martes, 22 de julio de 2025

Frege más allá de Hegel: el objeto entre concepto y existencia

En estas entradas remarcábamos la novedad radical que introduce el planteo fregeano en torno al estatuto del objeto. Incluso señalábamos que podría pensarse como un paso más allá respecto de aquella afirmación hegeliana —de la que Lacan se sirve— según la cual el concepto es el tiempo de la cosa.

Con Frege, el objeto ya no es una cosa del mundo, ni remite a una sustancia ni a una inmanencia empírica. Por el contrario, su existencia se define exclusivamente por su relación con un concepto. El objeto, en este sentido, aparece como algo despojado de cualquier espesor material o histórico. No importa si tiene o no una existencia empírica: esa dimensión es irrelevante para establecer su estatuto lógico. Incluso su eventual inserción en el espacio resulta secundaria. Su ser se agota en su subsumisión conceptual.

Ahora bien, si el objeto sólo existe como efecto de un concepto, ¿qué puede decirse de este último? El concepto, en la arquitectura fregeana, posee un valor puramente operativo. Se sostiene en el principio de identidad, pilar que ha regido la lógica del pensamiento clásico durante siglos, y que Lacan se empeña en cuestionar, aunque no por ello deja de apoyarse en Frege.

¿A qué nos referimos cuando decimos que el concepto se sostiene del principio de identidad? A que sólo adquiere valor por ser idéntico al concepto de…. Este redoblamiento —que es crucial en la lógica de Frege— permite desligar al objeto y al concepto de toda perspectiva positivista o empirista.

Este movimiento pone el acento en el concepto, que gana primacía sobre el objeto. Pero al mismo tiempo, establece una relación de consistencia estructural entre ambos: no hay objeto sin concepto. La pregunta que queda abierta es entonces la inversa:
¿puede haber concepto sin objeto?

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