viernes, 12 de julio de 2024

El dinero en un análisis

 Interrogar la función y la lógica del dinero en un análisis es preguntarse respecto de aquello con qué un sujeto paga.

¿Un sujeto paga efectivamente con los billetes que le da el analista como honorarios por cada una de las sesiones, o en realidad el dinero es apenas el vehículo que pone en juego algo de otro orden?

Se trata de la economía. El manejo del dinero, su circulación, utilidad, incluso el estatuto de este se inscribe en una determinada modalidad de la economía. Y no casualmente Lacan recurre a la economía, a una política y de goce, con la cual responde a los impasses de la energética freudiana.

La economía que el dinero como medio permite poner a trabajar en un análisis no es otra que la economía libidinal. Nos referimos a aquel campo, también aquella estructura donde se ponen en juego las relaciones del sujeto con los objetos, con los distintos estatutos del objeto. Y es donde fundamentalmente se juega aquella satisfacción que el sujeto obtiene en esa relación de deseo con el Otro, en la escena fantasmática, y por la cual soporta o se orienta a construir la ilusoria completitud del Otro.

El análisis, entonces se sirve del dinero en la medida en que, como decía Diana Rabinovich, es el colmo de lo simbólico. Es la posibilidad de introducir ficcionalmente, o sea con el significante, una medida que haga posible la puesta al trabajo de algo del orden de lo económico en el sujeto, algo imposible de mensurar, de reducir a medida alguna.

Dado que se trata entonces de pagar con algo que está esencialmente ligado al ser del sujeto, es válido que un sujeto debe pagar caro. ¿Pero, qué o cuanto es caro?

Ciertamente no constituye una medida común en el sentido de un número que pudiéramos poner, y que valiera para todos. Sino que allí lo caro habla de un valor en el sujeto, el que la más de las veces es soporte del vínculo de amor.

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