Al objeto “a”, el que causa el deseo, al que en los escritos psicoanalíticos cabe reconocer como no otra cosa que una letra (cf. S10, Paidós, p.98), no hay que idealizarlo. Precisamente por ser tan referido, tan mencionado, es fácil que acabe dándosele en el discurso habitual el uso de un ideal, es decir: de la buena manera, de la manera superior, de entender al deseo inconsciente. Pasa algo parecido con la categoría de “lo real”, recuerdo una anécdota que escuché sobre Lacan: le habían comentado de un voluminoso libro (o se lo habían mostrado, lamentablemente no tengo los detalles) que acababa de aparecer en la Argentina sobre lo real; él, sorprendido, había dicho: “Es admirable cómo alguien pudo escribir tanto sobre lo real”.
Volviendo al objeto: aquello que causa el deseo carece en esencia de cualquier atributo ideal, tiene, eso sí, el atractivo (no sabido) del objeto de la pulsión, cuya única virtud es la de tener al sujeto dando vueltas alrededor de algunas cositas (no de cualquieras) creyendo que avanza en línea recta.
Fuente: Raúl Courel (2019), "Al objeto "a" no hay que idealizarlo." Publicado en "Notas breves...".
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