jueves, 15 de octubre de 2020

Freud y el asesinato de sus hermanas

El ascenso del nazismo en Viena empuja a la dispersión de la familia Freud. Poco a poco, quien encuentra la posibilidad, se refugia en los países seguros de Europa o América. 

Sigmund debe ser convencido para abandonar una Viena que se lo ha apropiado. La intervención de la diplomacia internacional facilita el rescate, mientras que las múltiples incautaciones de su dinero por parte del nazismo obstruyen los pagos necesarios para salvar lo que le resta de vida y la de los suyos. 

Freud perfecciona una lista de acompañantes a ser liberados. Indica Roudinesco que los seleccionados son aquellos sobre quienes recae una amenaza inmediata. Los impuestos exigidos por los nazis, para permitir la salida, son exorbitantes y Freud no puede costearlos. El destino posible es Inglaterra, pero las autoridades del país exigen a los exiliados que puedan costearse sus necesidades una vez instalados. No hay refugio en las crisis. El rescate, económicamente cuantioso, hará necesaria la intervención de la fortuna de Marie Bonaparte y de otros. 

Freud entiende que sus hermanas, ya ancianas, no representan una amenaza para el nazismo y no serán molestadas. Además ellas no tienen ocupación y sobreviven con la ayuda familiar, lo cual es una dificultad para las exigencias inglesas. Antes de la partida a Londres, Freud y su hermano entregan a las hermanas ciento sesenta mil chelines austríacos.

Desde Londres Freud promueve intentonas para lograr el rescate. Ni la ayuda financiera o diplomática de Marie Bonaparte serán útiles. Sigmund Freud muere sin obtener esa liberación.

Las cuatro mujeres, de más de 75 años, quedan atrapadas en Viena. El nazismo se ha apropiando de sus cuerpos y de sus vidas. Entre 1942 y 1943 serán deportadas hacia guetos o campos de concentración.

Mitzi Freud, de 82 años, y Pauline, de 78, son enviadas desde Viena al gueto de Theresienstadt, para luego ser asesinadas en las cámaras de gas de Treblinka. Roudinesco señala que las muertes suceden en el campo de Maly Trostinec. Poco importan los detalles de los asesinatos. Dolfi Freud es deportada al mismo gueto, donde muere el 5 de febrero de 1943 a los 81 años. 

El destino de Rosa Freud-Graf, la mayor y hermana favorita de Sigmund, es algo confuso. Un informe indica que la matan en Auschwitz. El sitio de las víctimas del holocausto ubica su muerte en Treblinka. Leupold Löwenthal sostiene que protagoniza la historia siguiente, la misma que documenta Martin Gilbert.

Una de las hermanas de Freud muere en la cámara de gas de Treblinka. Alguien presencia su llegada al campo de concentración. Afirma que ella se acerca al oficial de las SS Kurt Hubert Franz. La anciana pide un trabajo liviano, debido a su delicada salud. El SS certifica que la llegada de la anciana al campo de trabajo ha sido un error, justamente debido a su pobre salud. Propone que, tan pronto visite las duchas, la colocaran en el siguiente tren disponible a Viena, que sale en dos horas. La hermana se encuentra con la muerte por el gas Zyklon B en las duchas.

Estampa en que las cuatro hermanas se retratan diez años antes de sus asesinatos, en el balneario de Bad Ischl.

La otra hermana de Freud, Anna Freud de Bernays, esposa de Eli Bernays, hermano de Marta Bernays la esposa de Freud. Eli (en la época del olvido del nombre propio Signorelli, Freud tenía un conflicto con su cuñado Eli) y su esposa habían emigrado a Estados Unidos y Eli hizo una fortuna. Freud trasladó los celos por su hermanito Julius a su hermana Anna que fue la que nació luego de la muerte de Julius, y por desplazamiento la animadversión por su hermanita encontró el camino facilitado para dirigirse a su cuñado Eli. 

Anna y Eli tuviero un hijo, Edward, quien escribió un libro, La propaganda, que fue la Biblia de la propaganda en gran parte del siglo XX, llevó a que se usaran los relojes pulsera y se duplicaran los que lo utilizaban ya que se agregaron las mujeres. Llevó al éxito a una marca de cigarrillos, el ministro de propaganda del Tercer Reich, Goebbels tenía su libro en la mesita de luz. No se sabe si los Bernays intentaron ayudar a las otras hermanas de Anna. Lo que sí sabemos es que cuando Freud fue a USA, y pasó por Nueva York camino a la Clark University cerca de Boston, trató de evitar a su cuñado.

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