Como dice Castoriadis contra los fanaticos que defienden a Lacan y le bajan el perfil a las atrocidades del Amo por defenderlo ante "moral reseca":
"Sobre la práctica de Lacan y de un número creciente de lacanianos, hay silencio también sobre lo que en la teorización de Lacan, sostiene implícita e hipócritamente este práctica -por lo que evita toda puesta en causa esencial de esta ‘teorización”. Como si la perversión de las relaciones intra-analíticas que describe no tocara nada de las ‘Verdades” que Lacan habría revelado, no brindara un testimonio abrumador sobre su materia, no afectara la práctica con respecto a los pacientes. Como si frente a las prácticas destructivas del análisis no hubiera que interrogarse sobre lo que, en la ‘teorización”, les proporciona las condiciones de posibilidad. No teoría analítica sin práctica analítica correspondiente, y viceversa; y no perversión sistemática y colectiva de la práctica sin garante y correspondiente en la ‘teoría.
La práctica de la mayoría de los lacanianos. Escándalo sobre el cual se buscaría en vano -y con razón- una ‘teorización” cualquiera, pero cuyo disimulo se conoce bajo el mentiroso vocablo de “sesiones de duración variable”. (La “duración variable" exigiría evidentemente que a cada sesión de cinco o diez minutos correspondiera en promedio una de ochenta u ochenta y cinco.) ¿Cómo, en efecto, teorizar una práctica que suprime la única, poco más o menos, regla objetivable que liga al analista con el ejercicio de su función, incrementa desmesuradamente los poderes ya exorbitantes de que se encuentra investido.
Lacan para los lacanianos y los lacanianos para Lacan juegan el rol de “antepecho” de punto de sostén en lo real que permite evitar el hundimiento, en síntesis: de para-psicosis. Se encuentra así incidentalmente develada la impostura de “solo como siempre he estado en mi relación con la causa analítica”. Roustang ve bien que “el magisterio no funciona sin la abyección, y, si Lacan puede ser todo, es con la condición de que los analistas de la Escuela no sean nada. .. la adulación del maestro acarrea consigo el desprecio de todos los discípulos”.
La endofagia, si puedo forjar esta palabra, son el “destino funesto" del psicoanálisis. “Destino" consustancial al mismo tiempo a la imposibilidad de una verdadera “sociedad” psicoanalítica (o sea, a la imposibilidad de que los psicoanalistas formen alguna vez una colectividad de adultos autónomos). Es por esta razón, sin duda, que los psicoanalistas se reagrupan en sociedad, haciéndose la ilusión de que teorizan, cuando se aferran todos, pero cada uno para sí, con sus fantasías y sus alucinaciones, a un discurso único”. Excelente definición de la escuela lacaniana, presentada aquí como cubriendo todo psicoanálisis y toda colectividad psicoanalítica pasada, presente y futura."
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