La ansiedad es, actualmente, uno de los motivos de consulta más frecuente. Se trata de un estado del ánimo generalizado donde el sujeto padece una preocupación excesiva, inquietud, temor y mucho nerviosismo, pues se ve abrumados por la idea del futuro que vendrá. El futuro que espera el ansioso es incierto, abrumador.
La ansiedad tiene síntomas frecuentes: irritabilidad, dificultades para conciliar el sueño, pérdida de la memoria y una serie de problemáticas físicas: taquicardia, problemas digestivos, musculares, etc.
El psicoanálisis comprobó que la ansiedad responde a un mecanismo defensivo contra algo anterior de lo que el sujeto siente. Dicha defensa, cualquiera puede dar cuenta, termina resultando muy cara.
De lo que el ansioso se defiende es de la "angustia traumática", es decir, la ansiedad defiende contra la irrupción del estado inicial de desvalimiento e indefensión total -propio del ser humano al nacer-, que de otra manera podría aparecer invadiendo al cuerpo entero (como ocurre en los ataques de pánico). La
ansiedad crónica, de hecho, es la que predispone a los ataques de pánico.
En la ansiedad, el sujeto no encuentra respuesta, por ejemplo:
- ante una irrupción de lo real (ej. un evento inesperado),
- apremios desde el ello (tentaciones) a las cuales el yo no puede ponerles coto y que contradicen sus ideales,
- apremios del superyó, exigencias desmesuradas antes las cuales el sujeto no puede responder, porque haga lo que haga siempre se siente menos o desvalorizado.
Lo que se hace en el consultorio es descubrir los inicios de esa ansiedad, investigar los condicionantes en su estructura que llevan a esa carencia de respuesta adecuada para frenar esos apremios que llegan de
tentaciones y mandatos a los que no puede enlazar.
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