La tarea principal del analista es armar el vínculo transferencial, que tiene una naturaleza amorosa, conocida como "Amor de Transferencia". Según Freud, sin esta transferencia o si es negativa, el paciente no escuchará al analista, ya que los argumentos no entran a través del intelecto, sino mediante este vínculo.
La condición indispensable para construir el vínculo transferencial es "estar presente", lo que implica adquirir existencia psíquica para el paciente. Solo al estar presente el analista puede empezar a operar en la relación terapéutica.
Una vez establecido el vínculo, el paciente desplegará su neurosis de transferencia, un tipo de neurosis artificial que recrea su propia fantasmática psíquica, es decir, sus experiencias inconscientes repetidas en la relación con el analista. Esta fantasmática refleja su forma particular de posicionarse ante los Otros Primordiales de su historia.
Es importante recordar que, cuando el paciente repite en la cura, no se dirige a la persona real del analista, sino a los Otros Primordiales que el analista encarna para él, a nivel inconsciente.
El analista maneja la transferencia, interviniendo sobre este terreno, que es donde se repite el inconsciente y las pulsiones del Ello. Mediante intervenciones clínicas como señalamientos, interpretaciones y construcciones, el analista dirige la cura, pero no dirige la vida del paciente.
El objetivo del análisis es lo que Lacan denominó "Rectificación Subjetiva", que consiste en ofrecer una tramitación distinta de aquellas posiciones subjetivas que dañan al sujeto y lo apartan de su deseo, generando sufrimiento psíquico.
En palabras de Fernando Ulloa, "la única subversión que el psicoanálisis propone es la del sujeto cuando asume su deseo".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario