuada, que es lo que hace tolerable la relación con el otro. Cuando la diferencia es borrada, prima lo más primario de la agresividad especular, donde “es el otro o yo”, por eso esas escenas de tanta violencia, generalmente más ejercidas por ella. Una vez lo encerró en el baño y le tiró toda la ropa por la ventana. No llegó a eso que a veces leemos en los diarios, porque había tallado algo del Nombre del Padre como límite simbólico. 

Cuando se llega a ese nivel donde es el otro o yo y se juega esa escena del cuerpo a cuerpo, donde la única chance es eliminar al otro, hacerlo desaparecer de la faz de la tierra, yo tengo algunas hipótesis al respecto: asistimos a una época de cambio de paradigmas en lo que es la vida familiar y también se viene anticipando esto que se nombra como la degradación del Nombre del Padre. El N del P opera en los 3 registros -real, simbólico e imaginario- y del padre hay que valerse para ir más allá de él. El padre es real, imaginario y simbólico. El padre simbólico que interdicta el goce de la madre para que pueda no hacer de sus hijos objeto de su propio goce y pueda largarlos al mundo para que sean sujetos deseantes. En el seminario R.S.I., dice que si un hombre hace de su mujer un objeto causa de su deseo, aparta a los hijos de su propio goce, es decir, estos no quedan bajo la égida incestuosa del Otro materno. Es el agente que irrumpe el incesto con el Otro materno. 

En estas cuestiones donde todo se puede y todo vale, se ha perdido el falo como vector indicador de los goces posibles. Si todo se puede, nada se pierde y todo vale, entonces hay algo de esa ley (que acota el goce incestuoso) que se está perdiendo. Se pierde, pero también se pierde para aquellos que se ubican del lado varón de la fórmula de la sexuación, en tanto quedan arrinconados en el lugar de falos anónimos, no falóforos n valiosos. Si un hombre queda arrinconado en esa posición donde lo que él tiene no sirve para causar el deseo de una mujer ni para limitar el goce de una madre, ese hombre pierde valía fálica y queda en una posición de objeto. Si queda en una posición de objeto, sólo puede actuar, hacer un pasaje al acto. El modo de castrar a lo que aparece como La Mujer, toda completa, es el asesinato. 

Pregunta: No entendí esto último. 
El falo es un vector organizador de la subjetividad. Un hombre se representa del lado fálico en las fórmulas de la sexuación. Él tiene y porta el falo. Cuando ese brillo fálico es denotado, dejado de lado, no considerado, queda caído como varón falóforo, queda como puro resto, puro objeto. Al ser puro resto, puro objeto, no dispone del capital simbólico de la palabra para perforar o agujerear de lo que viene del lado de la demanda de una mujer. Y esta se transforma en un oráculo, o en una Medusa que se lo va a tragar y el único modo de no creer en los dichos de ella, es decir, de agujerear lo que ella dice, es hacer un pasaje al acto. El pasaje al acto es operar sobre el cuerpo de la mujer, matándola. Ahí ya no se dispone del capital simbĺico que permite soportar la diferencia. Cuando ese capital no está, queda lo imaginario, que es el sentido sin agujerear que cada uno le da a las palabras del otro. Entonces, si una mujer le dice a un varón “idiota”, este queda coagulado en ese “idiota” sin poder decir, por ejemplo, que está enojada con otra persona. 

Cuando uno escucha estos casos muy graves, vemos que el que se ubica del lado hombre se queda sin recursos simbólicos para decir “Detrás de eso que me dice, ¿qué quiere?” Porque la pregunta fundante en el sujeto es qué quiere el Otro de mi. Esa pregunta primero se efectúa con el Otro materno. De las distintas demandas del Otro, el sujeto va a deducir me quiere la linda, el feo, la perrita, etc., hay posibilidad de que el sujeto responda con una posición fantasmática al qué quiere el Otro. Cuando ese sujeto no puede leer en las demandas del Otro materno un agujero que alojara su falta para él ubicarse ahí, llenando ese lugar de falo imaginario del Otro, ahí aparecen estas patologías graves. No existe la posibilidad de construcción de una respuesta fantasmática. Entonces, el encuentro con cualquier semejante se torna de un encuentro de cuerpo a cuerpo. No hay mediatización simbólica. Aparece un borramiento de la escena y el sujeto queda desdibujado. 

Un sujeto con un armado fantasmático logrado, cuando una mujer se enoja, puede preguntarse “Detrás de eso que me dice, ¿qué me querrá?” Recordemos la pregunta freudiana de qué quieren las mujeres, pero ahí hay una interrogación del decir. El decir no opera matando la posibilidad de la interrogación. Cuando un hombre cree totalmente en lo que una mujer dice, se transforma en eso y una mujer se transforma en la voz superyoica. La voz superyoica es aquello que dice “Así como el padre debes ser, así como el padre no debes ser”, con lo cual es una paradoja irresoluble, porque encierra 2 términos contradictorios. Lacan dice que la mujer puede ser un síntoma para el hombre, es decir, dar lugar a otra cosa; ser aquello que le permite vehiculizar su deseo, pero el partenaire también puede transformarse en un superyó cruel que ordena gozar. El superyó insiste en que el sujeto goce. Si el sujeto está bajo el mandato de goce, no hay posibilidad de desear, porque el deseo siempre aliviana el discurso injurioso del Otro. O sea, ante un insulto uno puede salir de la escena o hacer un chiste. Cuando alguien queda bajo el mandato, no puede hacer otra cosa más que actuar. Acuérdense que el superyó es también el heredero de los padres y aunque sea insoportable, a veces es también una compañía.

En estas entrevistas, la mujer cuando hablaba obscenamente de la cualidad sexual del marido, lo condenaba a él a ese lugar donde él se la pasaba pensando si era suficientemente o no. En la historia de ella, habían muchos silencios, desde la época de sus abuelos. Recordemos que el sujeto es efecto de 3 generaciones. Es decir, aquello que fue silenciado y(o renegado en lo simbólico, siempre aparece en lo real. Cuando fuimos abriendo en el análisis de ella algunos lugares de los varones, aparecían historias de devaluación, no solo del abuelo, sino del padre de ella en el decir de las mujeres. No eran sujetos aptos para ser amados y/o deseados. Con lo cual esta chica actuaba lo que ya venía desde hace 2 generaciones. Freud decía, en las series complementarias, la filogenia, la ontogenia, y el discurso actual. 

Volvamos al discurso actual, que promueve la devaluación del Nombre del Padre, la devaluación de lo simbólico y la objetalización de los sujetos. Si los sujeto son objetalizados, son cosas que se pueden destruir, tirar por la borda o hacer cualquier cosa. 

Pregunta: ¿Y cuál era la posición de él?
Él estaba en la posición de hijo de madre viuda, a la que había que conformar con sus logros profesionales y tenía una sumisión a la palabra de la madre, donde la madre era bastante similar a lo que era esta mujer. Era una mujer que lo denotaba, aunque por el otro lo ensalzaba como el muchacho con logros. Pero para esta madre, siempre le faltaba algo y lo comparaba con su propio padre, con el abuelo de este muchacho, donde él siempre quedaba en cierta minusvalía. Por otro lado, había una historia del lado de la madre de él y la hermana, donde también los hombres de su lado, venían siempre en ese lugar de criticados, denotados, de poca valía. En ese sentido, se enganchaba fuertemente el fantasma de él con el encuentro de esta mujer que tenía eso. Por lo tanto, estaban perfectamente casados en la medida que había la ilusión de la relación sexual -que no existe- porque cada uno hacía empalme en su propio goce. Él no podía interrogarla a ella, porque el lugar de los hombres de su familia era un lugar en menos, una posición un tanto masoquista. Era la ilusión de que si él hacía eso, ella iba a ser otra distinta. Él hacía lo imposible para que tanto la madre como la esposa pudieran aceptarlo. Aún cuando él se ofreciera como estropajo, uno advertía su goce ahí.

Pregunta: Esto del goce de él, ¿se lee en la escena?
Justamente, si nosotros decimos que hay una escena, hay una apuesta de los cuerpos en esa escena que se da a ver y el analista puede leer la posición corporal, la mirada de cada uno. Ella ocupaba la mayor parte de la escena con sus movimientos, gritos y llantos. Él aparecía sentado en la silla como una especie de pollito mojado. Ahí estaba gráficamente cuál era el interjuego entre ambos, donde ella aparecía como que siempre se había sacrificado por el bienestar económico, y ella decía que él estudió esa carrera universitaria gracias a ella. Arrogarse que el partenaire estudia algo es complicado, porque es no darle crédito que esa carrera la había hecho él. Cuando él hace su análisis individual, cambia algo de esta posición y un día le dice “Yo hoy me voy a sentar acá y vos ahí”. 

Hay parejas que se miran cuando se hablan, que intercambian los lugares en el consultorio, otras que no se miran o me hablan a mi… Todos esos son indicadores en la escena de que hay algo ahí, en esa pareja, de cómo funciona. Obviamente, después vamos a leer los significantes en juego de cómo se conoció la pareja, cuál fue su historia de esa pareja, qué le gustó del otro y lo que a ella le gustó es que él fuera seductor. A él le gustó que ella fuera decidida y arrogante. O sea, ellos consultan porque él seduce a otra por chat y él padece de la arrogancia y el empuje de ella, quedando fuera de juego.

La mayor parte de las consultas de 20 años atrás eran las dificultades sexuales, la caída del deseo, si uno quería y el otro no… En este momento, esto del deseo sexual pareciera no ser motivo de consulta. Incluso, a veces de varias entrevistas y con las preguntas que uno hace, aparece esto de que no hay deseo sexual. Aparece como natural, por lo cual podríamos investigar que si el deseo desaparece del mapa, ¿cómo se juega ahí el a que hace diferente a un sujeto del otro? El objeto a es en principio de fijación y que luego es objeto causa del deseo, no solamente en relación a una pareja, sino en relación a cualquier cosa de la ida. Aparece como una carrera, un sin tiempo, una inscripción del deseo en tanto falta que motoriza lo viviente de un sujeto. Si no hay motor deseante, lo que va a reinar va a ser más el imperio de goce mortífero, que deja al sujeto en una posición incestuosa, con lo cual no hay lugar a un otro.

También se ha ido perdiendo el arte de la conversación. Conversar con el otro implica mirarlo a los ojos, escuchar el tono de voz, escuchar la enunciación. Si eso se pierde, el sujeto queda como en una especie de máquina que pone likes y la gente ahora viene de acuerdo a los likes que tienen: si hay muchos están contentos; si hay pocos, se ponen tristes o se deprimen. Los síntomas actuales dicen que esto que aparece, si pensamos al sujeto como efecto de la palabra, podemos apostar a una dignidad del sujeto al pensar y describir la tecnología en otro orden. La tecnología está, ¿pero qué hacemos los psicoanalistas con eso cuando a veces los sujetos nos dicen que tienen una relación y el hablar es chatear y la relación es solo virtual, en el sentido que no hay estrechamiento de cuerpos. El cuerpo implica el cuerpo propio y el del otro, la alteridad de los sentidos: el olor del otro, el aspecto de la piel, la tersura de la piel, la mirada, etc. Es el otro en tanto cuerpo y se está perdiendo el encuentro de los cuerpos y avanza algo que deja al sujeto fuera de juego y con síntomas muy complejos que a veces no se advierten, porque estamos todos metidos en este mundo de la carrera y se olvida de eso que hace al encuentro con el otro y está marcado al inicio, cuando le dona la voz al bebé. Cuando una madre lo mira y lo acaricia, le está donando algo de su cuerpo para que después, en el estadío del espejo, pueda armar no solamente su imagen yoica, sino también una dimensión del propio cuerpo.

En este tiempo, ¿qué se le da a un bebé muy pequeño? Un celular. Los padres miran también el celular, ¿cómo se dona voz y mirada, que son los 2 objetos primordiales que hacen a la imagen yoica y a la libidinización del cuerpo, si no hay esa donación previa? El trabajo con padres y parejas también implica interrogar esto, cómo se están haciendo estos niños, qué se les ofrece. Estos mellizos que yo les contaba del caso, no tenían la disponibilidad de estos 2 padres, en relación a la donación de esto para después poder conformar un cuerpo pulsional, donde la pulsión pueda hacer el tour por los bordes erógenos: mirar, hacerse mirar, mirarse. Eran chicos que habían sido muy buscados, con muchos tratamientos, dinero y tiempo, pero podían sostenerlos porque estaban empeñados en las peleas de ellos y en seguir creciendo económicamente. Los nenes eran unos “tecnócratas”, según ellos. Cuando investigo esto, resulta que desde muy niñitos, tenían pantallas y por lo tanto eran chicos que no perturbaban ese lugar de los padres ni les demandaban tiempo. Hacer un niño implica tiempo y donación de la falta y ahí no faltaba nada. estaban los chicos para la postal de la familia tipo. Mi preocupación como analista es que cada vez hay más de este tipo de consultas.

Las dificultades de ahora son las peleas, dificultades donde hay un cuerpo a cuerpo, insultos y la cosa del actuar y no soportar la intimidad del otro. Porque mirar en el celular del otro es no respetarlo en su intimidad. Hay un avasallamiento del semejante, ¿cómo se genera una confianza en el otro si hay que estar todo el tiempo chequeando si eso que dice coincide con eso que marca el GPS de dónde está el otro? Antes había una interrogación por el cuerpo, la sexualidad-cuerpo. Ahora, viene la queja y la actuación, donde se borra el cuerpo del otro, porque no respetar esa intimidad es también avanzar sobre el cuerpo del otro. Estar pendiente de dónde está en cada momento, lo convierte en una especie de objeto que se puede controlar y manipular. La sociedad actual tiene 2 mecanismos fuertes que tienen que ver con el discurso capitalista, que es el control y la manipulación. 

Como analistas, ¿cómo inscribimos algo de esto en los tratamientos que conducimos? Ya Freud hablaba de los velos, cuando el niño miente para que el padre o la madre respeten su -φ, o sea, esa posibilidad que tenemos de sustraernos al Otro. Más allá de que ese discurso no permita fácilmente esa sustracción del Otro, ¿cómo operar en aquellas familias donde esto está todo el tiempo a la vista? Sustraerse es respetar la diferencia. 

El sujeto se transforma en un autómata en estos puntos, con la posibilidad de ser controlados para hacer lo que otro quiera. Ella decía lo que él tenía que hacer y él obedecía por su posición fantasmática. Ahí hay un casamiento fantasmático, podríamos decir, tal para cual. Se trata de un pacto inconsciente que se puede empezar a develar en las entrevistas de pareja, pero que después cada uno tendrá que trabajar para ver cómo repacta eso. Cuando las parejas van cambiando, cada tiempo de la vida implica un reordenamiento imaginario y simbólico frente al nuevo real. Esto de ser padres implicó hacer un movimiento que ellos no habían hecho. A ella le jugó en el cuerpo, ella engordando en demasía; él avocado en trabajar y ganar dinero, pero no hubo un cuestionamiento de cómo construir esa familia.

Pregunta: La falta de deseo de la pareja, ¿fue motivo de desconfianza?
Es interesante, porque justamente en esta pareja, en los primeros tiempos de las entrevistas, a ninguno de los 2 le hacía pregunta que no tuvieran relaciones sexuales hacía 4 años. Esto de la tercera posible, que yo en algún momento señalé, aparece la posibilidad de preguntarse por eso. En las relaciones virtuales, vemos que el encuentro con el cuerpo del otro no está puesto en discusión. 

Superyó: en los casos de impertivo superyoico, la culpa incestuosa está más acentuada y eso detiene al sujeto frente a la posibilidad de avanzar en relación a lo que desea. Es lo que Freud intentó transmitir en su recuerdo de la Acrópolis, Él se encuentra con el hermano y no puede creer que hayan llegado tan lejos. Al sujeto le cuesta avanzar en eso que desea porque en el camino aparece la culpa incestuosa y el imperio del superyó. A más voz del superyó, mayor detenimiento del sujeto. Por eso, un análisis que avanza hacia su límite intenta que el superyó sea una voz menos audible y una mirada menos penetrante para que no caiga como peso sobre el sujeto. En estos momentos hay un imperio superyoico, porque se puede todo es la dificultad de poder sustraerse del superyó. 

Los neuróticos tenemos nuestro superyó e intentamos hacer algo con eso. Cuando el superyó está puesto afuera, va más allá del narcisismo, se trata de otra cosa. El superyó puede encarnarse en el otro y no es posible barrarlo. La única horadación posible es eliminarlo o matarlo. 

Pregunta: ¿Qué es el amor para el psicoanálisis?
Freud decía que para que un sujeto pudiera constituirse como tal, era necesario amar y trabajar. El amor es aquello que hace falta, que no se tiene y se da y es también aquello que permite el intercambio de dones: recibir y dar. También hace a la vida más vivible. No solo se trata del amor de las parejas, sino el poder estar con otros, amigos, para que el sujeto tenga en cuenta su dimensión humana. 

(Pregunta por el obsesivo)
El padre muerto, para que opere, tiene que operar como padre simbólico, que da lugar a la primera identificación y esa identificación es por amor a ese padre. Es lo que determina la posibilidad de desear. La neurosis obsesiva tiene una particularidad en relación a este tema, donde el otro es su amo pero a medias… No siempre se transforma en ese amo absoluto del superyó. El partenaire, decía Lacan, puede ser el superyó y juega con lo de la mitad: si el otro es tu mitad, es un problema, porque se depende dee sa mitad para constituirse. La neurosis obsesiva, en algún momento interroga a ese otro con el enojo, pero tiene otro mecanismo. El neurótico obsesivo en algún momento puede desbancar a ese otro como amo.  

La idea es poder pactar la pareja desde otro lugar, que se pueda preguntar lo que se dice. Hay parejas que pueden repactar y otras que necesitan la separación en lo real, porque no hay pacto simbólico posible.

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